Cuarta parte (Capítulo 11 al 18)
LA PALABRA
EN NUESTRAS MENTES
El propósito de la tercera parte de La Biblia me lo
dice, “Integridad física y espiritual”, era hacernos fuertes
mostrándonos cuán completamente Dios ha suplido todas nuestras necesidades. La
primera parte, nuestro punto de partida, comenzó cuidando de nuestra salud
mental. Necesitamos libertad e integridad mental antes de poder lanzarnos hacia
el entendimiento de las otras verdades de Dios. Luego, en la segunda parte,
vimos la sencillez y el poder de la ley de la creencia, la cual funciona para
absolutamente todos, aun para aquellos que no la conocen. Todas las verdades en
las primeras tres partes están claramente explicadas y documentadas en la
Palabra de Dios. Sin embargo, en los
temas de esta cuarta parte, la claridad de la Palabra de Dios ha sido enturbiada
por el transcurso del tiempo, las traducciones y las interpretaciones. Así que ahora tenemos que estudiar nuevamente
la Palabra de Dios y buscar la claridad en temas que han estado casi sin
estudiarse o en temas que se han entendido muy mal y que por consiguiente se
han enseñado incorrectamente.
Los ocho estudios siguientes sobre la exactitud de la Palabra de Dios
comienzan con los temas menos complicados pero dinámicos --“Las Palmas de
Dios”, “El andar de la juventud” --y profundizan progresivamente hacia las
investigaciones más detalladas de “La
Servidumbre del día de reposo”, “El
Bautismo”, “El Aguijón en la carne de
Pablo”, “Cuando Judas se ahorcó” y
“Procura con diligencia”.
El punto culminante de deleite y estudio es el capítulo final, “Como Él
es” --un estudio de las tres palabras como Él es de 1
Juan. Estas palabras nos muestran la increíble verdad de que “como él es, así
somos nosotros en este mundo”. Ya que somos como Él es, nuestra libertad
mental, nuestra creencia positiva, nuestra integridad tanto física como
espiritual, deben reanimarse con entusiasmo y fuerza. Esto es lo que sucede
cuando ponemos Su Palabra en nuestras mentes.
Capítulo once
Las Palmas
de Dios
La figura literaria condescencio (que atribuye características humanas a
Dios) en “las palmas de Dios”, es usada en Isaías de una forma extremadamente
bella, como un orientalismo en todo su significado.
Isaías 49:15-16
¿Se olvidará la mujer de lo que
dio a luz, para dejar de
compadecerse del hijo de su
vientre? Aunque olvide ella,
yo nunca me olvidaré de ti.
He aquí que en las palmas de las
manos te tengo esculpida [tatuada];
delante de mí están siempre tus
muros [manos].
La maternidad es una experiencia humana inolvidable. Una madre
alimentando a su hijo recién nacido tiene sentimientos indescriptibles de unión
y tierno afecto por el fruto de su vientre. Aun así, Dios dice que una mujer
podría olvidarse de su bebe --que es dificilísimo e inverosímil-- pero Dios
nunca se olvidará de uno de los Suyos. Para enfatizar la gran habilidad de Dios
para recordar a Sus hijos, este pasaje declara que el recuerdo de Dios va más
allá que el de una madre por su hijo. La memoria de Dios es aun más profunda
que la memoria de una estrechísima relación humana. La memoria de Dios por
nosotros está por encima de la comprensión humana.
Después de esta vívida declaración del recuerdo de Dios por Sus hijos,
el versículo 16 de Isaías 49 usa una figura gráfica que atribuye a Dios la
característica humana de las palmas: “En las palmas de las manos te tengo
esculpida”. La manera oriental de expresar gran amor y continuo recuerdo se
hace por medio del grabado, lo que nosotros llamaríamos tatuaje. La tradición
oriental era tatuar en su cuerpo los nombres de aquellos que usted ama
cariñosamente mientras que simplemente le obsequia regalos a aquellos que usted
ama superficialmente.
El proceso del tatuaje es muy desagradable. Cuando una persona se tatúa,
comúnmente lo hace en el brazo, algunas veces en la espalda o en el pecho. Pero
usted nunca ve tatuadas las palmas de la mano de un hombre. ¿Por qué? Porque
las palmas de las manos son demasiado sensibles. Son demasiado delicadas. El
dolor del tatuaje en las palmas es demasiado grande para soportar. Pero aun así
Dios dice: “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida”. Primeramente, Dios está diciendo que toma
demasiado tiempo mirar en el brazo o en los hombros o a lo largo del pecho,
porque esa parte del cuerpo está cubierta por varios tipos de vestimentas; por
lo tanto, El nos ha tatuado en las palmas de Sus manos. Allí puede vernos
constantemente. Dios nos ama tanto que, figurativamente, está dispuesto a
soportar el agudo dolor de tenernos tatuados en las palmas de Sus manos. No es
demasiado doloroso para Dios grabar nuestros nombres en las palmas de Sus manos
porque El nos ama tiernamente.
Juan 3:16:
Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna.
Dios está tratando de ilustrar cuánto cuida de nosotros diciendo: “He
aquí que en las palmas de mis manos te tengo esculpida”. El nos está diciendo que ha tomado una parte
muy delicada, muy sensitiva de Su ser, y allí ha tatuado nuestros nombres. En
realidad Él está diciendo: “Los amo tanto que no quiero que mi amor esté
cubierto bajo las vestimentas, no quiero que mi amor quede oculto de tal manera
que no pueda ser visto; pero Yo los he grabado en una parte muy delicada y
sensitiva de Mi ser para que en cualquier momento que mire pueda verlos”. Ese es el amor de Dios. Cuando usted vea la
belleza de esta escritura comenzará a apreciar la compasión y el amor de Dios.
La segunda parte de esta verdad dice: “…delante de mí están siempre tus
muros”. La palabra “muros” es una presentación muy inexacta. Las palmas de las
manos son los muros. Cuando usted las levanta ellas son muros delante de su
cara.
Además de tenernos grabados en sus palmas, nuestras propias palmas están
continuamente delante de Él. ¿Qué es lo
que Dios ve en las palmas de nuestras manos? Él no ve otra cosa salvo pecado, duda, temor, amargura, disputas,
mentiras, odio --todo lo que mancha a un pecador. Él ve en nuestras palmas el miedo a la
muerte, el miedo a la enfermedad y la dolencia, la inseguridad e incertidumbre
del futuro. Pero Dios en Su maravillosos amor infinito, sin tomar en
consideración quiénes éramos, nos tatuó o grabó en Sus palmas.
El continuo recuerdo de Dios por Sus hijos es verdad porque Él los ha
esculpido, a Sus hijos, sobre las palmas de Sus manos.
Isaías 1:18:
Venid luego, dice Jehová, y
estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren
como la grana, como la nieve
serán emblanquecidos; si fueren rojos
como el carmesí, vendrán a ser
como blanca lana.
Esta es una parte del significado del continuo recuerdo de Dios.
Isaías 43:25:
Yo, yo soy el que borro tus
rebeliones por amor de mí mismo,
y no me acordaré de tus pecados.
Salmos 103:12:
Cuanto está lejos el oriente del
occidente,
Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
¿No diría usted que Dios con seguridad nos ha grabado sobre las palmas
de Sus manos? Él perdona y olvida nuestros defectos al mismo tiempo que nos
recuerda y cuida de nosotros constantemente.
Dios nos da en el Libro del Apocalipsis una verdad parecida.
Apocalipsis 3:20:
He aquí, yo estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz
y abre la puerta, entraré a él, y
cenaré con él, y él conmigo.
¿Pensó usted alguna vez sobre la belleza de esas palabras? En el oriente
el anfitrión no come con su invitado a no ser que sea un amigo muy íntimo. En
este pasaje de Escritura Jesús está diciendo: “Yo soy tu amigo más íntimo”. Jesús entra en nuestros corazones a invitación
nuestra. Él nunca se nos impone. Él no solamente está entrando, sino que está
cenando con nosotros. Jesús dijo: “Yo deseo ser muy íntimo con mi gente; cenaré
con ellos; comeré con ellos sólo con que me pregunten”.
Hebreos 13:5 dice: “…No te desampararé, ni te dejaré”. También Mateo
28:20 dice: “…he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo”.
El señor está con nosotros todos los días. Por eso es que él dijo en
Mateo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar”. Este es el continuo recuerdo de Dios por el cual Él nos puede
decir: “En las palmas de las manos te tengo esculpida aun cuando delante de Mí
están siempre tus muros, tus palmas”.
Cristo murió por todos y así pues él podía decir: “Cualquiera que desee
puede venir”. Una vez que Cristo ha ofrecido la invitación es asunto de que
nosotros la aceptemos. Si usted desea venir a Cristo usted puede. El hombre no
tiene que morir en su pecado porque Cristo murió por el pecado y llevó nuestras
enfermedades y nuestros dolores. Nosotros no tenemos que llevarlos. Dios alegre
y deseosamente ha grabado nuestros nombres sobre las palmas de Sus manos.
No hay duda alguna acerca de la claridad del llamado de Jesucristo al
hombre. La única pregunta es si el hombre va a responder a ese llamado. Cuando Jesús
murió sobre la cruz del Calvario, murió por todos en el mundo entero; pero sólo
aquellos que lo aceptan a él como su salvador reciben los beneficios de su
muerte.
Aquellos de nosotros que hemos aceptado a Jesús como señor en nuestras
vidas--hemos sido grabados en las palmas de las manos de Dios. Él continuamente
nos recuerda y cuida de nosotros. ¿Se acuerda usted de: “…para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”? Él ha venido para
permanecer en nosotros para siempre, para que tengamos vida eterna ahora y para
siempre.
Esta es la forma en que Dios se acuerda de nosotros continuamente. No
hay un día, una hora, un minuto o un segundo en que nosotros como hijos de Dios
no seamos recordados ante el trono de Dios.
Nosotros los hijos de Dios verdaderamente hemos sido grabados en las palmas
de Dios.
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