CAPÍTULO 3
¿Quién está capacitado para recibir el
espíritu santo,
pneuma hagion?
La
mayoría de la gente cree erróneamente que una persona tiene que ser muy buena
para recibir el don del espíritu santo, y que sólo aquellos que han alcanzado
un grado avanzado de bondad espiritual están capacitados. Mucha gente cree que
sólo aquellos que están totalmente consagrados y disciplinados son capaces de
recibir. Esto está tan lejos de la verdad como la declaración: “Ustedes pueden
recibir a Jesús como su salvador solamente después de haber limpiado sus
vidas”. El don de salvación es por gracia y por gracia solamente. Efesios 2:8
dice explícitamente: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios”.
Los
dones de Dios nunca se reciben por las buenas obras del hombre, ni Dios se los
concede al hombre cuando el hombre alcanza una condición espiritual especial.
Todos los dones de Dios le pertenecen al hombre cuando él se los apropia por
creencia, que quiere decir que el creyente actúa conforme a la Palabra.
El
poder desde lo alto fue dado de una vez y para siempre en Pentecostés. Este
poder ha estado aquí desde entonces y está inmediatamente disponible a
cualquiera que crea para recibir. Dios hizo todo lo que pudo el día de
Pentecostés; ahora si el hombre hace todo lo que puede, él puede recibir
inmediatamente todo lo que Dios dio. Todos los dones de Dios están
inmediatamente disponibles a todo creyente. Hoy es meramente una cuestión de si
un hombre quiere o no recibir lo que Dios ya ha dado y hecho disponible.
Hay
tres cosas que debemos saber para manifestar la vida más abundante: debemos
saber qué está disponible; debemos
saber cómo recibir cosas
espirituales; debemos saber qué hacer
con el don de Dios después de que lo hemos recibido.
Es
falta de creencia de parte del hombre pedirle a Dios que mande algo que Él ya
ha dado. Repitiendo: el don de Dios, el don de espíritu santo, está disponible
inmediatamente a cualquiera que se apropie del don por creencia. El poder desde
lo alto puede ser recibido y manifestado por cualquiera que sepa lo que la
Palabra enseña.
El
recibir el don de Dios conocido como el espíritu santo es a base de gracia y
creencia. Los grados de alcance espiritual, consagración y bondad personal no
tienen nada que ver con recibir el poder desde lo alto.
Dios
hizo una promesa incondicional cuando Jesucristo dijo: “Os enviaré otro
Consolador”. Él no prometió que el don del espíritu santo sería dado después de
que los apóstoles llegaran a cierta etapa de desarrollo espiritual. El señor
sabía que ellos necesitaban este poder espiritual adicional para ser
victoriosos y para estar fuertes espiritualmente.
Hechos
2:38:
…Arrepentíos,
y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados; y recibiréis el don del [proveniente
del] Espíritu Santo.
Nótese
la palabra “don”. Un don nunca se gana, los salarios sí. La única justicia que
nos capacita para recibir dones de Dios es la justicia de Cristo, que está
acreditada a nuestra cuenta espiritual por nuestra creencia en el sacrificio
que Cristo llevó a cabo en la cruz.
La
mayoría de la gente que desea recibir el don del espíritu santo pero que no lo
ha recibido, está totalmente convencida de que es su propia culpa – que debe
haber un pecado secreto o una falta de espiritualidad que no les permite
recibir. Es absolutamente imposible recibir cualquier cosa de Dios mientras
ustedes tengan la idea de que no son lo suficientemente buenos como para
recibir. Es como el hombre que cree que no puede ser salvo si peca. Si el
hombre se concentra en esa idea, no creerá ni será salvo; pero en el momento en
que se le demuestra lo que Dios piensa y lo que su Palabra enseña, él puede
apropiarse rápidamente del don de salvación por creencia.
Otra
idea que se ha difundido en el pensamiento de la mayoría de la gente que busca
el poder desde lo alto es que ellos deben esperar orando como hicieron los
apóstoles antes de Pentecostés. He oído gente decir que si alguien que busca se
pone en la actitud de oración como los apóstoles hicieron diez días antes de
Pentecostés, entonces Dios le dará al que busca el don del espíritu santo. He
visto gente pasar noches y días enteros orando para que Dios les dé el don del
espíritu santo, pero han terminado sin manifestar, derrotados espiritualmente y
preguntándose qué hay de malo en sus vidas. ¿Por qué no respondió Dios a sus
oraciones? ¿Por qué no les dio el espíritu santo? Dios no les podía dar el
poder desde lo alto porque Él ya lo había dado de una vez y para siempre; pero
ellos no se dieron cuenta de eso, ni tampoco sabían cómo recibirlo.
De
acuerdo con la Biblia, los apóstoles no estaban instruidos a agonizar en
oración por diez días para convertirse en lo suficientemente buenos como para
que el espíritu santo les fuera dado. Ellos estaban simplemente instruidos a
esperar. ¿Esperar qué? La plenitud de los
tiempos para que el don fuera dado.
Diez
días antes del nacimiento de Jesucristo, aquellos que oraban por su venida
tuvieron que esperar hasta que el tiempo se cumpliera. Los apóstoles en
Pentecostés también tuvieron que esperar el momento indicado. Pero desde el día
de Pentecostés no hay espera necesaria. La espera por el poder desde lo alto se
acabó. Está aquí. No necesitamos
esperar por ningún don que Dios ha dado. Él dio el don de espíritu santo en
Pentecostés, y el poder desde lo alto ha estado aquí desde entonces.
Por
seis años yo oré, pedí, supliqué y rogué a Dios por el poder espiritual. Viajé
literalmente miles de millas solamente preguntando a gente sobre el espíritu santo y el don. Siempre
regresaba herido y sangrando espiritualmente porque aquellos cristianos que
habían recibido estaban en tan gran confusión que no tenían la habilidad para
comunicarme a mí la bendición de recibir. Ellos eran lo suficientemente
sinceros, pero todo lo que podían comunicar era experiencia, y las experiencias
casi siempre son insuficientes para guiar a otros a recibir. Eran incapaces de
guiarme a un entendimiento de la Palabra de Dios de manera que yo también
pudiera recibir. Casi me di por vencido en mi desesperación. Pero en el momento
en que me di cuenta que el recibir el espíritu santo no dependía de las buenas
obras, ni de agonizar en oración, ni del mérito personal, sino de la creencia,
en ese momento recibí en manifestación la plenitud del poder desde lo alto.
El
don del espíritu santo es dado para que a través del poder de Dios y de Su
ayuda espiritual podamos crecer para ser más como Cristo. La verdad es que el
hombre no tiene más carácter ni más bondad ética inmediatamente después que ha
recibido el espíritu santo de lo que tenía antes, pero ahora tiene una fuente
de ayuda y poder. Él ha hecho contacto y ha recibido la gran fuerza espiritual
que lo hace capaz de construir un carácter cristiano y de formar una vida más
semejante a la de Cristo.
Esta
es la era de la Iglesia del Cuerpo bajo la dirección del Espíritu Santo, la
Iglesia ha perdido su primer amor, su poder, su testimonio, porque Satanás ha
confundido la mente del hombre al extremo que la experiencia de Pentecostés ha
estado casi totalmente desconocida en la Iglesia y en las vidas de los cristianos. Esto se debe
primordialmente a una falta de conocimiento de la Palabra de Dios. Los
apóstoles y discípulos eran los mismos seres humanos antes y después de Pentecostés,
pero algo pasó que los cambió de hombres derrotados, llenos de miedo, dudosos y
vacilantes, a apóstoles y discípulos valerosos, firmes e intrépidos. Ese algo
fue el recibir el espíritu santo.
¿Quién
cumple con los requisitos para recibir el espíritu santo? Un creyente, uno que
ha recibido a Jesús como señor y que cree en su corazón que Dios levantó a
Jesús de los muertos.
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