sábado, 26 de julio de 2014

PODER PARA LA VIDA ABUNDANTE CAP. 12


TERCERA PARTE



Cómo la Biblia 


se interpreta a sí misma 



   CAPÍTULO 12
EN SU VERSÍCULO



2 Pedro 1:20 es una Escritura con la cual generalmente comienzo en mis clases. En este libro he examinado más antecedentes para señalar la exactitud de la Palabra de modo que ahora estamos listos para estudiar este versículo.


2 Pedro 1:20: entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada.

Esto es lo primero que tenemos que entender si vamos a entender la grandeza de la revelación de Dios en Su Palabra. Ninguna profecía, ningún versículo de Escritura es de interpretación privada alguna.

Si yo digo: "Esto es lo que pienso que significa", estoy dando mi interpretación privada. Si usted dice: "Esto es lo que yo pienso que quiere decir", o si cualquier denominación escribe: "Esto es lo que nuestra denominación dice que quiere decir", tenemos interpretación privada. Déle a dos hombres el mismo versículo de Escritura y, por interpretarlo privadamente, llegarán a dos conclusiones completamente divergentes. Todas nuestras separaciones en la cristiandad vienen porque no estudiamos la Palabra desde su precisión inherente. No importa nada lo que pensamos, o cuáles son nuestras opiniones. El elemento crucial es qué dice la Palabra. Usted y yo tenemos que pensar de acuerdo a la precisión de la Palabra.

2 Pedro 1:20 es el único sitio en que idios se traduce "privada". En otros lugares en la Biblia se traduce "su" o "propio". La Palabra "interpretación" es la palabra griega epilusis la cual no aparece en ningún otro lugar de la Biblia. La forma verbal de epilusis en griego es epiluo que quiere decir "soltar sobre" así como cuando se suelta a un perro de cacería sobre la presa. Idios más epilusis es igual a: "de ninguna soltura personal". Uno no deja simplemente que su mente corra suelta como cuando se suelta a un perro sobre la presa; uno no deja que la mente vague y dé toda clase de interpretaciones a la Escritura. "Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de soltura personal cualquiera".

Después de eliminar la interpretación privada, permanecen dos alternativas al interpretar la Palabra de Dios: (1) Ya sea que no hay interpretación posible, o (2) la Palabra se tiene que interpretar a sí misma. 

Si no hay interpretación posible entonces será mejor que nos olvidemos de todo el proyecto de entender la Palabra. Pero éste no es el caso. Hay otra respuesta: la Palabra se interpreta a sí misma.

La Palabra se interpreta a sí misma en una de tres formas: (1) se interpreta a sí misma en el versículo donde está escrita; o (2) se interpreta a sí misma en su contexto; o (3) la interpretación puede ser encontrada en su uso previo en la Palabra.

Fue una revelación admirable para nosotros quienes hacemos investigación bíblica descubrir que la gran mayoría de la Palabra de Dios se interpreta a sí misma justamente donde está escrita. Yo estimaría que desde Génesis hasta Apocalipsis, de un 85 a un 90 por ciento de la Palabra de Dios se interpreta a sí misma en el versículo.

Si la interpretación es tan obvia, ¿por qué no la hemos entendido? Primero que nada, no la hemos leído; y en segundo lugar, no hemos recordado lo que leímos. Nos volvemos descuidados y leemos una cosa en vez de otra.

Observemos algunos ejemplos donde la Escritura se interpreta a sí misma en el versículo.

Génesis 1:1: 
En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

¿Dónde se interpreta a sí mismo este versículo?
Uno no necesita ningún comentario para entender este versículo.

Juan 3:16:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.


¿Dónde se interpreta a sí mismo este versículo? Ahí donde está escrito. Versículo tras versículo es justamente así.

Mateo 11:28:
Venid a mí todos los que estéis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.

Hebreos 13:5:
…No te desampararé, ni te dejaré.

Una persona no necesita un comentario, y muchas veces ni siquiera un diccionario para entender estos versículos.

1

Una nota a la que debemos prestar atención es que las palabras tienen que ser entendidas de acuerdo a las definiciones que tenían para la época en que la traducción fue hecha. El significado de las palabras cambia. Nosotros tendríamos un problema en tres semanas si se publicara una nueva traducción hoy día, debido a cambios en definiciones y en uso de las palabras.

Para ilustrar un cambio en expresión, pase a Isaías 1:13.

No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir…

“No lo puedo sufrir” bíblicamente quiere decir “no lo puedo tolerar”. El Señor no podía tolerar todo el ritual del incienso, la luna nueva y los días de reposo por el que todos pasaban en los días de fiestas religiosas.

Marcos 7:9: Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

“Bien” significa “con pleno conocimiento” en el uso bíblico. “Con pleno conocimiento invalidáis el mandamiento de Dios”.

Mateo 25:35:
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis. 

“Recoger “a alguien es “darle hospitalidad”.

Estos ejemplos ilustran que debemos entender que la Escritura se interpreta a sí misma en el versículo donde está escrita, pero que algunas veces la palabra o palabras deben entenderse según su uso cuando la traducción fue hecha.

2

Hay otro punto. Los versículos que se interpretan a sí mismos tienen que estar en armonía con todas las otras referencias bíblicas del mismo tópico. En Mateo 27 hay un versículo que sobresale en la Palabra de Dios por su dificultad. En cada Semana Santa, cuando se dan los sermones de las “siete palabras”, este versículo en particular es despedazado.

Mateo 27:46: Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 

Este versículo de la Escritura debería haber capturado nuestra atención desde el principio mismo.

¿Por qué los traductores dejaron allí las palabras extranjeras? Esto debió habernos motivado para iniciar una indagación en cuanto a la desviación de lo usual por parte de los traductores.

Nosotros entendemos este versículo palabra por palabra excepto por las palabras extranjeras. Sin embargo este versículo contradice a otros versículos en la Palabra de Dios. Parecería como si Dios hubiese abandonado a Jesús porque Jesús se hizo pecado y Dios no podía aguantar el pecado; por lo tanto Dios dejó a Jesús a que muriera solo. 

Vayamos a la Palabra y veamos exactamente lo que la Palabra dice. Observe Juan 16:32. 

He aquí la hora viene, y ha venido ya (Jesús está hablando a sus apóstoles), en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.

Jesús hablaba del momento de su crucifixión y de su muerte; él dijo: “El Padre está conmigo”. Sin embargo, en Mateo 27:46 dice: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”

Juan 10:30:
Yo y el Padre uno somos. 

2 Corintios 5:19:
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo… 

¿Cómo puede “uno” ser separado? Observe Colosenses 2:9.

Porque en él (en Cristo) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.

¿Cómo vamos a separar la plenitud de la Deidad la cual habita en la presencia de Cristo en la tierra? ¿Cómo podía decir Jesús: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”?

Hay muchos ejemplos en la Palabra que son contradichos a gritos por Mateo 27:46. Mateo no puede hacer esto si es la Palabra de Dios. 

Lo que Cristo dijo en el momento en que fue tomado en cautiverio está escrito en Mateo 26:53.

¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?

Uno tiene que estar en “términos amistosos” con Dios para conseguir esa clase de ayuda. El Padre le habría dado a Jesús 72.000 ángeles. Jesús podía haber salido inmediatamente de entre ese grupo de hombres si él hubiera querido. ¿Por qué? Porque “yo y el Padre uno somos”, “el Padre está conmigo”, “yo siempre hago la voluntad del Padre”. Jesús tuvo que haber estado haciendo la voluntad de Dios cuando moría en esa cruz. Sin embargo, Mateo 27:24 dice: “Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Este versículo contradice al resto de la Palabra.

¿Cuál es el problema? Primero que nada, las palabras extranjeras insertadas en ese versículo son palabras arameas. Jesús hablaba arameo. (El arameo es llamado hebreo en la Versión Reina-Valera. Más exactamente, podría haber sido llamado siriocaldeo). Estas palabras en arameo son dejadas en esta Escritura particular porque los traductores realmente no sabían qué hacer con ellas. Dejaron el versículo y añadieron la interpretación en español. Hay todavía hoy en día algunos ejemplos más en el Nuevo Testamento donde los traductores han permitido que las palabras en arameo permanezcan en el texto.

La palabra elí quiere decir “Dios mío”, pero no hay palabra aramea como la palabra lama. Hay una palabra lmna. Lmna es siempre un grito de victoria, una declaración de “para este propósito”, o “por esta razón”. La raíz de sabactani es shbk. Shbk quiere decir “reservar”, “dejar”, “guardar” o “mantener”.

Era cerca de la hora novena, las tres de la tarde, cuando Jesús habló desde la cruz. Colgando de la cruz en esa hora crucial, Jesús hizo esa proclamación desde lo profundo de su alma. “¡Dios mío, Dios mío, para este propósito fui reservado, con este propósito fui guardado!” Las últimas palabras que él profirió fueron: “Consumado es”. ¿Qué estaba consumado? La redención de usted y la mía. Jesucristo había dado su propia vida. Aquel que no conoció pecado se había vuelto pecado para que usted y yo pudiéramos ser hechos la justicia de Dios en él. Su redención y la mía fueron entonces consumadas. El siguiente versículo cronológicamente es Juan 19:30: “…Y…entregó el espíritu”. Ellos no le quitaron su vida. No fueron los clavos que traspasaron sus manos los que lo mantuvieron en esa cruz, ni tampoco la cuerda atada alrededor de su cintura, ni tampoco los clavos que atravesaron sus pies. ¿Por qué se mantuvo colgando en esa cruz? Porque Jesucristo nos amó. El podía haber salido de esa cruz. Podía haber tenido doce legiones de ángeles a su mando. Pero siguió colgado de la cruz porque tanto nos amó que dio su vida por nosotros. Cuando estaba muriendo en esa cruz él no exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, sino: “¡Dios mío, Dios mío, con este propósito fui reservado, para este propósito fui guardado!”

Traducciones del lejano oriente dicen en Mateo 27:46: “…Dios mío, Dios mío, para este propósito fui reservado”. Las traducciones occidentales leen erróneamente:”…Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”

Supongamos que usted tiene un hijo único y en este momento su hijo se estuviera muriendo: ¿estaría usted sentado leyendo este libro sobre la exactitud de la Palabra de Dios, o estaría con su hijo? Y su hijo no ha hecho siempre la voluntad suya. Su hijo ha hecho cosas contrarias a lo que usted hubiera querido. Aun así, usted querría estar con él. ¿Piensa usted que Dios Todopoderoso no es tan bueno como usted? Jesucristo era el Hijo unigénito de Dios y siempre hizo la voluntad del Padre. Cuando él moría en esa cruz, ¿dónde piensa usted que estaba el Padre? Con él.

Dios permaneció con Su Hijo. Esta fue la hora de triunfo no solamente para ellos, sino para nosotros también, pues fue en este punto que Jesucristo, el segundo Adán, cumplió todos los requisitos legales para nuestra redención y salvación. Este era el propósito de Cristo. Ahora tenemos una traducción precisa de Mateo 27:46, uno de los versículos más difíciles en la Reina-Valera. Ahora este versículo calza con otros pasajes de la Palabra de Dios. 

Para reiterar puntos: (1) La Escritura generalmente se interpreta a sí misma en el versículo donde está escrita; (2) el vocabulario debe entenderse en los términos del día en que se hizo la traducción; (3) toda la Escritura tiene que estar en armonía consigo misma; esto es, las escrituras que se relacionan con un tema dado no pueden contradecir la una a la otra.

3

Ahora prosigamos con el asunto del desarrollo narrativo. Desarrollo narrativo quiere decir que varios pasajes de la Escritura en un incidente o tema idénticos pueden aumentar la información dada en cada uno. Cada pasaje de escritura relacionado al mismo incidente puede que no dé los mismos detalles pero las Escrituras tienen que complementarse y estar de acuerdo entre sí o no tenemos la verdadera Palabra de Dios.

Una trampa que debemos evitar ahora es que no llamemos idénticas a situaciones que solamente son similares. Por ejemplo, si en un Evangelio hay dos hombres saliendo de una cierta ciudad y hablándole a Jesús, y en otro Evangelio hay un hombre saliendo de la ciudad y hablándole a Jesús, estas situaciones no son idénticas. ¿Cenó usted hoy? ¿cenó usted ayer? Supongamos que usted comió un emparedado de mortadela y tomó té ayer, y hoy usted de nuevo come un emparedado de mortadela y té. ¿Fue la cena idéntica o similar? No podía haber sido idéntica porque usted no comió el mismo emparedado hoy día, o bebió exactamente el mismo té que bebió ayer. El tiempo, el momento era diferente-veinticuatro horas de separación-luego las situaciones eran similares pero no idénticas.

Al estudiar el desarrollo de situaciones idénticas en varios pasajes de Escritura, se vuelve vitalmente importante el observar la Palabra con un ojo aguzado y una mente perceptiva para ver la profundidad de ella. Por ejemplo: Mateo puede decir algo con respecto a una situación; Marcos, por el otro lado, hablando de la idéntica situación, puede que no diga lo que dijo Mateo, pero él podría dar otros detalles que Mateo no dio. Sin embargo, lo que Marcos añadiría a Mateo, no podría contradecir aquello que dijo Mateo, o la situación no sería idéntica. Si las situaciones son idénticas, aquello que es presentado en una Escritura no puede contradecir a lo que se presenta en otra.

Observemos una narración altamente desarrollada que tiene que ver con la crucifixión de Cristo. Mateo, Marcos, Lucas y Juan hablan del mismo incidente, pero cada uno da distintos detalles acerca de la crucifixión. Una vez que se junta todas las cuatro narraciones tenemos un cuadro total y expansivo sin tacha.

Mateo 27:35-37:
Cuando le hubieron crucificado (a Jesús), repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.

Y sentados le guardaban allí.

Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS JUDIOS.


Aquí está la secuencia cronológica de eventos: (1) crucificaron a Jesús, (2) repartieron sus vestiduras, (3) pusieron sobre su cabeza su causa (acusación).

Antes de que los soldados repartieran sus vestiduras, se sentaron. En el Oriente cuando una persona se sienta, permanece sentada por un rato. No se sienta para levantarse enseguida. Después de sentarse por un rato los soldados pusieron sobre su cabeza su causa.

Para conseguir esta causa puede que hayan tenido que ir a Jerusalén para conseguir permiso y luego tuvieron que hacer el letrero. Todo esto toma tiempo. Eso es exactamente lo que indica Mateo.

Mateo 27:38:
Entonces (después de todo eso) crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda.

La Versión Reina-Valera dice: "dos ladrones"; las palabras griegas son duo lestai de las cuales duo es "dos", y lestai es "robadores"-ladrones que planean deliberadamente y hacen sus asaltos al descubierto, actuando con violencia o con fuerza. Duo lestai, dos robadores, fueron crucificados con Jesús después de un tiempo intermedio.

Mateo nos dice que los soldados tomaron a Jesús y le crucificaron; se sentaron y le guardaron; pusieron su causa sobre su cabeza; y entonces crucificaron a dos ladrones, robadores, uno a la derecha y otro a la izquierda.

Hay otra observación interesante que debe hacerse acerca de Mateo 27:44. 

Lo mismo le injuriaban también los ladrones (los robadores, los duo lestai) que estaban crucificados con él.

La galería de gente en la crucifixión estaba diciendo, como los versículos anteriores indican: "Confió en Dios: que se salve ahora"; pronto los dos robadores entraron en la conversación y ambos "le injuriaban". Ellos le decían a Jesús: " Si tú eres verdaderamente el Hijo de Dios, ¿por qué no bajas de esa cruz?" Los dos robadores le injuriaban. Esto es lo que Mateo declara.

La siguiente declaración de los evangelios sobre la crucifixión se encuentra en Marcos 15:26, 27, 32. Marcos no escribió información adicional a lo que se da en los otros evangelios. Luego, para ahorrar tiempo, vayamos a Lucas 23:32: 

Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores (kakourgoi, malhechores, no robadores), para ser muertos.

Cuando llevaban a Jesucristo de Jerusalén al Calvario, llevaron con él, nos dice Lucas, a dos malhechores. Un malhechor es uno que hace mal. Un robador, por ejemplo sería un malhechor; pero no todo malhechor sería un robador. Un asesino, por ejemplo, es uno que hace mal; pero no todo el que hace mal es un asesino. Cuando sacaban a Jesús de Jerusalén, de acuerdo con el Evangelio de Lucas, llevaban con él a dos malhechores para ser muertos.

Lucas 23:33: Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.

La palabra "malhechor" es la palabra kakourgos; la palabra "robadores" es lestai. Lucas usa una palabra totalmente diferente porque la gente involucrada es gente totalmente diferente. No eran dos robadores; ellos eran dos kakourgoi, malhechores, quienes fueron traídos al mismo tiempo que Jesús para ser crucificados.

Lucas 23:39,40: Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.

Respondiendo el otro, le reprendió (al primer malhechor), diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 

Los dos robadores, de acuerdo con Mateo, “lo mismo le injuriaban”. Pero en el Evangelio de Lucas sólo uno de los malhechores le habló injuriosamente a Jesús; el otro le dijo al malhechor: “Será mejor que te calles porque tú estás en la misma condenación en que él está”. ¿Cómo puede cualquier persona, lógicamente, decir que los dos robadores presentados en Mateo son los mismo que los dos malhechores en Lucas. En Mateo, los soldados crucificaron a Jesús, repartieron sus vestiduras, se sentaron, pusieron su causa escrita sobre la cruz, entonces trajeron a los robadores. Mientras que, según Lucas, los soldados llevaron a los dos malhechores con Jesús para ser muertos.

El juntar las dos declaraciones de Mateo y Lucas es sencillo. Cuando Jesús fue llevado para ser crucificado, llevaron con él a dos malhechores. Los soldados crucificaron a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los dos robadores injuriaron a Jesús, pero sólo uno de los dos malhechores le injurió. Al malhechor concienzudo quien le dijo a Jesús:”…Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”, Jesús le dijo: “De cierto te digo hoy (que) estarás (tiempo futuro) conmigo en el paraíso”.

De acuerdo con la exacta Palabra de Dios, ¿cuántos hombres fueron crucificados con Jesús? Dos malhechores más dos ladrones son cuatro personas. Toda la enseñanza que nosotros hemos tenido que dice que Jesús estaba en la cruz del centro con un reo a la derecha y el otro a la izquierda está demostrada que es falsa. La razón por la que hemos creído esto es que en vez de leer al Palabra le creímos a las pinturas que hemos visto. Cuando una persona va a la Palabra de Dios y ve el desarrollo narrativo de Mateo y Lucas en una situación idéntica, se ve muy claramente que hubo cuatro crucificados con Jesús.

El pasaje de la crucifixión obtenido de los tres Evangelios es un ejemplo de cómo la Escritura se interpreta a sí misma en desarrollo narrativo o bíblico. Observe el tiempo y note el lugar de acción. Una Escritura puede decir algunos detalles y otra puede decir otros; pero la una Escritura no puede contradecir lo que la otra Escritura dice. De Mateo, Marcos y Lucas uno observa que hubo cuatro hombres finalmente crucificados con Jesús.

Tenemos una declaración del Evangelio que nos queda por considerar: la de Juan. Mateo, Marcos y Lucas estaban específicamente interesados en el tiempo mientras que Juan se interesa en el lugar de la acción.

Juan 19:18:
y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.


Mateo nos informó que hubo dos robadores crucificados; Lucas nos informó que hubo dos malhechores, lo cual hace un total de cuatro hombres. Pero Juan dice: "Y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado". Si sólo hubo uno a cada lado, uno más uno son dos. Ahora tenemos una discrepancia aparente.

Recuerde que cuando hay una discrepancia aparente, el primer lugar donde miramos es en nuestras mentes. ¿Entendemos lo que está escrito? Si entendemos lo que está escrito, como lo hacemos aquí, entonces el error sólo puede estar en un otro lugar y es en la traducción, pues la verdadera Palabra de Dios no se puede contradecir a sí misma.

Juan nos dice, según la Reina-Valera: "y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio". Una traducción del texto de Esteban, del cual fue traducida la Versión Reina-Valera, dice en Juan 19:18: "y con él, otros dos en este lado y en aquel lado". No hay palabra griega alguna correspondiente a "uno". Los traductores de la Reina-Valera añadieron la palabra "uno". Si la palabra "uno" no está en los textos críticos griegos, ¿por qué está en la Reina-Valera? Porque para el año 1569 el mundo occidental había sido tan indoctrinado por una pintura que mostraba a Jesús en una cruz con un malhechor a cada lado de él, que cuando los traductores estaban traduciendo este versículo particular del capítulo diecinueve de Juan, ellos insertaron la palabra "uno".

Quite las comas y la palabra "uno" y lea el versículo de nuevo. "Y allí le crucificaron y con él a otros dos a cada lado y Jesús en medio". Las mismas palabras, enteuthen kai enteuthen, se usan en Apocalipsis 22:2.

En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río...

enteuthen kai enteuthen es traducido "a uno y otro lado". Estas son las mismas palabras que se usan en los evangelios con la excepción de que Juan tiene la palabra duo. Duo enteuthen kai enteuthen es igual a "dos en este lado y dos en el otro lado y Jesús en el medio". ¡Qué gran exactitud de la Palabra de Dios!

Juan 19:32:
Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero (uno de los robadores), y asimismo al otro (uno de los malhechores) que había sido crucificado con (El prefijo sun quiere decir "en cercana proximidad con".) él (dando a entender el primer robador).

Para ilustrar cómo se nos ha enseñado mal acerca de lo que los soldados hicieron para romper las piernas de los llamados dos ladrones: los soldados rompieron las piernas del primero; luego tienen que haber pasado por alto a Jesús caminando alrededor de su cruz (la cual era en realidad un madero) y llegar donde el segundo llamado ladrón. Finalmente estos soldados regresaron donde Jesús y dijeron: "Dios mío, él ya está muerto". Este tipo de rutina no es muy razonable. Es más, no tiene sentido. Cuando usted lee la exactitud de la Palabra, los soldados vinieron y rompieron las piernas del primero (robador) y del siguiente (malhechor) avanzando en la fila; cuando los soldados llegaron a Jesús en el tercer lugar, lo encontraron ya muerto.

"Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas del primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él". ¿Quién era "el otro que había sido crucificado con (con) él"? Lucas dijo que cuando sacaron a Jesús de Jerusalén, llevaban dos malhechores con él. "Vinieron...los soldados y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él", que era el malhechor.

La palabra "otro" en el versículo 32-"y al otro que había sido crucificado con él"-es otra clave para añadir a la prueba de que cuatro hombres fueron crucificados con Jesús. Hay dos palabras diferentes que se traducen "otro" en Juan 19 y en Lucas 23. Una palabra es heteros y la otra palabra griega es allos. Tanto heteros como allos se traducen "otro", pero heteros quiere decir "otro cuando sólo dos pueden estar involucrados" mientras que allos quiere decir "otro cuando más de dos pueden estar involucrados". La palabra "otro" en Juan 19:32 es allos.

Se usa allos cuando más de dos pueden estar involucrados. Dos malhechores, dos ladrones y Jesús están involucrados, sumando cinco. Luego los soldados quebraron las piernas del primero y del otro (allos) de los cinco involucrados. 

En Lucas 23:32, también se usa "otro".
Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. 

¿Cuál palabra griega tiene que usarse para tener la verdadera Palabra? La palabra es heteros porque sólo dos categorías están involucradas: Jesús y los malhechores. Esta es la precisión aguda de la Palabra de Dios.

Cuando llevaron a Jesús, llevaron a dos malhechores con él. Más tarde, después de que los soldados habían crucificado a Jesús, repartieron sus vestiduras, echaron suertes, se sentaron, pusieron una acusación (causa), entonces, finalmente, trajeron dos robadores y los crucificaron. Cuando vinieron los soldados, quebraron las piernas del primero y del otro (el allos, más de dos involucrados); pero habiendo llegado a Jesús, encontraron que él ya estaba muerto. ¿Por qué? Porque los profetas de antiguo habían profetizado que nadie quebraría jamás las piernas del Mesías. (Salmos 34:20, Exodo 12:46, Números 9:12).

Los judíos y soldados no le quitaron la vida a Jesús sobre la cruz del Calvario; él la entregó, él dio su vida. El no murió porque lo crucificaron; él murió porque se dio a sí mismo por usted y por mí. Esta es la exactitud con que encaja la Palabra de Dios, y éste es el uso extraordinario de la Palabra a medida que desarrolla las Escrituras interpretándose a sí misma justamente donde está escrita. Al comparar Escrituras en un incidente idéntico, las Escrituras se pueden complementar entre sí, pero nunca contradecirse la una a la otra si es que tenemos la verdadera Palabra. 

Mientras estudiamos cómo se desarrollan los pasajes bíblicos que conciernen a situaciones idénticas, debemos estudiar la gran exactitud del día en que Jesucristo murió y el día en que resucitó de entre los muertos.

Años atrás, cuando yo estaba enseñando en India, un líder del gobierno de buena reputación, un hindú educado en una escuela norteamericana me preguntó: "Dr. Wierwille, ¿en qué día murió Jesucristo?" El hombre continuó: "Le he pedido a misionero tras misionero que me expliquen cómo obtienen tres días y tres noches desde el Viernes Santo hasta el Domingo de la Resurrección en la mañana". A pesar de que este hombre inteligente había sido entrenado en una escuela misionera, seguía siendo hindú porque los misioneros entendían menos que él sobre la Palabra. El hombre hizo notar a Mateo 12:40: "Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches".

"Más aun", dijo él, "qué me dice de la escritura de I Corintios 15:4, donde su Biblia declara que Jesucristo´...fue sepultado, y que resucitó el tercer día, conforme a las Escrituras´ ". ¿Cómo pudo Jesús estar muerto tres días y tres noches desde el Viernes Santo hasta el Domingo de Resurrección, y aún resucitar al tercer día?

El funcionario hindú y yo tuvimos una buena discusión exponiendo la Palabra con los principios de que una Escritura no dice necesariamente la historia completa, pero que escrituras complementarias acerca de una situación idéntica no se pueden contradecir la una a la otra.

Primero, examinemos la enseñanza tradicional con respecto a la muerte y resurrección de Jesús. El relato en Mateo decía que Jesús estaría tres días y tres noches en el corazón de la tierra. Mateo no dice que Jesús estaría en el corazón de la tierra desde el momento en murió, sino desde el momento en que fue sepultado. Nosotros les daremos a las personas el beneficio de la duda, sin embargo, y les tomaremos en cuenta desde el momento en que murió, lo cual sería desde las 3:00 p.m. en el Viernes Santo. Si se marca el tiempo desde el viernes a las 3:00 p.m. hasta el sábado a las 3:00 p.m., tenemos un día y una noche; ahora si Jesús resucitó temprano en la mañana del Domingo de Resurrección-ajustando el tiempo lo más que se puede-lo más que podemos obtener es tres días y dos noches. Los tradicionalistas dicen que Mateo no quería decir literalmente tres días y tres noches, lo que quiere decir es "segmentos", cualquier porción de un día puede ser contada como un día. Esta es una enseñanza falaz pues cada vez que la Palabra de Dios menciona un día y una noche, no es una porción de tiempo; un día y una noche o una noche y un día es un período literal de veinticuatro horas. La razón por la que la noche viene antes del día en la Palabra de Dios es que la cuenta del tiempo de los judíos comenzaba con la puesta del sol de modo que la noche precedía a las horas de luz de un día. Mateo 12:40 dijo: "tres días y tres noches" lo cual significaría tres períodos de veinticuatro horas cada uno. ¿Cómo pueden figurarse tres días y tres noches desde el Viernes Santo a las 3:00 p.m. hasta la mañana del Domingo de Resurrección? El Domingo de Resurrección en la mañana (que sería el tercer día), Jesucristo ya había resucitado; entonces ¿dónde está la tercera noche? Esta enseñanza no encaja. ¿Qué vamos a hacer? Vamos a estudiar en la misma forma en que investigamos los hombres crucificados con Jesús. Cuando la Palabra de Dios encaja, no hay contradicciones, no hay errores. Debemos ir a la Palabra de Dios para averiguar el día, la hora y los detalles involucrados en la crucifixión de Jesús, su entierro y su resurrección para tener la Palabra de Dios correctamente dividida. 

Según la Palabra de Dios, el primer día de la Pascua era siempre una convocación santa, un día solemne, un día de reposo. Por ejemplo, si el primer día de la Pascua caía martes, ese martes era un día de reposo. Si el primer día de la Pascua caía en un día de reposo semanal, en un sábado, entonces aún era un día solemne y tendría preeminencia sobre el dia de reposo semanal. Esto es similar a nuestros días de fiesta. Por ejemplo, si resulta que Navidad cae martes, es un día de fiesta; pero si Navidad cae domingo, el día especial de Navidad toma prioridad sobre el domingo semanal. Este punto tiene relación con la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. 

El primer día de la Pascua era siempre el día quince en el mes de Nisán, el primer mes del año. 

Levítico 23:5: en el mes primero (Nisán), a los catorce del mes, entre las dos tardes (a la puesta del sol), pascua es de Jehová. 

“Entre las dos tardes” es un modismo hebreo que significa “a la puesta del sol”. Porque la puesta del sol, según la manera hebrea de contar el tiempo, marca el fin de un día y el comienzo del siguiente día,”a los catorce del mes, entre las dos tardes (a la puesta del sol)” significa “al fin del día catorce y al comienzo del día quince”. Al fin del día catorce de Nisán, y, por eso, con el comienzo del día quince de Nisán, comienza la Pascua. 

Levítico 23:6,7:
Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin levadura (la cual es la Pascua) a Jehová: siete días comeréis panes sin levadura.

El primer día tendréis santa convocación…

El primer día de la Pascua, el quince, siempre será una santa convocación, un día de reposo, un día solemne.

Levítico 23:8:
Y ofreceréis a Jehová siete días ofrenda encendida; el séptimo día será santa convocación…

Reunamos más versículos de Escritura para entender la manera judía de contar el tiempo.

Exodo 12:2:
Este mes (Abib o Nisán) os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año. 

Exodo 13:4:
Vosotros salís hoy en el mes de Abib.

El nombre del mes de Abib fue cambiado más tarde, después del cautiverio en Babilonia, al mes de Nisán. En Ester 3:7, que fue escrito después del cautiverio en Babilonia, dice: “En el mes primero, que es el mes de Nisán…” El mes de Abib, el primer mes, es el único mes al que Dios le dio nombre en la Biblia. Dios se refiere a todos los otros meses como el segundo, el tercero, el cuarto, el quinto, el sexto, el séptimo y así sucesivamente. Cuando el hombre cambió el nombre del primer mes de Abib a Nisán, también le dio nombres a los otros meses a los cuales Dios solamente había numerado. En el primer mes del año y en el día quince, era la Pascua. Así que el día anterior a la Pascua era lógicamente el catorce de Nisán o Abib.

Hay más documentación del tiempo de la muerte de Jesús en el Evangelio de Juan. 

Juan 19:31:
Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua (el día anterior al quince de Nisán), a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí.

La Palabra declara claramente que era el día de la preparación de la Pascua, el cual sería el día anterior a la Pascua, el catorce de Nisán; los cuerpos no podían permanecer en la cruz ese día solemne. El punto mayor de confusión entre los estudiosos ha sido que no han diferenciado entre el día de reposo, el primer día de la fiesta de la Pascua, y el sábado semanal. El día anterior al sábado semanal era el viernes; por esto la enseñanza de que Jesús murió el viernes. Pero la Pascua no era el sábado semanal, como lo dice Juan. Este punto hasta está en paréntesis en la Versión Reina-Valera: “(pues aquel día de reposo era de gran solemnidad)”. Jesús fue crucificado el día anterior a una santa convocación, anterior a un día especial, el día solemne, el cual era el primer día de la fiesta de los panes sin levadura, la Pascua. Todavía está por verse en cuál día de la semana fue crucificado Jesús.

En lo que respecta al tiempo de la resurrección de Jesucristo, todos los cuatro evangelios claramente están de acuerdo. 

Mateo 28:1:
Pasado el día de reposo (éste es el sábado semanal), al amanecer del primer día de la semana (al que usted y yo conocemos como domingo), vinieron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro.

Esto es temprano en la mañana del domingo. En el versículo 6 el reporte fue que “No está aquí, pues ha resucitado…” No dice en el versículo 6 que él resucitó en la mañana de lo que nosotros llamamos Domingo de Resurrección. Dice que para cuando las mujeres llegaron a la tumba, el reporte del ángel a las mujeres fue que Jesús no estaba allí pues ya había resucitado.

Marcos 16:1 y 6:
Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.


Mas él (el ángel) les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron.

No dice que él acababa de levantarse. La declaración del ángel fue: “El ya se ha levantado”.

En Lucas 24:6 el ángel declara a aquellos en el lugar de la sepultura el domingo por la mañana: “No está aquí, sino que ha resucitado…”De nuevo, la Palabra simplemente declara que él ya se había levantado.

No dice en Mateo, Marcos o Lucas exactamente cuándo resucitó, pero sí dice que para cuando vinieron las mujeres, lo cual fue muy temprano, Cristo ya había resucitado. Ninguno de los evangelios-Mateo, Marcos, Lucas o Juan-dice que Cristo resucitó en la mañana del Domingo de Resurrección. Eso es tradición, no la Palabra. 

Para juntar las piezas, vamos a tener que ir a otros lugares en la Palabra para averiguar precisamente cuándo murió Jesucristo y cuándo resucitó. 

Mateo 12:40: 
Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. 

La Biblia ocasionalmente usa la palabra “día” como una expresión idiomática queriendo decir una porción de tiempo; pero cuando se usan juntos “día y noche”, el tiempo debe ser tomado literalmente. Jesús debía estar enterrado tres días y tres noches, lo que es igual a setenta y dos horas.

Una norma legal está involucrada en los “tres días y tres noches en el corazón de la tierra”. En los tiempos bíblicos nadie podía ser declarado muerto oficialmente hasta haber estado enterrado por setenta y dos horas, tres días y tres noches. ¿Por qué no resucitó Dios a Jesús inmediatamente después de que fue enterrado puesto que Dios, obviamente, tenía el poder? La razón por la que Dios no resucitó al Señor Jesucristo inmediatamente después de su entierro es que Jesús tenía que cumplir la ley; eso es, que él tenía que estar en la tumba por tres días y tres noches y no solamente parte de ellos. 

Nuestro fracaso en haber reconocido que el primer día de la Pascua era un día de reposo de gran solemnidad, un día de fiesta, una convocación especial, y nuestro fracaso en entender que el día judío comenzaba a las 6:00 p.m. o a la puesta del sol, han causado la mayor parte de la dificultad en cuanto al tiempo de la muerte y resurrección de Jesucristo. La Biblia dice en Juan 19:31 que Jesús fue crucificado y sepultado en el día de la preparación, el decimocuarto día de Nisán. La Palabra nos dice que Jesús murió cerca de las 3:00 p.m. en nuestro tiempo, lo cual es la hora novena según la cuenta judía. Jesús tenía que ser sepultado antes de la puesta del sol porque la puesta del sol comenzaba el siguiente día que era la Pascua. Era en contra a la ley judía el ocuparse en entierros y otras actividades serviles en la Pascua y por esto los soldados tuvieron que quebrar las piernas de los otros crucificados con Jesús. Los soldados tenían que completar su trabajo antes del crepúsculo lo cual era el principio del quince de Nisán, la Pascua. 

Jesús murió a las 3:00 p.m. y fue sepultado antes de la puesta del sol en el catorce de Nisán. Jesús tenía que estar sepultado tres noches y días completos para cumplir con la ley. Para obtener tres noches y días completos comenzando con el crepúsculo en el quince de Nisán, las setenta y dos horas de duración terminarían con la tarde del diecisiete de Nisán. Jesús tuvo que haber sido enterrado entre las 3:00 p.m. y la puesta del sol en el catorce de Nisán. Entonces esa fue la hora en que fue resucitado en el diecisiete de Nisán-setenta y dos horas más tarde. Ahora tenemos que contar para atrás para ver los días de la semana. Sabemos que cuando María Magdalena vino a la tumba temprano en el domingo, el primer día de la semana, la tumba ya estaba vacía y Cristo ya había resucitado. Luego Cristo tuvo que haber resucitado en algún momento entre las 3:00 y la puesta del sol en el sábado, el diecisiete de Nisán. Eso quiere decir que él tendría que haber sido enterrado entre las 3:00 y la puesta del sol en el miércoles, el catorce de Nisán, tres días y tres noches, o setenta y dos horas antes. Jesucristo cumplió literalmente la ley; él llevó a cabo la Palabra de Dios al ser enterrado en la tarde del miércoles y resucitado setenta y dos horas más tarde en la tarde del sábado. 

Ahora, no voy a proponer que se cambie a Miércoles Santo en vez de a Viernes Santo pues el libro de Colosenses dice que nosotros no debemos ser observadores de días o tiempos u horas especiales. Pero me voy a apegar a la precisión de la Palabra de Dios y reconocer su verdad. Las piezas del rompecabezas caen en su lugar cuando se dividen correctamente los días de los meses, cuando se dividen correctamente las horas de los días, y cuando se entienden los días especiales. Estos juntan la historia completa de la muerte y la resurrección de Jesucristo. La Palabra de Dios siempre es así de exacta. 

Estudios sobre la vida abundante, Volúmen III contiene el estudio minucioso de este tópico en el capítulo titulado “El Día en que Jesucristo murió”. 

En Lucas 24:21 leemos de dos discípulos en el camino a Emáus en el primer día de la semana

Lucas 24:21:
Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. 

Esta es la Escritura que los incrédulos van a dudar después de haber sido enseñados la gran precisión de la Palabra. En el lenguaje de cuando se tradujo la Reina-Valera, la usanza de la expresión “hoy es ya el tercer día que” quería decir que era el cuarto día porque en el cuarto día ya habían pasado tres días. La traducción de Moffatt al inglés presenta esta escritura muy clara y precisa. El la tradujo: “y ya hace tres días”. El arameo lo tiene como sigue: “Y he aquí, tres días han pasado desde que sucedieron todas estas cosas”. Vea cuán exacta se vuelve realmente la Palabra. 

Tal vez alguno le preguntará a usted ahora como se me ha preguntado cientos de veces: “¿Cuál es la diferencia si Jesús murió el miércoles y fue resucitado el sábado? ¿y qué si fueron cuatro los crucificados con Jesús?” ¿Hay alguna diferencia? Hay toda la diferencia entre una Palabra exacta y sin errores y un revoltillo de palabras que se derrumba. Sí, importa. Nosotros reconocemos la importancia de la exactitud en todos los otros campos excepto en la Palabra de Dios. Cuando vamos a un banco, demandamos exactitud. Si fuéramos astronautas dentro de una cápsula y listos para la cuenta regresiva, demandaríamos precisión. ¡Cuánto más necesitamos precisión y exactitud en la grandeza de la Palabra de Dios para tener una reserva de dinero en el espacio estelar del cielo! Si Dios pensó que era suficientemente importante como para sacrificar a Su Hijo unigénito por la integridad de Su Palabra, entonces deberíamos pensar que es supremamente importante el dividir correcta y exactamente esa Palabra.



1 comentario:

  1. El libro del Poder para la Vida Abundante se compone de una tabla de materias de cinco partes, haciendo un total de 25 capítulos, a medida que se vayan transcribiendo, todo Dios Mediante, se irán poniendo disponibles digitalmente.

    "La Palabra del Señor no está presa"

    Hechos 19:20:
    Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor.

    ¿Qué crecía? No la opinión del hombre. La Palabra del Señor crecía y la Palabra del Señor prevalecía. Cuando esa Palabra de Dios prevalece, empiezan a ocurrir cosas en nuestras vidas, en nuestra comunidad y en nuestra sociedad. Pero mientras el crecimiento de la Palabra de Dios sea impedido, mientras la gente no entienda la plenitud de la Palabra de Dios, nunca podrá prevalecer. Dios quiso que Su Palabra prevaleciese. Dios nos dio Su Palabra para que nosotros podamos guiar a la gente de las tinieblas a la luz gloriosa del evangelio de redención y salvación para hacer conocer Su voluntad. 

    Cita del libro "Poder para la Vida Abundante" V.P. Wierwille Pág. 119

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