domingo, 6 de julio de 2014

LA BIBLIA ME LO DICE CAP. 11 V.P. Wierwille

Cuarta parte (Capítulo 11 al 18)




   LA PALABRA EN NUESTRAS MENTES
         
El propósito de la tercera parte de La Biblia me lo dice, “Integridad física y espiritual”, era hacernos fuertes mostrándonos cuán completamente Dios ha suplido todas nuestras necesidades. La primera parte, nuestro punto de partida, comenzó cuidando de nuestra salud mental. Necesitamos libertad e integridad mental antes de poder lanzarnos hacia el entendimiento de las otras verdades de Dios. Luego, en la segunda parte, vimos la sencillez y el poder de la ley de la creencia, la cual funciona para absolutamente todos, aun para aquellos que no la conocen. Todas las verdades en las primeras tres partes están claramente explicadas y documentadas en la Palabra de Dios.  Sin embargo, en los temas de esta cuarta parte, la claridad de la Palabra de Dios ha sido enturbiada por el transcurso del tiempo, las traducciones y las interpretaciones.  Así que ahora tenemos que estudiar nuevamente la Palabra de Dios y buscar la claridad en temas que han estado casi sin estudiarse o en temas que se han entendido muy mal y que por consiguiente se han enseñado incorrectamente.
      
Los ocho estudios siguientes sobre la exactitud de la Palabra de Dios comienzan con los temas menos complicados pero dinámicos --“Las Palmas de Dios”, “El andar de la juventud” --y profundizan progresivamente hacia las investigaciones más detalladas de  “La Servidumbre del día de reposo”,  “El Bautismo”,  “El Aguijón en la carne de Pablo”,  “Cuando Judas se ahorcó” y “Procura con diligencia”.
     
El punto culminante de deleite y estudio es el capítulo final, “Como Él es” --un estudio de las tres palabras como Él es de 1 Juan. Estas palabras nos muestran la increíble verdad de que “como él es, así somos nosotros en este mundo”. Ya que somos como Él es, nuestra libertad mental, nuestra creencia positiva, nuestra integridad tanto física como espiritual, deben reanimarse con entusiasmo y fuerza. Esto es lo que sucede cuando ponemos Su Palabra en nuestras mentes.




Capítulo once

Las Palmas de Dios
      
La figura literaria condescencio (que atribuye características humanas a Dios) en “las palmas de Dios”, es usada en Isaías de una forma extremadamente bella, como un orientalismo en todo su significado.

Isaías 49:15-16
¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de
compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella,
yo nunca me olvidaré de ti.

He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida [tatuada];
delante de mí están siempre tus muros [manos].
La maternidad es una experiencia humana inolvidable. Una madre alimentando a su hijo recién nacido tiene sentimientos indescriptibles de unión y tierno afecto por el fruto de su vientre. Aun así, Dios dice que una mujer podría olvidarse de su bebe --que es dificilísimo e inverosímil-- pero Dios nunca se olvidará de uno de los Suyos. Para enfatizar la gran habilidad de Dios para recordar a Sus hijos, este pasaje declara que el recuerdo de Dios va más allá que el de una madre por su hijo. La memoria de Dios es aun más profunda que la memoria de una estrechísima relación humana. La memoria de Dios por nosotros está por encima de la comprensión humana.
     
Después de esta vívida declaración del recuerdo de Dios por Sus hijos, el versículo 16 de Isaías 49 usa una figura gráfica que atribuye a Dios la característica humana de las palmas: “En las palmas de las manos te tengo esculpida”. La manera oriental de expresar gran amor y continuo recuerdo se hace por medio del grabado, lo que nosotros llamaríamos tatuaje. La tradición oriental era tatuar en su cuerpo los nombres de aquellos que usted ama cariñosamente mientras que simplemente le obsequia regalos a aquellos que usted ama superficialmente.
      
El proceso del tatuaje es muy desagradable. Cuando una persona se tatúa, comúnmente lo hace en el brazo, algunas veces en la espalda o en el pecho. Pero usted nunca ve tatuadas las palmas de la mano de un hombre. ¿Por qué? Porque las palmas de las manos son demasiado sensibles. Son demasiado delicadas. El dolor del tatuaje en las palmas es demasiado grande para soportar. Pero aun así Dios dice: “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida”.  Primeramente, Dios está diciendo que toma demasiado tiempo mirar en el brazo o en los hombros o a lo largo del pecho, porque esa parte del cuerpo está cubierta por varios tipos de vestimentas; por lo tanto, El nos ha tatuado en las palmas de Sus manos. Allí puede vernos constantemente. Dios nos ama tanto que, figurativamente, está dispuesto a soportar el agudo dolor de tenernos tatuados en las palmas de Sus manos. No es demasiado doloroso para Dios grabar nuestros nombres en las palmas de Sus manos porque El nos ama tiernamente.

Juan 3:16:
Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna.
     
Dios está tratando de ilustrar cuánto cuida de nosotros diciendo: “He aquí que en las palmas de mis manos te tengo esculpida”.  El nos está diciendo que ha tomado una parte muy delicada, muy sensitiva de Su ser, y allí ha tatuado nuestros nombres. En realidad Él está diciendo: “Los amo tanto que no quiero que mi amor esté cubierto bajo las vestimentas, no quiero que mi amor quede oculto de tal manera que no pueda ser visto; pero Yo los he grabado en una parte muy delicada y sensitiva de Mi ser para que en cualquier momento que mire pueda verlos”.  Ese es el amor de Dios. Cuando usted vea la belleza de esta escritura comenzará a apreciar la compasión y el amor de Dios.
      
La segunda parte de esta verdad dice: “…delante de mí están siempre tus muros”. La palabra “muros” es una presentación muy inexacta. Las palmas de las manos son los muros. Cuando usted las levanta ellas son muros delante de su cara.
      
Además de tenernos grabados en sus palmas, nuestras propias palmas están continuamente delante de Él. ¿Qué es lo que Dios ve en las palmas de nuestras manos?  Él no ve otra cosa salvo pecado, duda, temor, amargura, disputas, mentiras, odio --todo lo que mancha a un pecador.  Él ve en nuestras palmas el miedo a la muerte, el miedo a la enfermedad y la dolencia, la inseguridad e incertidumbre del futuro. Pero Dios en Su maravillosos amor infinito, sin tomar en consideración quiénes éramos, nos tatuó o grabó en Sus palmas.
       
El continuo recuerdo de Dios por Sus hijos es verdad porque Él los ha esculpido, a Sus hijos, sobre las palmas de Sus manos.

Isaías 1:18:
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren
como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos
como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
     
Esta es una parte del significado del continuo recuerdo de Dios.

Isaías 43:25:
Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo,
y no me acordaré de tus pecados.

Salmos 103:12:
Cuanto está lejos el oriente del occidente,
Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
      
¿No diría usted que Dios con seguridad nos ha grabado sobre las palmas de Sus manos? Él perdona y olvida nuestros defectos al mismo tiempo que nos recuerda y cuida de nosotros constantemente.
       
Dios nos da en el Libro del Apocalipsis una verdad parecida.

Apocalipsis 3:20:
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz
y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
   
¿Pensó usted alguna vez sobre la belleza de esas palabras? En el oriente el anfitrión no come con su invitado a no ser que sea un amigo muy íntimo. En este pasaje de Escritura Jesús está diciendo: “Yo soy tu amigo más íntimo”.  Jesús entra en nuestros corazones a invitación nuestra. Él nunca se nos impone. Él no solamente está entrando, sino que está cenando con nosotros. Jesús dijo: “Yo deseo ser muy íntimo con mi gente; cenaré con ellos; comeré con ellos sólo con que me pregunten”.
       
Hebreos 13:5 dice: “…No te desampararé, ni te dejaré”. También Mateo 28:20 dice: “…he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
     
El señor está con nosotros todos los días. Por eso es que él dijo en Mateo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Este es el continuo recuerdo de Dios por el cual Él nos puede decir: “En las palmas de las manos te tengo esculpida aun cuando delante de Mí están siempre tus muros, tus palmas”.
    
Cristo murió por todos y así pues él podía decir: “Cualquiera que desee puede venir”. Una vez que Cristo ha ofrecido la invitación es asunto de que nosotros la aceptemos. Si usted desea venir a Cristo usted puede. El hombre no tiene que morir en su pecado porque Cristo murió por el pecado y llevó nuestras enfermedades y nuestros dolores. Nosotros no tenemos que llevarlos. Dios alegre y deseosamente ha grabado nuestros nombres sobre las palmas de Sus manos.
     
No hay duda alguna acerca de la claridad del llamado de Jesucristo al hombre. La única pregunta es si el hombre va a responder a ese llamado. Cuando Jesús murió sobre la cruz del Calvario, murió por todos en el mundo entero; pero sólo aquellos que lo aceptan a él como su salvador reciben los beneficios de su muerte.
      
Aquellos de nosotros que hemos aceptado a Jesús como señor en nuestras vidas--hemos sido grabados en las palmas de las manos de Dios. Él continuamente nos recuerda y cuida de nosotros. ¿Se acuerda usted de: “…para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”? Él ha venido para permanecer en nosotros para siempre, para que tengamos vida eterna ahora y para siempre.
      
Esta es la forma en que Dios se acuerda de nosotros continuamente. No hay un día, una hora, un minuto o un segundo en que nosotros como hijos de Dios no seamos recordados ante el trono de Dios.  Nosotros los hijos de Dios verdaderamente hemos sido grabados en las palmas de Dios.


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