martes, 12 de agosto de 2014

RECIBIENDO EL ESPIRITU SANTO HOY Cap. 3 de V.P.Wierwille




CAPÍTULO 3


¿Quién está capacitado para recibir el espíritu santo,
pneuma hagion?


La mayoría de la gente cree erróneamente que una persona tiene que ser muy buena para recibir el don del espíritu santo, y que sólo aquellos que han alcanzado un grado avanzado de bondad espiritual están capacitados. Mucha gente cree que sólo aquellos que están totalmente consagrados y disciplinados son capaces de recibir. Esto está tan lejos de la verdad como la declaración: “Ustedes pueden recibir a Jesús como su salvador solamente después de haber limpiado sus vidas”. El don de salvación es por gracia y por gracia solamente. Efesios 2:8 dice explícitamente: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”.

Los dones de Dios nunca se reciben por las buenas obras del hombre, ni Dios se los concede al hombre cuando el hombre alcanza una condición espiritual especial. Todos los dones de Dios le pertenecen al hombre cuando él se los apropia por creencia, que quiere decir que el creyente actúa conforme a la Palabra.

El poder desde lo alto fue dado de una vez y para siempre en Pentecostés. Este poder ha estado aquí desde entonces y está inmediatamente disponible a cualquiera que crea para recibir. Dios hizo todo lo que pudo el día de Pentecostés; ahora si el hombre hace todo lo que puede, él puede recibir inmediatamente todo lo que Dios dio. Todos los dones de Dios están inmediatamente disponibles a todo creyente. Hoy es meramente una cuestión de si un hombre quiere o no recibir lo que Dios ya ha dado y hecho disponible.

Hay tres cosas que debemos saber para manifestar la vida más abundante: debemos saber qué está disponible; debemos saber cómo recibir cosas espirituales; debemos saber qué hacer con el don de Dios después de que lo hemos recibido.

Es falta de creencia de parte del hombre pedirle a Dios que mande algo que Él ya ha dado. Repitiendo: el don de Dios, el don de espíritu santo, está disponible inmediatamente a cualquiera que se apropie del don por creencia. El poder desde lo alto puede ser recibido y manifestado por cualquiera que sepa lo que la Palabra enseña.

El recibir el don de Dios conocido como el espíritu santo es a base de gracia y creencia. Los grados de alcance espiritual, consagración y bondad personal no tienen nada que ver con recibir el poder desde lo alto.

Dios hizo una promesa incondicional cuando Jesucristo dijo: “Os enviaré otro Consolador”. Él no prometió que el don del espíritu santo sería dado después de que los apóstoles llegaran a cierta etapa de desarrollo espiritual. El señor sabía que ellos necesitaban este poder espiritual adicional para ser victoriosos y para estar fuertes espiritualmente.

Hechos 2:38:
…Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del [proveniente del] Espíritu Santo.

Nótese la palabra “don”. Un don nunca se gana, los salarios sí. La única justicia que nos capacita para recibir dones de Dios es la justicia de Cristo, que está acreditada a nuestra cuenta espiritual por nuestra creencia en el sacrificio que Cristo llevó a cabo en la cruz.

La mayoría de la gente que desea recibir el don del espíritu santo pero que no lo ha recibido, está totalmente convencida de que es su propia culpa – que debe haber un pecado secreto o una falta de espiritualidad que no les permite recibir. Es absolutamente imposible recibir cualquier cosa de Dios mientras ustedes tengan la idea de que no son lo suficientemente buenos como para recibir. Es como el hombre que cree que no puede ser salvo si peca. Si el hombre se concentra en esa idea, no creerá ni será salvo; pero en el momento en que se le demuestra lo que Dios piensa y lo que su Palabra enseña, él puede apropiarse rápidamente del don de salvación por creencia.

Otra idea que se ha difundido en el pensamiento de la mayoría de la gente que busca el poder desde lo alto es que ellos deben esperar orando como hicieron los apóstoles antes de Pentecostés. He oído gente decir que si alguien que busca se pone en la actitud de oración como los apóstoles hicieron diez días antes de Pentecostés, entonces Dios le dará al que busca el don del espíritu santo. He visto gente pasar noches y días enteros orando para que Dios les dé el don del espíritu santo, pero han terminado sin manifestar, derrotados espiritualmente y preguntándose qué hay de malo en sus vidas. ¿Por qué no respondió Dios a sus oraciones? ¿Por qué no les dio el espíritu santo? Dios no les podía dar el poder desde lo alto porque Él ya lo había dado de una vez y para siempre; pero ellos no se dieron cuenta de eso, ni tampoco sabían cómo recibirlo.

De acuerdo con la Biblia, los apóstoles no estaban instruidos a agonizar en oración por diez días para convertirse en lo suficientemente buenos como para que el espíritu santo les fuera dado. Ellos estaban simplemente instruidos a esperar. ¿Esperar qué? La plenitud de los tiempos para que el don fuera dado.

Diez días antes del nacimiento de Jesucristo, aquellos que oraban por su venida tuvieron que esperar hasta que el tiempo se cumpliera. Los apóstoles en Pentecostés también tuvieron que esperar el momento indicado. Pero desde el día de Pentecostés no hay espera necesaria. La espera por el poder desde lo alto se acabó. Está aquí. No necesitamos esperar por ningún don que Dios ha dado. Él dio el don de espíritu santo en Pentecostés, y el poder desde lo alto ha estado aquí desde entonces.

Por seis años yo oré, pedí, supliqué y rogué a Dios por el poder espiritual. Viajé literalmente miles de millas solamente preguntando a gente  sobre el espíritu santo y el don. Siempre regresaba herido y sangrando espiritualmente porque aquellos cristianos que habían recibido estaban en tan gran confusión que no tenían la habilidad para comunicarme a mí la bendición de recibir. Ellos eran lo suficientemente sinceros, pero todo lo que podían comunicar era experiencia, y las experiencias casi siempre son insuficientes para guiar a otros a recibir. Eran incapaces de guiarme a un entendimiento de la Palabra de Dios de manera que yo también pudiera recibir. Casi me di por vencido en mi desesperación. Pero en el momento en que me di cuenta que el recibir el espíritu santo no dependía de las buenas obras, ni de agonizar en oración, ni del mérito personal, sino de la creencia, en ese momento recibí en manifestación la plenitud del poder desde lo alto.

El don del espíritu santo es dado para que a través del poder de Dios y de Su ayuda espiritual podamos crecer para ser más como Cristo. La verdad es que el hombre no tiene más carácter ni más bondad ética inmediatamente después que ha recibido el espíritu santo de lo que tenía antes, pero ahora tiene una fuente de ayuda y poder. Él ha hecho contacto y ha recibido la gran fuerza espiritual que lo hace capaz de construir un carácter cristiano y de formar una vida más semejante a la de Cristo.

Esta es la era de la Iglesia del Cuerpo bajo la dirección del Espíritu Santo, la Iglesia ha perdido su primer amor, su poder, su testimonio, porque Satanás ha confundido la mente del hombre al extremo que la experiencia de Pentecostés ha estado casi totalmente desconocida en la Iglesia y en  las vidas de los cristianos. Esto se debe primordialmente a una falta de conocimiento de la Palabra de Dios. Los apóstoles y discípulos eran los mismos seres humanos antes y después de Pentecostés, pero algo pasó que los cambió de hombres derrotados, llenos de miedo, dudosos y vacilantes, a apóstoles y discípulos valerosos, firmes e intrépidos. Ese algo fue el recibir el espíritu santo.

¿Quién cumple con los requisitos para recibir el espíritu santo? Un creyente, uno que ha recibido a Jesús como señor y que cree en su corazón que Dios levantó a Jesús de los muertos.


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