miércoles, 2 de julio de 2014

LA BIBLIA ME LO DICE CAP.7 V.P.Wierwille


Capítulo siete

Dios nos rescató

Para entender que Dios nos rescató, primero debemos saber cómo fue que llegamos a necesitar rescate.  Las raíces del dilema de la humanidad emanan del relato en Génesis. Génesis 1:28 dice que Dios originalmente dio al hombre el gobierno, el dominio y la autoridad sobre este mundo. El hombre fue puesto en este mundo como gobernador y guardián. Pero cuando el pecado entró al reino terrenal a causa de la desobediencia del hombre hacia Dios, el hombre perdió su autoridad de gobierno y el Diablo la obtuvo. El Diablo le dijo a Jesucristo en Lucas 4:6 “…porque a mí me ha sido entregada [la potestad y la gloria de los reinos de la tierra]…”  Por tanto, hasta este mismo día el mundo en que usted y yo vivimos es el reino de Satanás. Vivimos en el reino que está bajo la gobernación de Satanás. De acuerdo con Efesios 2:1 todos los individuos nacen en este mundo “…muertos en…delitos y pecados” y, según Efesios 2:12…”sin esperanza y sin Dios…” Estando muertos, sin esperanza y sin Dios, nosotros definitivamente necesitábamos rescate.
        
Observe lo que Dios hace por nosotros según se relata en Colosenses.

Colosenses 1:13
El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas,
y trasladado al reino de [por] su amado Hijo
  
La palabra “liberado” se traduce más enfáticamente “rescatado”.  Dios, por las obras de Su hijo, Jesucristo, nos ha “rescatado”.  Note que este verbo está en tiempo pasado. Por lo tanto, Dios ya no tiene que rescatarnos; El ya lo ha hecho. La palabra “de” es la palabra griega ek que quiere decir “fuera de” o “fuera del centro” (como de un circulo). ¿Fuera de qué o fuera de en medio de qué nos rescató El? De “la potestad de las tinieblas”.
     
Este mundo, el cual es oscuridad y está bajo el domino del Diablo, es fuera de en medio de lo cual Dios nos ha rescatado. El nos rescató fuera de este mundo aun cuando todavía estamos morando aquí. Que Dios pudiera hacer esto es uno de los más grandes milagros.
     
La palabra “potestad” en el versículo susodicho (“…de la potestad de las tinieblas…”) es la palabra griega exousia de la cual el español deriva la palabra “ejercicio”. El nos  ha liberado de la  potestad ejercida de las tinieblas, la influencia en ejercicio de este reino de oscuridad.
       
La palabra “trasladado” (“…trasladado al reino de su amado Hijo”) en sánscrito es “ciudadanía”.  El nos rescató fuera de entre la potestad ejercida de las tinieblas y nos dio ciudadanía. Esta es una tremenda verdad.
     
¿Qué implica esta ciudadanía en el Reino de Dios? Para empezar, miremos la palabra griega para “ciudad”, polis. Las ciudades en los tiempos bíblicos estaban rodeadas por murallas. La muralla de la ciudad protegía esa ciudad. La ciudad amurallada era la polis. La gente dentro de la muralla era llamada la gente de la polis. Las murallas los protegían de ser atacados. Las murallas nunca eran construidas para mantener a la gente dentro de la ciudad sino para mantener al enemigo fuera. Las murallas formaban una protección, no para mantener encerrada a la gente libre de una ciudad o estado, sino para mantener alejado al enemigo de la gente libre. Un ciudadano libre en una ciudad es llamado un politës, de donde obtenemos la palabra “política”. Hablando bíblicamente, nosotros somos ciudadano de un reino—somos unos políticos.
      
Abraham buscaba una ciudad, polis.

Hebreos 11:9-10
Por la fe habitó [Abraham] como extranjero en la tierra prometida
como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob,
coherederos de la misma promesa;
porque [Abraham] esperaba [ya] la ciudad [polis] que tiene fundamentos,
cuyo arquitecto y constructor es Dios.
  
Abraham en su día esperaba una ciudad, no aquí sobre la tierra, sino una polis  “…cuyo arquitecto y constructor es Dios”. Esta ciudad está protegida con la cerca de Dios dentro de la cual las personas serían ciudadanos libres.
      
Un ejemplo no de polis sino de politeia, “comunidad”, se encuentra en Efesios.

Efesios 2:12
En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía
[comunidad, politeia] de Israel y ajenos a los pactos de la promesa,
sin esperanza y sin Dios en el mundo.
   
En el tiempo al cual se refiere Efesios 2, Israel se había separado de Dios y por lo tanto Dios no podía bendecirlos. Puesto que ellos se habían alejado de El, ya no tenían libertad y protección donde moraban. Estaban en esclavitud.
   
Politeuma, de la palabra raíz polis, se usa en Filipenses.

Filipenses 3:20
Mas nuestra ciudadanía [politeuma] está en los cielos,
de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.

Nuestra ciudadanía, nuestra vida libre, está en los cielos. Aun mientras todavía estamos sobre la tierra, tenemos la promesa de ser ciudadanos en un estado libre.

Hebreos 13:14
Porque no tenemos aquí [sobre esta tierra] ciudad [polis]
permanente, sino que buscamos la por venir.

Si no tenemos una ciudad permanente aquí, nunca podremos tener completa libertad; por lo tanto,  “…buscamos la por venir”. Esa ciudad que está por venir debe ser incorrupta por dentro y protegida en todo su alrededor para asegurar a los ciudadanos la libertad total. Esta ciudad sólo podría ser la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios.
     
Ahora buscamos la ciudad permanente. Pero, ¿qué  hay sobre nuestra vida antes de que fuéramos liberados de la potestad de las tinieblas? Efesios nos habla sobre nuestra ciudadanía anterior.

Efesios 2:3
Entre los cuales también todos nosotros vivimos [vida de conducta negativa]
en otro tiempo en los deseos de nuestra carne,
haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos,
y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
       
Por el simple hecho de nacer en este mundo, éramos hijos ¿del reino de quién? Del de Satanás.  Este es el significado de la palabra “ira” en “hijos de ira”. Nacimos hijos del reino de Satanás—no espiritualmente, sino físicamente. Físicamente yo nací hijo bajo el gobierno de Satanás, muerto en delitos y pecados sin Dios y sin esperanza en este mundo. Pero Dios cambió todo esto, según esta relatado en Efesios 2.

Efesios 2:4-6
Pero Dios, que es rico en misericordia,
por su gran amor con que nos amó,
aun estando nosotros muertos en [llenos de]  pecados,
nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
y juntamente con él [con Cristo] nos resucitó [tiempo pasado],
y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales
[el texto lee “en los celestiales”] con Cristo Jesús.

¿Quién nos dio vida? ¿quién nos resucitó? ¿quién nos hizo sentar en los celestiales? Dios.
Efesios 2:7-9
Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas
de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
no por obras, para que nadie se gloríe.

Cuando nacimos en este mundo, estábamos vivos físicamente pero muertos espiritualmente, sin Dios y sin esperanza. Algo tenía que sucedernos. Dios que es rico en misericordia y gracia, nos salvó.

Efesios 2:10
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
   
Si Dios nos salvó, entonces no somos nuestra propia hechura; somos Sus hijos, hechura Suya, la hechura de Dios se efectuó cuando estábamos muertos espiritualmente; en aquel entonces Dios nos hizo vivos.

Colosenses 2:13
Y a vosotros, estando muertos en pecados y
en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él
[Cristo], perdonándoos todos los pecados.

 Dios nos creó en Cristo Jesús y tiernamente perdonó nuestras faltas. Pero antes que Dios pudiera vivificarnos, El tenia que tenernos como “materia prima” para trabajar. De este modo, la pregunta viene a ser: ¿Cómo nos gana Él para poder crearnos en Cristo Jesús?

Juan 6:44
Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere…
   
Podemos ser vivificados, podemos obtener esta ciudadanía, solamente si el Padre nos trae. No nos podemos alzar nosotros mismo por nuestros propios esfuerzos; no podemos salvarnos a nosotros mismos. Ningún hombre, ninguna persona, puede venir a Cristo y ser salvo a menos que el Padre le trajere. Para recibir vida eterna el hombre tiene que ser traído por Dios, alejándose así de las garras y gobernación de Satanás. Jesús usó la misma palabra (aquí traducida “atraer”) en Juan.

Juan 12:32
Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré [traeré] a mí mismo.
    
Jesús dijo en Juan 6:44 que solamente el Padre puede traer; y sin embargo aquí dice que Cristo va a atraer.  ¿Cuál es la respuesta?  Al mundo gobernado por Satanás en el cual usted y yo vivimos, vino una persona que fue concebida por el Espíritu Santo y nacida de María. Esta persona vino al mundo del Diablo no teniendo tiniebla alguna en él pues él era la luz del mundo. El no conoció pecado. Por nosotros fue hecho pecado para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. Además, él estaba en este mundo, pero no era de —no pertenecía a— este mundo. Cuando Cristo estaba en el mundo la Escritura dice que Dios estaba obrando en él.
2 Corintios 5:19
…Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo
[la gente en el mundo]…
     
Dios en realidad trae por medio de la muerte y resurrección de Jesucristo quien, de acuerdo con Isaías 53:6, cargó “…el pecado de todos nosotros”. A causa de la muerte y resurrección de Jesucristo, Dios podía entonces traer o rescatar a los creyentes de la gobernación de Satanás y darle ciudadanía en Su reino.
    
Antes de que Dios nos rescatara, estábamos muertos en pecados. Pero Dios envió a Su Hijo unigénito quien era el medio por el cual podíamos ser rescatados. Nosotros somos hechura de Dios creados a través de los logros de Jesucristo. Dios nos rescato.

Juan 3:16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito…
   
Dios envió a Su Hijo, quien no tenía tiniebla ni pecado alguno, y trajo a Su Hijo a Sí mismo. A causa de la muerte y resurrección de Jesús, Dios nos trae. Dios hizo posible nuestra gran esperanza de gloria: “…Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. Dios nos rescató de este reino de Satanás y nos dio ciudadanía en Su reino.

Colosenses 1:13
El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas,
y trasladado al reino de [por] su amado Hijo.
     
Este reino no puede ser el  “...reino de su amado Hijo” pues el Hijo no tiene su propio reino; el “reino” es el Reino de Dios. La palabra “de” debería ser “por”.  Es el genitivo de origen. Dios nos rescató del poder ejercido del reino de las tinieblas, la gobernación de Satanás, y nos dio ciudadanía en Su reino por lo que Su Hijo Jesucristo hizo por nosotros aquí sobre la tierra.

Gálatas 1:4
El cual [Jesucristo] se dio a sí mismo por nuestros pecados
para librarnos [rescatarnos] del [fuera de en medio del]
presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre.
       
Hasta que renacemos, somos hijos de ira; estamos en un mundo físico que pertenece al Diablo, es su reino. Al ser renacidos, nos hacemos “…irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha [proveniente de Dios] en medio de una generación [un reino] maligna y perversa…” de acuerdo a Filipenses 2:15.
      
Dios nos trajo y nos rescató fuera de en medio de las influencias ejercidas de Satanás. Hay gente, sin embargo, en el mundo de Satanás quienes nunca serán salvos porque rehúsan creer. Pero, para aquellos de nosotros que queremos creer, Dios por su presciencia nos ha rescatado fuera del poder de Satanás. Cuando Dios nos separo y nos rescató, El nos trajo como ciudadanos a Su reino por los esfuerzos de Su amado Hijo.
      
Fue Dios quien envió a Su Hijo unigénito al mundo para buscar y salvar a aquellos que están perdidos, específicamente aquellos de nosotros que deseamos ser salvos. Dios nos rescató aun mientras todavía estamos viviendo en este mundo.      
Ya tenemos la ciudadanía en el Reino de Dios. El ya “…nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”, como dice en Efesios 2:6. Hablando legalmente, fuimos circuncidados en la circuncisión de Cristo. Cuando Cristo murió, nosotros morimos con él. Cuando él fue enterrado, fuimos enterrados en el bautismo de su entierro. Cuando resucitó nosotros resucitamos con él. Cuando ascendió, nosotros ascendimos con él. Cuando Cristo venció, vencimos con él. Cuando fue sentado, fuimos sentados con él. Cuando él llevó “cautiva la cautividad” y “dio dones a los hombres”, nos fue dado el poder para vivir victoriosamente aun en el reino de Satanás, teniendo la habilidad de manifestar el poder de Dios en la vida más abundante. ¡Qué revelación para el alma del hombre! ¡Qué gloria, qué gozo, qué paz! Porque Cristo nació y vivió hace 2000 años, estamos rescatados y ahora mismo tenemos ciudadanía en el Reino de Dios.




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