Capítulo Ocho
La Responsabilidad del creyente
Los
creyentes durante todas las épocas de la historia han tenido la oportunidad y
la responsabilidad de dar testimonio de la Palabra de Dios. Nosotros, los de la
Era de la Iglesia, también tenemos nuestra "comisión" específica. En
Filipenses 2 el Apóstol Pablo nos revela las condiciones en que está el mundo y
cuáles son nuestras responsabilidades para con él.
Filipenses 2:15 para que seáis
irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación
maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el
mundo;
asidos de la palabra de vida...
Este
pasaje está dirigido a la Iglesia. Los creyentes están capacitados para vivir
vidas irreprensibles y sencillas porque ellos son los hijos de Dios.
¿Qué
circunstancias dice Dios que rodean a Sus hijos? Ellos viven “en medio de una
generación maligna y perversa”. Como creyentes, estamos justo en el centro,
como el eje de una rueda, con todas las posibilidades de resplandecer como
luces en un mundo tortuoso y deforme.
Para
resplandecer como luminares, primero tenemos que conocer la luz, la cual se
encuentra en Cristo y en el conocimiento de La Palabra de Dios.
Juan 12:46 Yo, la luz, he venido al
mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
Cristo
era esa luz, pero ahora somos nosotros los que resplandecemos como luminares,
asidos de La Palabra de Dios como es en verdad: La Palabra de Vida.
Usted
no necesita preguntarle a una persona si es salva. La Palabra dice que
simplemente hemos de resplandecer, asidos de La Palabra de Vida, presentándola,
exhibiéndola, mostrándola, para que ellos puedan ver. La Palabra es en sí misma
el testimonio.
Piense
en el privilegio que tenemos de poder alcanzar a alguien con el Evangelio de
Luz, aunque sea a una sola persona en toda nuestra vida. Ella podría ser la
persona clave en una comunidad o en toda un área. La persona que usted gane
para Cristo podría ser la que a su vez ganará a cientos de miles. Alguien,
alguna vez, le testificó y ganó a los más grandes santos de todos los tiempos;
sí, alguien que estaba mostrando la Palabra de Vida, asido de ella. El creyente
es el que tiene la ocasión y la responsabilidad de exhibir la Palabra en un
mundo maligno y perverso.
Para
poder compartir efectivamente la Palabra de Vida, nosotros como creyentes
primero debemos saber y luego practicar el conocimiento dado en 2 Corintios 5.
2 Corintios 5:17:
De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
A mí me
enseñaron a creer que esta escritura quería decir que cuando Cristo entraba en
un hombre, entonces esa persona era una nueva criatura. Esto no es en absoluto
lo que el versículo 17 de 2 Corintios 5 dice. Léalo otra vez: "De modo que
si alguno está en Cristo [en Cristo]... " Este versículo no dice nada
acerca de Cristo, estando en un hombre, como lo hace Colosenses 1:27
"...Cristo en vosotros [en vosotros], la esperanza de gloria".
El
milagro del nuevo nacimiento significa Cristo en usted.
Sin embargo, Cristo en usted no le pone a él automáticamente en la mente de
usted, o sea, usted en Cristo, usted en comunión. Romanos
12:2 declara que somos nosotros mismos los que tenemos que ponernos a Cristo y
la Palabra de Dios en nuestras mentes: "transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento". Filipenses 2:5 estipula: "Haya,
pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús".
2
Corintios 5:17 está hablando del creyente que ha renovado su mente, el que ha
sido transformado mediante la renovación de su entendimiento según el Cristo
que vive dentro de él. "De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es". Una cosa es que Cristo permanezca en usted, y
otra totalmente diferente que usted permanezca en Cristo. Cuando
usted está en Cristo, cuando ha puesto a Cristo en su mente, entonces tiene
usted poder en manifestación.
Juan 15:7 Si permanecéis en mí, y mis
palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
A
medida que usted renueva su mente de acuerdo a la Palabra, usted llega a ser
una nueva criatura. Las cosas viejas [en la mente] pasaron. Los viejos deseos,
los viejos anhelos y las viejas tentaciones desaparecen. He aquí todas son
hechas nuevas.
Después
de decirnos como creyentes que renovemos nuestras mentes, 2 Corintios 5 nos
dice primeramente de nuestro estar reconciliados con Dios y luego de nuestra
responsabilidad de testificarle a todos los hombres.
2 Corintios 5:17,18:
De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto [cuando hemos renovado
nuestras mentes, cuando estamos en Cristo] proviene de Dios, quien nos
reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la
reconciliación.
Es
por medio de Jesucristo que estamos reconciliados con Dios. Perdimos nuestra
conexión espiritual con Dios por medio de Adán. A consecuencia de la
desobediencia de Adán, el pecado pasó a todos los hombres, pues todos los
hombres están muertos en delitos y pecados. Pero Jesús vino y reparó la línea
de comunicaciones que estaba rota; Jesús restableció la conexión apropiada. Y
todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y
nos dio el ministerio de la reconciliación.
Una
vez que estamos reconciliados con Dios por medio de Jesucristo, entonces Dios
nos da a nosotros el ministerio de la reconciliación. Entonces nuestra función
como creyentes es reconciliar.
¿Qué
quiere decir la palabra "reconciliar"? Quiere decir: volver a juntar
aquello que ha sido separado. Dios le ha dado a usted, como creyente, ese
ministerio de traer de vuelta a El a aquellas personas que están separadas.
Nuestra responsabilidad es hablar de las grandes posibilidades que cada hombre
tiene en Cristo Jesús. Simplemente hemos de mostrar el amor de Dios; mostrar a
la gente que por ellos Jesucristo murió y fue resucitado hace más de mil
novecientos años. Tenemos que demostrar el poder de Dios, manifestar lo que un
creyente tiene en Cristo, mostrar cuán grande Cristo es.
Ese
es el ministerio de la reconciliación. ¡Qué ministerio el que tenemos!
2 Corintios 5:19:
que Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos
encargó a nosotros la palabra de la, reconciliación.
Cuando
Cristo mora dentro de su corazón, usted tiene el ministerio de tomar Su Palabra
y reconciliar a la gente con Dios.
Isaías
nos habla de la necesidad extrema que tiene la gente de ser traída de vuelta a
Dios.
Isaías 53:6:
Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de
todos nosotros.
“Todos
nosotros nos descarriamos como ovejas”. Cada uno está perdido en algún momento.
La razón: “cada cual se apartó por su camino”. Perdimos el verdadero camino
porque nos hemos apartado por nuestro propio camino. Dios tuvo
que hacer algo acerca del embrollo en que nos habíamos metido, así que El nos
reconcilió consigo mismo por medio de Cristo Jesús. ¿Cómo lo hizo?
"Cargando en él [Jesús] el pecado de todos nosotros". Dios cargó en
Jesús todos nuestros pecados y todos los pecados de todos los demás. La gran
responsabilidad del creyente es el ministerio de la reconciliación--volver a
juntar aquello que ha sido roto o separado--entre Dios y el hombre. Hemos de
compartir la Palabra de Vida con todos, porque todos se han descarriado.
Nosotros ya hemos sido reconciliados con Dios; ahora es responsabilidad nuestra
resplandecer, asidos de Su Palabra “en medio de una generación maligna y
perversa”. Cuando exhibimos la Palabra de Vida, resplandecemos como luminares en
el mundo. Este es nuestro ministerio de reconciliación. Esta es nuestra
responsabilidad.
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