Estar en comunión es el secreto
La clave principal en la vida cristiana exitosa es estar en comunión con el Padre Celestial. Los cristianos manifiestan la vida más abundante en proporción directa a la comunión que mantienen con El. Pero antes de que una persona pueda tener comunión, tiene que tener filiación. No podemos tener comunión con el Padre hasta que nos hayamos convertido en hijos Suyos. La filiación nos hace justos ante Dios y sin mancha alguna, y da comienzo a nuestra relación con El, nos inicia en comunión perfecta con nuestro Padre. Nuestra relación de Padre e hijo nunca cambia, pero nuestra comunión continua depende de nuestra renovación de la mente según Su Palabra. Un creyente tiene tanto posición como estado en la casa de Dios. Su posición permanece constante: siempre será hijo. Pero el estado de este creyente varía directamente de acuerdo con su comportamiento, eso es, su vivir en comunión de acuerdo a la Palabra de Dios.
¿Qué sucede cuando una persona se convierte en un hijo de Dios y pasa a formar parte de la familia de Dios? En el momento en que renace, el creyente es hecho absoluta y completamente justo--tan justo como Jesucristo mismo, con la misma justicia de Dios. Nos la da el Padre mismo.
2 Corintios 5:21:
Al que no conoció pecado [Jesús], por nosotros lo hizo [Dios] pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Como creyentes, tenemos la justicia de Dios. Esto es demasiado maravilloso como para comprenderlo. Nuestra posición como hijos del Padre quiere decir que estamos vestidos de la justicia con la cual Cristo Jesús nos vistió, no por nuestras propias obras o por nuestros propios méritos, sino por la gracia de Dios.
¡Ojala creyésemos! Tantos cristianos están convencidos de que tienen que esperar hasta morir para saber si van al cielo. La Palabra dice que no hay espera alguna. Los creyentes son justos ahora. Ellos no vendrán a juicio o condenación.
Juan 5:24:
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree [oír no es suficiente, tiene que estar acompañado de creencia o de la acción correspondiente] al que me envió [el Padre], tiene [tiempo presente; tiene ahora mismo] vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
Este versículo nos dice lo que le sucede a los creyentes ahora, no lo que sucederá cuando mueran. Tenemos vida eterna ahora.
Hace algún tiempo fui llamado al Hospital, para ver a un hombre que estaba al borde de la muerte debido a un problema cardíaco. El estaba en una cámara de oxígeno y su vida se estaba extinguiendo rápidamente. El hombre no era salvo, pero Dios es tan grande en Su misericordia y gracia que aun los no salvos son sanados. Yo le ministre sanidad en el nombre de Jesucristo para su liberación física. Al día siguiente este hombre, en perfecta salud, dijo: "Si Dios es tan bueno como para sanarme, cuando yo no he hecho nada por El, quiero conocer a ese Dios". El aceptó a Jesucristo como su señor y salvador personal confesando con su boca al señor Jesús y creyendo en su corazón que Dios había levantado a Jesús de los muertos. En el momento en que este hombre confesó y creyó, él fue salvo y recibió vida eterna. Dios le dio justicia, que es la remisión de todo pecado, poniendo por lo tanto al hombre liberado en la familia de Dios y en comunión con Dios mismo.
Dios, por medio de Cristo, nos ha hecho herederos legales con Jesucristo y nos establece en perfecta comunión. Job 33:26 dice: “... El restaura al hombre su justicia” (traducción literal). Por lo tanto un hijo de Dios en el momento en que renace es restaurado en la presencia del Padre con la propia justicia del Padre. En la familia de Dios todo creyente tiene la posición legal de un hijo.
Decir, como hijos, que somos indignos o ineptos, o no perdonarnos a nosotros mismos cuando Dios nos ha perdonado, confesar constantemente nuestra debilidad e inhabilidad, negar nuestra justicia perfecta en El, es negar a Dios, Su Palabra y Su poder. Muchos creyentes están negando lo que recibieron cuando creyeron, y así pues están limitando críticamente la habilidad de Dios en ellos mismos.
De acuerdo con la Palabra de Dios, el creyente es justo, pero el creyente, como dice en: 1 Juan 1:7, tiene que andar “… en luz, como él [Dios] está en luz…” El creyente tiene que andar en luz, andar como Dios dirige, someter su cuerpo y alma a la Palabra por medio de la renovación de su mente. Renovar la mente quiere decir vivir como la Palabra de Dios dice que debemos vivir. Esto nos mantiene en comunión. Nuestra filiación no puede ser puesta en duda porque depende de Dios y de Su obra finalizada en Cristo Jesús, pero nuestra comunión depende de nuestro andar ante Dios.
La comunión con Dios como nuestro Padre es la clave al poder en nuestro diario andar sobre la tierra. Sin la comunión no podemos producir los frutos de justicia. La comunión hace que la vida de la familia sea una vida feliz. La comunión rota no rompe el parentesco, pero le quita la felicidad. Si su hijo le desobedece, él sigue siendo su hijo; simplemente ustedes dos no están disfrutando de la compañía mutua al mayor grado posible.
La comunión es lo único que contribuye a desarrollar una situación feliz tanto en una familia humana como en una familia espiritual. La comunión con Dios es la clave al poder; es la única manera de manifestar la vida más abundante o manifestar que somos "más que vencedores". La mente, renovada de acuerdo a la Palabra, puede permanecer en comunión con Dios y expresar los resultados de tal unión. Juan 15:5 dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí [el que vive de acuerdo a la Palabra]... lleva mucho fruto...” No renovar la mente, que es no vivir según dirige la Palabra, es comunión rota. La comunión rota no destruye el parentesco entre Dios y Su hijo, pero sí empaña y deteriora la relación, robándola de sus bendiciones y poderes.
Cuando un hijo está fuera de comunión con Dios, no puede recibir respuesta a sus oraciones. No es que Dios no desee responder a los pedidos de Su hijo, sino que la comunión rota de parte del hijo, hace de su confianza en Dios algo vacilante e incierto.
1 Juan 3:21,22:
Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;
y cualquier cosa que pidiéremos la recibiremos de él...
Cuandoquiera y dondequiera que los hijos no reciben respuesta a sus oraciones la causa es la comunión rota, ya sea por desconocer o por no vivir la Palabra. Dios es fiel a Sus promesas y El hará lo que pidamos; por lo tanto, si no llega a suceder se debe a que el hombre no ha cumplido con su parte en la relación.
Un ingeniero diseñador de radios empleado por un fabricante de radios me contó acerca de sus más recientes experiencias en creerle a Dios. El había diseñado una nueva radio y ya había dado las instrucciones para su producción cuando uno de los hombres prominentes de su compañía vino a él y dijo: “Es obvio que usted no sabe mucho acerca de diseños de radios si piensa que la producción de ese nuevo diseño va a resultar”. Esto perturbó a mi amigo y por siete días él estuvo negativo y resentido. Consecuentemente la producción del nuevo diseño permanecía estancada. Finalmente, en medio de sus cavilaciones él se acordó que: “Si Dios es por mí, ¿Quién contra mí?” Así que, le dijo a su Padre: “Dios, tu me ayudaste a diseñar esta radio, me diste el deseo y los pensamientos; por lo tanto, ahora te entrego también la producción, dejo a un lado mis sentimientos heridos al respecto y lo siento por haber sido tan negativo”. En dos días el nuevo diseño de la radio estaba en producción. El resultado fue sorprendente. El número usual de aparatos rechazados en las primeras 1500 radios es de un cinco por ciento o más; sin embargo, esta producción en particular tuvo menos de cuatro por ciento en las primeras 1500 radios y menos de dos por ciento cuando la producción alcanzó los 3000.
Cuando un hijo de Dios está fuera de comunión con su Padre celestial, nada sale bien; pero cuando la comunión se restablece, las cosas comienzan a funcionar.
La comunión rota le quita el sabor al vivir cristiano. Cuando un hijo está en comunión con su padre terrenal, él goza de derechos y privilegios, pero cuando él está fuera de comunión, está miserable y frustrado. De igual modo, un hijo de Dios fuera de comunión está miserable y frustrado en su búsqueda de resultados positivos a sus peticiones.
Tenemos que mantener la comunión si queremos el poder de Dios manifestado en nuestro diario vivir. La vida más abundante--nuestra liberación del poder de Satanás en este mundo--depende de mantener la comunión establecida con Dios.
La epístola de 1 Juan ilustra dramáticamente la relación y comunión de un hijo con Dios. 1 Juan muy simplemente declara cómo una persona mantiene la comunión y qué debe hacer cuando ha roto comunión y es necesario restablecerla.
1 Juan 1:3-10:2:1,2:
... y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. [El gozo cumplido en la vida de un cristiano depende de mantener intacta su comunión con Dios.]
Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas [estar fuera de comunión es andar en tinieblas], mentimos, y no practicamos la verdad;
pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros [porque como creyentes estamos en Cristo], y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado [cuando quiera que estemos fuera de comunión].
Si decimos que no tenemos pecado [que no tenemos comunión rota], nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros [en nuestras mentes].
Si confesamos nuestros pecados [comunión rota], él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados [comunión rota], y limpiarnos de toda maldad [todo pecado es maldad].
Si decimos que no hemos pecado [comunión rota], le hacemos a él mentiroso, y su Palabra no está en nosotros [en nuestras mentes].
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis [Es la voluntad de Dios que no nos salgamos de comunión.]; y si alguno hubiere pecado [roto la comunión], abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
Y él es la propiciación por nuestros pecados [comunión rota]; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.
La voluntad de Dios para todo creyente se declara en I Juan 2:6 donde está escrito: “El que dice que permanece en él [permanece en Dios por medio de Cristo Jesús], debe andar como él [Jesucristo] anduvo.
Cuanto más profundamente nos adentramos en la Palabra de Dios y cuanto más profundamente la Palabra se adentra en nosotros, más rica y plena se vuelve nuestra comunión. Andar en comunión es andar en amor pues "Dios es amor". La comunión es nuestra continua relación con Dios. La filiación es la permanente relación de Dios con nosotros. La comunión se mantiene sólo mediante la renovación de la mente de acuerdo a Su Palabra y, por ende, vivir Su voluntad. Romanos 12:2 dice: “…transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. Filipenses 2:5 dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. También Colosenses 3:16 advierte: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros...”
Al grado que la Palabra mora en abundancia en nosotros, tenemos una comunión rica y plena con nuestro Padre. Al grado que creamos y actuemos de acuerdo a la Palabra de Dios, nuestras vidas serán plenas, ricas y llenas de fruto porque nuestra comunión con Dios es fuerte. Tenemos entonces confianza en Dios, de tal manera que "cualquier cosa que pidiéremos la recibiremos de él...”
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