Capítulo Quince
El Aguijón
en la carne de Pablo
El aguijón en la carne de Pablo ha sido el aguijón en la carne para más
gente que casi cualquier otro pasaje en la Palabra de Dios. Siempre que alguien
desea defender su indefendible teología con respecto a la voluntad de Dios en
cuanto a las enfermedades de las personas, invariablemente señala al “aguijón
en mi carne” de Pablo.
El primer requisito previo en cualquier estudio que contribuya a una
vida abundante, es una lectura exacta de aquello que está escrito. Leamos
exactamente lo que está escrito por Pablo.
2 Corintios 12:7-10:
Y para que la grandeza de las
revelaciones no me exaltase
desmedidamente, me fue dado un
aguijón en mi carne,
un mensajero de Satanás que me
abofetee,
para que no me enaltezca
sobremanera;
Respecto a lo cual tres veces he
rogado al Señor,
que lo quite de mí.
Y me ha dicho: Bástate mi gracia;
porque mi poder
se perfecciona en la debilidad.
Por tanto, de buena gana
me gloriaré más bien en mis
debilidades,
para que repose sobre mí el poder
de Cristo.
Por lo cual, por amor a Cristo me
gozo en las debilidades,
en afrentas, en necesidades, en
persecuciones,
en angustias; porque cuando soy
débil, entonces soy fuerte.
Esta palabra de Dios ha sido leída miles y miles de veces, pero muchos
que la han mirado han leído algo distinto de las verdaderas palabras.
La primera cosa a notar es que en ningún lugar en la sección entera se
menciona que una enfermedad sea el “aguijón en mi carne”. Sin embargo, el
séptimo versículo declara que este aguijón en la carne era un mensajero de
Satanás. Así que sabemos que Dios no lo envió, porque si lo hubiera enviado
Dios el versículo leería: “un aguijón en mi carne, un mensajero de Dios que me
abofetee”. Pero dice: “…un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás…”
Miremos la palabra “mensajero”. Angelos se traduce “ángel”,
angélicos”, o “mensajero” en español. La
palabra angelos se usa 188 veces en la Biblia: 180 veces se traduce
“ángel”; 1 vez se traduce “angélicos” y 7 se traduce “mensajero”. 2 Corintios
12:7 es una de las siete veces que la palabra angelos se traduce
“mensajero”. Las otras seis veces donde la palabra angelos se traduce
“mensajero” siempre se refiere a un individuo o a individuos. ¿Por qué no aquí?
Vayamos un paso más adelante: la clave para la verdadera interpretación
de la Palabra de Dios está siempre en la Palabra misma.
2 Pedro 1:20:
Entendiendo primero esto, que
ninguna profecía
de la Escritura es de
interpretación privada.
Si ninguna Escritura es de interpretación privada, entonces yo no me
atrevo a interpretarla, ni usted, ni cualquier otro, ¿Cómo es posible interpretarla entonces? La
respuesta es sencilla; si no es de interpretación privada, entonces debe por
necesidad interpretarse a sí misma. Y lo hace.
La Palabra de Dios se interpreta a sí misma donde está escrita o dentro
del contexto o se ha usado anteriormente en otra parte.
Puesto que las palabras “aguijón en mi carne” en 2 Corintios 12:7 no se explican en el
versículo mismo o en el contexto, tienen que haber sido usadas
anteriormente en la Biblia si la Palabra de Dios es verdad.
En Números 33 notamos que Dios le dio instrucciones a Moisés de que
hablara a los hijos de Israel y les informara acerca de los habitantes de la
tierra a la cual los hijos de Israel estaban por entrar, que por todos los
medios tenían que evitar fraternizar con los habitantes. Si no, son enunciadas
las consecuencias.
Números 33:55:
…sucederá que los que dejareis de
ellos serán por
aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados…
La gente, los moradores, los habitantes, serían por aguijones en los
ojos de los hijos de Israel y por espinas en sus costados. Así que el “aguijón
en mi carne” en este pasaje es definitiva y claramente gente. “Aguijón en mí
carne” entonces no es un hecho literal; sino una verdad figurada. Es similar a
nuestro dicho actual acerca del hombre que “daría un brazo por uno”. Nosotros
no decimos literalmente que él se sacaría un brazo y lo daría; queremos indicar
figurativamente que tal hombre tiene un corazón muy grande y es generoso. De
igual manera, “un aguijón en mi carne” es una figura literaria* que se refiere a cómo la gente estorba u
obstruye.
Otra vez en Josué hay otro relato acerca de “aguijones”.
Josué 23:13:
Sabed que Jehová vuestro Dios no
arrojará más
a estas naciones delante de
vosotros,
sino que os serán por lazo, por
tropiezo,
por azote para vuestros costados
y
por espinas [aguijones] para vuestros ojos…
Si usted tuviera una espina en su ojo, ¿la tendría en su carne? Otra vez ésta es una figura literaria que
claramente indica gente.
Ezequiel 28:24:
Y nunca más será [la
población de Sidón] a la casa
de Israel espina desgarradora, ni
aguijón
que le dé dolor… y sabrán que yo
soy Jehová.
Otra vez, es gente a quien se refiere como aguijones. Varias veces he
escuchado a la gente decir: “El (o ella) es en verdad un aguijón en la carne”,
queriendo decir que un individuo les era irritante. Entonces por qué decir que
el aguijón en la carne de Pablo era una enfermedad, mala visión o alguna otra
cosa cuando la Palabra de Dios se refiere específicamente a la gente como “aguijones”
en la carne.
El “aguijón en mi carne” de Pablo era la lucha y la oposición de la
gente a su ministerio. Eran hombres tratando de imponer la ley de la
circuncisión sobre los gentiles convertidos y creyentes. Estas personas eran
“mensajeros de Satanás” que abofeteaban el ministerio de Pablo.
2 Corintios 11:24 dice: “…cinco veces he recibido [Pablo] cuarenta
azotes menos uno”. Se necesita gente para infligir azotamiento. Eso sería un
“aguijón en mi carne”. Los versículos 25
y 26 continúan: “Tres veces he sido azotado con varas; una vez
apedreado…peligros de los mis nación…peligros entre falsos hermanos”.
Con toda esta información de la Palabra de Dios, sin ninguna
interpretación privada, ¿cómo puede alguien decir o contender que el “aguijón
en mi carne” de Pablo era una enfermedad?
Pablo no estaba enfermo. El estaba harto de la gente que estaba
oponiéndose y luchando contra su ministerio, impidiendo que hiciera todo lo que
a él le gustaría hacer.
Estos “falsos hermanos” eran su “aguijón en mi carne” y tres veces oró
al Señor pidiendo que los removiera, pero el Señor le dijo: “Bástate mi gracia;
porque mi poder se perfecciona en las debilidad…”
Los verdaderos colores de un hombre se ven rápidamente cuando sus
enemigos le hacen frente. Los enemigos sacan afuera el verdadero carácter de un
hombre. Así era Pablo. El no se atrevía depender de su propia fuerza; él tuvo
que depender de la abundante provisión de Dios. Un hombre débil, con Dios a su
lado, es fuerte; pero un hombre fuerte sin Dios es débil.
No se deshonre a sí mismo, ni deshonre a Dios, a la Biblia o al gran
Apóstol Pablo diciendo que el “aguijón en mi carne” de Pablo era una
enfermedad. No lo era. Fue, es y por
siempre será gente, si la Palabra de Dios es verdad --y verdad es.
El refrán dice: “Mal de muchos, consuelo de tontos”. Debe haber muchos tontos en el mundo,
especialmente cuando son confrontados con la miseria. Cuando el hombre en su
enfermedad piensa del “aguijón en mi carne” de Pablo como una enfermedad, él
parece derivar un sentimiento de mayor comodidad acerca de su propia
enfermedad, diciendo: “Bueno, Pablo tenía un ‘aguijón’ en la carne así que
supongo que puedo soportar mi enfermedad”. Qué falso consuelo; qué injusticia
para Dios, la Biblia y el Apóstol Pablo.
Pablo fue “afligido” no con una enfermedad, sino con gente obstruyendo
su ministerio; y la Palabra de Dios dice que aquellos que anden piadosamente
padecerán persecución.**
Sí, yo sé lo que un “aguijón” en la carne es, así como lo sabía el
Apóstol Pablo, y como lo pueden haber sabido Martín Lutero, John Wesley y otros
incluyéndolo a usted, mi lector. Los “aguijones” en la carne son gente, gente que
abofetea el ministerio de los elegidos de Dios. Pero cuando “soy débil [en mi mismo],
entonces soy fuerte” en Él. Gracias a
Dios por Su gran poder y bondad, pues en Él somos triunfadores constantes y en
nada somos vencidos. Porque “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, sí, aun
triunfar sobre los aguijones en mi carne”.
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*Hypocatastasis--Semejanza por implicación. Un sustantivo es mencionado, el otro
implicado. Es el grado superlativo de la
semejanza.
** 2 Timoteo 3:12: “y también todos los que quieren vivir piadosamente
en Cristo Jesús padecerán persecución”.
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