Capítulo nueve
El Cuerpo
Partido Y La Sangre Derramada
Sanidad En
La Santa Comunión
Gran número de cristianos están sufriendo de falta de fuerza e
integridad física. En la mayoría de los
casos su falta de bienestar se debe ya sea a enseñanza equivocada o a una falta
total de enseñanza acerca de la materia
que trata este estudio. La mayoría de
los cristianos están completamente familiarizados con el significado de la
sangre derramada pero no con el cuerpo partido en la ceremonia de la comunión. El
aspecto del cuerpo partido del servicio de Comunión merece estudio y
enseñanza.
El valor de este estudio sobre la vida abundante depende enteramente
sobre qué posición retenga usted referente a la Palabra de Dios. Si usted cree
que la Biblia es la Palabra de Dios y que es la respuesta de Dios a las
necesidades del hombre, entonces usted será capaz de manifestar los resultados
en su vida.
De acuerdo a Malaquías 3:6, Dios dice: “Porque yo Jehová no cambio…” Él
es el mismo todo el tiempo. Lo que Él fue una vez, Él siempre es. Lo que hizo
una vez, Él siempre lo hace. El Dios que
yo conozco, que yo enseño y predico, y por quien yo trabajo, es el mismo Dios
que el Dios de Abraham, David y Pablo. Dios no ha llegado a ser ni un poquito más
débil a través de estos años.
La productividad de este estudio, gran parte, depende si usted está
buscando o no liberación de la enfermedad. Si usted no está buscando completa
liberación para su vida, sino una excusa para el cautiverio, este estudio no le
será de provecho. Hay gente que cree que la voluntad de Dios para ellos es estar
enfermos. Hay gente que cree que Dios es el autor de la enfermedad, el
sufrimiento y toda clase de maldad para la humanidad. Hay gente que cree que Dios los hace mejor
cristianos al mandarles enfermedades y dolencias. Todas estas posiciones son
contradicciones directas a la Palabra de Dios.
Dios no envía enfermedad, dolencia y pecado a la vida de nadie para
hacerlo un cristiano más digno o más santo, ni tampoco envía Dios enfermedad y
dolencia para probar a la gente.
Cuando la iglesia corintia estuvo manifestando enfermedad, división y
contienda, Pablo no los aplaudió por sus
enfermedades. El no dijo: “Que ustedes estén enfermos es una señal del amor de
Dios”. Ni tampoco dijo Pablo: “Carguen su enfermedad pacientemente pues Dios
los está probando”. El Apóstol Pablo, según la epístola a los Corintios, los
reprendió y se esforzó por corregirlos por estar enfermos. El los reprendió no
como individuos sino como una congregación, como cristianos, porque ellos no
discernían el Cuerpo del señor apropiadamente.
Ellos no se daban cuenta de que Jesús, que fue sacrificado en la cruz
del Calvario, había logrado en su cuerpo algo para ellos. Pablo señaló que ya no era necesario sufrir
enfermedad y dolencia.
La era de la ley fue totalmente diferente a la era de la Iglesia.
Deuteronomio 28:15-6 habla sobre la maldición de la ley, aquellas cosas que
sobrevinieron a los hombres que eran desobediente a la ley.
Deuteronomio 28:15
Pero acontecerá, si no oyeres la
voz de Jehová tu Dios,
para procurar cumplir todos sus
mandamientos y sus estatutos
que yo te intimo hoy, que vendrán
sobre ti
todas estas maldiciones, y te
alcanzarán.
Versículo 22:
Jehová te herirá de tisis, de
fiebre, de inflamación y de ardor…
Versículo 27:
Jehová te herirá con la úlcera de
Egipto, con tumores,
con sarna, y con comezón de que
no puedas ser curado.
Versículo 28:
Jehová te herirá con locura, ceguera
y turbación de espíritu.
Versículo 35:
Te herirá Jehová con maligna
pústula en las rodillas y
en las piernas… sin que puedas
ser curado.
Versículo 60:
Y traerá sobre ti todos los males
de Egipto…
Versículo 61:
Asimismo toda enfermedad y toda
plaga… Jehová la enviará sobre ti…
La mayor parte de toda esta
sección trata de enfermedad y dolencia.
La Iglesia, el cuerpo de creyentes, no está más bajo la maldición de la
ley. Por la gracia de Dios por medio de Jesucristo somos ahora capaces de vivir
la vida más abundante.
Gálatas 3:13:
Cristo nos redimió de la
maldición de la ley,
hecho por nosotros maldición
(porque está escrito:
Maldito todo el que es colgado en
un madero).
Si hemos sido redimidos de la maldición de la ley entonces no tenemos
más la maldición sobre nosotros. “Cristo nos redimió [tiempo pasado] de la
maldición de la ley…” Eso quiere decir que él nos redimió, no sólo de algunas
de las cosas mencionadas en la maldición, sino de todas ellas, lo cual
incluye enfermedad y dolencia.
Si la Iglesia ha sido redimida de la enfermedad y la dolencia, entonces,
¿por qué estaba enfermiza y débil la Iglesia corintia?
1 Corintios 11:29-30
Porque el que come y bebe
indignamente, sin discernir
el cuerpo del Señor, juicio come
y bebe para sí.
Por lo cual hay muchos enfermos y
debilitados entre vosotros,
y muchos duermen.
La iglesia corintia estaba bien enterada de lo que la sangre de Cristo
significaba, pero no estaban logrando discernir el cuerpo del señor.
No dice cuántos miembros tenía la iglesia corintia, pero se puede
documentar el número en otro grupo del Antiguo Testamento. Algunos eruditos
estiman que dos millones y medio de personas salieron de Egipto, porque fueron
600.000 hombres más esposas e hijos.
Éxodo 12:37
Partieron los hijos de Israel de
Ramesés a Sucot,
como seiscientos mil hombres de a
pie, sin contar los niños.
Salmos 105:37:
…Y no hubo en sus tribus enfermo.
Siempre hay algo obviamente erróneo cuando hay miembros en la Iglesia
que están débiles y enfermizos y la gente se está muriendo prematuramente. Si
Dios puede sacar a dos millones y medio de personas de Egipto sin ninguna
enferma entre ellas, entonces, ¿qué hay que Él no pueda hacer en el día en que
vivimos? ¿No hará Dios en esta Era de la gracia lo mismo, si no más, de lo que
hizo en el tiempo de la ley? La grandeza de este día en que vivimos es mayor
que la de los días de Moisés. Jesucristo se levantó de los muertos, el espíritu
santo está en la gente cristiana con gran poder potencial.
Hechos 13:38,39 Sabed, pues,
esto, varones hermanos:
que por medio de él se os anuncia
perdón de pecados,
y que de todo aquello de que por
la ley de Moisés
no pudisteis ser justificados, en
él es justificado todo aquel que cree.
Los hijos de Israel habían estado en Egipto por cuatrocientos años y
habían sido terriblemente maltratados por los patrones egipcios.
Éxodo 2:23,24:
Aconteció que después de muchos
días murió el rey de Egipto,
y los hijos de Israel gemían a
causa de la servidumbre,
y clamaron; y subió a Dios el
clamor de ellos
con motivo de su servidumbre.
Y oyó Dios el gemido de ellos,
y se acordó de su pacto con
Abraham, Isaac y Jacob.
Por 80 años Israel había estado esperando que apareciera su libertador.
Éxodo 3:10
Ven… y te enviaré [Moisés] a Faraón, para que saques de Egipto
a mi pueblo, los hijos de Israel.
Y Dios los sacó bajo el liderato de un hombre llamado Moisés. Moisés llegó a ser el portavoz de Dios; y en
preparación para la liberación de los israelitas esclavizados, Dios instruyó a
la gente por medio de Su portavoz.
Éxodo 12:3,6-8,11
Hablad a toda la congregación de
Israel, diciendo:…
tómese cada uno un cordero…
… lo inmolará… entre las dos
tardes.
Y tomarán de la sangre, y la
pondrán en los dos postes
y en el dintel de las casas…
Y aquella noche comerán la carne…
…es la Pascua de Jehová.
Dios dio su Palabra; aquellos que oyeron y creyeron obtuvieron los
resultados.
Dios le dijo a Moisés que él debería decirle a la gente que hicieran dos
cosas: (1) tomar la sangre del cordero y rociarla en el dintel y los dos postes
de las casas y (2) comer la carne. La sangre y la carne eran igualmente
importantes, igualmente significativas en lo que concierne a la Palabra de Dios
y al pueblo de Israel. Esto fue la Pascua de Jehová.
Quiero que usted note algo más. Cuando el Señor pasó sobre Egipto y los
primogénitos de los egipcios fueron muertos, Dios protegió las casas de los
hijos de Israel debido a la sangre que ellos rociaron en el dintel y en los
postes. Sólo la sangre los protegió. El Relato de Éxodo no menciona nada acerca
de ver un esqueleto o la carne del cordero colocada fuera de la puerta. Si
algún padre hebreo hubiese dicho: “Oh, esa Palabra de Dios que Moisés está hablando
es una tontería; yo no creo en esa clase de cosas. Es tonto matar un cordero y
rociar la sangre sobre nuestro dintel de puerta, y luego pensar que el heridor
no vendrá. Yo no lo haré. Yo rehúso escuchar a Moisés; él no puede ser el
hombre de Dios”. Si el padre realmente hubiese creído esto, el hijo mayor de
esa familia hubiese muerto junto con los primogénitos de los egipcios
incrédulos.
Después de prestar protección a los hijos de Israel por el derramamiento
de sangre, ¿cuál fue el propósito del mandamiento: “…comerán la carne…”? Dios les dijo que comieran la carne del
cordero para que sus necesidades físicas fueran suplidas. Viendo a esos hebreos aquella noche en
Egipto, ellos no lucían cambiados en el exterior. Pero algo había sucedido
porque los israelitas actuaron según la Palabra de Dios.
La creencia se indica por medio de actuar según lo que Dios ha
prometido. La gente hebrea guiada por Moisés demostró creencia. Dios les dio
integridad física cuando comieron la carne del cordero, y literalmente tuvo
piedad de sus vidas porque ellos siguieron Sus instrucciones al rociar la
sangre. Ni un segundo antes de que comieran el cordero recibieron ellos
integridad. Pero, esa noche cuando comieron la carne del cordero cuya
sangre habían rociado sobre el dintel y los postes de la casa, ellos comieron
salud física para sí mismos. El heridor pasó sin herir a los israelitas
obedientes, y a la mañana siguiente todos estaban completos en todos los
aspectos.
Esta gente actuó según la Palabra de Dios tal como fue hablada por
Moisés. Algunos de ustedes están
diciendo: “Bueno si hubiese un Moisés hoy día, yo creería”.
¿Lo haría usted? Siempre que hay un hombre de Dios hablando la Palabra
de Dios, usted tiene la Palabra absoluta.
Cuando yo estoy predicando el evangelio, yo soy el hombre de Dios con Su
poder en mí, y todo el que crea las palabras que hablo obtiene resultados
cuando actúa según ellas. Esto promete la Palabra.
Así como la sangre del cordero fue el cubrimiento por los pecados de los
hijos de Israel, así la sangre de Jesucristo fue vertida por el pecado. El
cuerpo de Cristo fue ofrecido por las consecuencias del pecado (esto es,
enfermedad, dolencia y necesidad) al igual que el comer la carne fue la sanidad
para los necesidades físicas de los hijos de Israel.
Mateo 8:17:
El mismo [Jesús] tomó nuestras enfermedades [estar
incompletos],
y llevó nuestras dolencias.
Estas dos cosas Jesús hizo por nosotros pues él es nuestra
pascua.
1 Corintios 5:7:
…porque nuestra pascua, que es
Cristo,
ya fue sacrificada por nosotros.
En el pasaje de Éxodo 12, Israel estaba comenzando su jornada desde la
tierra de Egipto, la tierra de esclavitud, a la tierra prometida. En esa
jornada uno puede encontrar una verdadera comparación para la jornada de cada
persona hoy en día. Describe la jornada que un cristiano puede hacer desde el
tiempo de la esclavitud, la derrota y la frustración, hasta la vida más
abundante. La única diferencia es que los hijos de Israel miraban hacia delante
al tiempo de la cruz de Jesús, mientras que nosotros miramos hacia atrás a los
logros en cruz de Jesús.
Cuántos hemos descuidado llegar a la gente de Dios con esta verdad
acerca de la carga de nuestras dolencias por Jesús. Nosotros hemos enseñado que
Jesús llevó nuestro pecado pero hemos descuidado el enseñar la otra mitad --que
él “…llevó nuestras dolencias”. La Palabra de Dios es clara en cuanto a estas
dos partes específicas en la muerte de Jesús. No estoy predicando una nueva
doctrina, no estoy enseñando un evangelio nuevo; estoy enseñando el evangelio
que Pedro, Pablo y el resto de los apóstoles enseñaron y predicaron, el cual
trajo liberación a los creyentes. Yo creo en la obra completa de Jesucristo, no
sólo para salvación del pecado sino
también para salvación de enfermedad. Si Pedro puede decir: “…En el nombre de
Jesucristo… levántate y anda”, yo también puedo, su pastor también, usted también,
porque la Palabra lo dice. Estamos limitados sólo al punto en que limitemos la
Palabra de Dios en nosotros. Él, Jesucristo, cargó con nuestra enfermedad y
nuestro pecado.
Los elementos de la Pascua para Israel son equivalentes a la Santa
Comunión para la Iglesia. El cordero de Pascua tenía dos partes importantes:
sangre y carne. Así también, la muerte del cordero de Dios tenía dos elementos:
sangre y carne, simbolizados en la santa Comunión por la copa y el pan
1 Corintios 10:16:
La copa de bendición que
bendecimos,
¿no es la comunión de la sangre
de Cristo?
El pan que partimos, ¿no es la
comunión del cuerpo de Cristo?
1 Corintios 10:16 tiene los dos elementos descritos muy claramente; aun
así por años no me di cuenta del gran poder de sanidad física en la comunión.Yo
siempre creí que la “Celebración de la cena del Señor siempre ha sido
considerada por la iglesia como el santuario más íntimo de toda la adoración
cristiana”, como está asentado en nuestra liturgia de Comunión. Pero yo no
había sido enseñado en las iglesias o seminarios a los cuales asistí que el
cuerpo de Jesús fue dado por mi integridad física, aunque la Biblia dice que es
así. La enfermedad ha venido sobre la Iglesia, aunque participamos de ambos
elementos, porque no hemos discernido apropiadamente el cuerpo del señor.
Salmos 103:3:
El [Dios] es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias.
Hay dos partes: pecado y dolencia, una es removida por la sangre del
cordero y la otra por la carne del cordero.
Isaías 53:5:
Mas él herido fue por nuestras
rebeliones,
molido por nuestros pecados; el
castigo de nuestra paz
fue sobre él, y por su llaga
fuimos nosotros curados.
Este pasaje profetiza los logros del mesías prometido, Jesucristo. De
nuevo, note los dos elementos: perdón y sanidad. La integridad tiene dos partes
espiritual y física.
En el Antiguo Testamento hay siete nombres diferentes para Dios que
describen su naturaleza. Uno de los siete es Jehová Rapha que es hebreo,
y quiere decir: “…Yo soy Jehová tu sanador”. Como se da en Éxodo 15:26.
Una parte integral de la naturaleza de Dios es sanidad física. El señor,
en el tiempo en que los hijos de Israel salían de Egipto, les dio la promesa:
“Yo soy Jehová tu sanador”. Él sigue
siendo el mismo Señor hoy día. Satanás causa enfermedades y las dolencias. Dios
hizo disponible la salvación y la sanidad.
1 Pedro 2:24:
Quien llevó él mismo nuestros
pecados
en su cuerpo sobre el madero,
para que nosotros,
estando muertos a los pecados,
vivamos a la justicia;
y por cuya herida fuisteis
sanados.
Mientras Jesús andaba aquí sobre la tierra demostrando la voluntad de
Dios, llegó el momento para el cumplimiento de aquellos que está relatado en 2
Corintios.
2 Corintios 5:21:
Al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado,
para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él.
Jesús, que no tuvo pecado, fue hecho pecado por usted y por mí: “para
que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.
No hay palabras para describir el amor mostrado en la crucifixión de Jesús.
Jesús, el hijo de Dios, sin ningún pecado --que no hizo otra cosa sino el bien
para la gente, sanando sus cuerpos rotos y dándoles la Palabra de Dios-- ahora
iba a ser crucificado por ellos. Le golpearon y entretejieron una corona de
espinas para ponerla en su cabeza. Escupieron
en su cara y le pegaron. Finalmente le guiaron por aquel escabroso camino al
calvario.
Juan 19:17:
Y él, cargando su cruz, salió al
lugar llamado de la Calavera.*
La cruz que Jesús cargó estaba compuesta de todo lo que había en contra
de nosotros.
Colosenses 2:14
Anulando el acta de los decretos
que había contra nosotros,
que nos era contraria, quitándola
de en medio y clavándola en la cruz.
Fue ese castigo físico por el cual él pasó que trajo nuestra sanidad. En
Isaías 53:5 leemos: “por su llaga fuimos nosotros curados”, y en 1 Pedro 2:24:
“por cuya herida fuisteis sanados”.
Al final de su vida terrenal cuando le estaban golpeando y azotando,
Jesús en su cuerpo físico estaba pagando el precio para la integridad física de
la humanidad. Cuando él permitió que su cuerpo fuera golpeado y azotado, Jesús
nos estaba redimiendo de la enfermedad y dolencia. No fue su cuerpo, sino su
sangre la que fue derramada en el Calvario para la remisión del pecado
Mateo 26:28:
Porque esto es mi sangre del
nuevo pacto,
que por muchos es derramada para
remisión de los pecados.
Las palabras “sangre derramada” son una figura literaria y no quieren
decir literalmente “sangre”, sino la vida que ha salido de la sangre. La sangre de
Jesús fue derramada --él murió-- para
la remisión de los pecados, no por las
enfermedades.
Jesús fue nuestro substituto completo. Él fue nuestra pascua. Fue muerto
por nosotros. En vez de tener que vivir bajo la maldición de la ley, ahora
somos libres de esa maldición. Ahora vivimos por gracia por medio de creer en
la obra finalizada de Jesucristo, el cordero de Dios.
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* Y él [Jesús], cargando su cruz” es la frase de la cual se ha inferido
que Jesús cargó la cruz de madera. Esto no concuerda con los pasajes claros en
los otros tres evangelios. Ellos estipulaban claramente que Simón de Cirene
cargó la cruz de madera desde la puerta del Pretorio.
Cuando usted y yo creamos y conozcamos nuestros derechos legales en
Cristo, y cuando conozcamos y creamos en el significado total de la Santa
Comunión, no toleraremos más las enfermedades. Las enfermedades y el pecado
pierden su poder sobre nosotros cuando discernimos apropiadamente el cuerpo y
la sangre del señor.
La copa en la Santa comunión representa la sangre de Jesucristo; el pan
representa el cuerpo de Cristo. Ya que Jesús llevó mi pecado y enfermedad en la
cruz del Calvario, entonces cuando vengo a la Comunión en memoria de él y como
de ese pan y bebo de esa copa, tengo sanidad y perdón de pecados porque “llevó
el mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero…por cuya herida fuisteis
sanados”.
El señor Jesús instituyó este nuevo pacto de la Santa Comunión
simbolizando su sangre y su cuerpo.
1 Corintios 11:23-25:
…Que el Señor Jesús, la noche que
fue entregado, tomó pan;
y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo:
Tomad, comed; esto es mi cuerpo
que por vosotros es partido;
haced esto en memoria de mí.
Asimismo tomó también la copa,
después de haber cenado,
diciendo: Esta copa es el nuevo
pacto en mi sangre;
haced esto todas las veces que la
bebiereis, en memoria de mí.
La iglesia corintia fue amonestada a seguir celebrando la cena del
señor. Después de dar cada elemento, la
escritura dice: “haced esto en memoria de mí”. No sólo es hacerlo, sino
“hacerlo en memoria de Cristo”
Para tener memoria de alguien o de algo, primero tenemos que tener
conocimiento concerniente a esa persona o cosa. Tenemos que saber lo que Cristo
logró por su muerte antes de poder tener memoria de los resultados de su
sufrimiento y muerte por nosotros.
Actuar según la promesa de Dios trae el resultado que Dios dijo que
traería.
Romanos 10:11:
La Escritura dice: ningún hombre
que crea en él--que se adhiera a,
se atenga a y confíe en él--será
[jamás] avergonzado o desilusionado.
[Traducción amplificada.]
Vaya a la mesa de Comunión sabiendo que sus pecados están perdonados y
que por su herida fue usted sanado. Esto no depende de los sentimientos que
usted pueda o no tener; depende de los logros de Jesucristo.
Al serle servido el pan, recuerde que Cristo dijo: “Esto es mi cuerpo
que por vosotros es partido”. Con
creencia reciba y dele gracias a Dios por su integridad física como espiritual.
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