domingo, 3 de agosto de 2014

LA IGLESIA NUEVA Y DINÁMICA CAP.13 de V.P.Wierwille

Capítulo Trece
¿Por qué hay división?

De una manera u otra, en nuestro modo de pensar, muchos hemos abrazado erróneamente la idea de que cuando Dios se mueve, la paz y la tranquilidad prevalecen. Este concepto fue expresado concisamente en una transmisión de radio cuando un ministro lo explicó así:

“Frecuentemente nos confundimos cuando se trata de definir un movimiento de Dios. Pensamos que cualquier tipo de confusión indica que todo el asunto es de Satanás. Nada podría estar más lejos de la verdad. Cuando Dios se mueve siempre se altera el equilibrio del statu quo. Por un período de tiempo parece suscitar caos en las metódicas vidas e iglesias. Los conformistas, los satisfechos y complacidos de sí mismos se molestan grandemente. Se cita que "Dios no es Dios de confusión, sino de paz". Esto es cierto, pero esta paz se hallará solamente en la Iglesia. En el mundo, así como en la iglesia "meramente profesante", se halla confusión y toda mala obra. Cuando Dios se mueve se altera todo lo carnal, lo egoísta y lo diabólico.”

El capítulo catorce de Hechos nos cuenta de un movimiento de Dios. Tuvo lugar en Iconio, y los evangelistas fueron Pablo y Bernabé. Lo que sucedió no fue sólo un caso aislado; tales eventos parecen haber sido la norma dondequiera que Pablo y Bernabé predicaban. Al llegar a Iconio desde Antioquía en Pisidia, presenciaron la misma clase de confusión que había ocurrido en los otros lugares.

Hechos 14:1:
Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos.

Hubo una gran cantidad de judíos y gentiles que se volvieron hacia Dios, pero no todo era dulzura y luz.

Hechos 14:2:
Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos.

¿Impidió la actitud de los incrédulos que Pablo y Bernabé siguieran ministrando? De ninguna manera.

Hechos 14:3:
Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios.

¿Cómo podían dejar de predicar cuando Dios seguía haciendo grandes señales y prodigios bajo su ministerio? Pero a pesar de estas maravillas de gracia, había aquellos que no querían creer.

Hechos 14:4:
Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles.

Aquí había división y confusión. No sólo un hogar o una iglesia estaba dividida, sino una ciudad entera. La tensión no disminuyó, sino que empeoró.

Hechos 14:5:
...los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos.

Aquí había disturbios y violencia.

Algunos dirán: "Seguro que si esto fuera de Dios, todo esto no hubiera ocurrido". Sin embargo eso fue lo que ocurrió y lo que todavía ocurre cuando se enseña la verdad. Las potestades de las tinieblas, aunque ataviadas religiosamente, lucharán. El mal siempre tiene que ser expuesto y destruido cuandoquiera y dondequiera que suceda un despertar espiritual.

No fueron los disturbios, sino las señales y los prodigios que acompañaron a Pablo y Bernabé los que dieron testimonio al hecho de que Dios los había llamado y de que ellos en verdad llevaban a cabo el movimiento de Dios. Las señales siguen a aquellos enviados por el Señor. Ellos hablan nuevas lenguas. Ellos echan fuera demonios en su nombre. Cuando hombres de Dios le imponen las manos a los enfermos, éstos se levantan sanados pues con Dios “no hay mudanza, ni sombra de variación”. El responde a las necesidades constantemente.

Estos santos de Dios, Pablo y Bernabé, a duras penas escaparon de Iconio con vida, pero continuaron hasta Listra y Derbe. En Listra la gente quiso hacer dioses de Pablo y Bernabé, y apenas se podía contener al sacerdote de Júpiter para que no les ofreciera sacrificios. Pero Pablo y su acompañante no permitieron ninguna de estas actividades. Ellos intervinieron entre estos idólatras y lograron detener todo el procedimiento. De hecho, Pablo y Bernabé lo lograron con tanto éxito que la corriente se volvió en contra de ellos y en poco tiempo la gente atacó y apedreó a Pablo y le arrastraron fuera de la ciudad pensando que estaba muerto.

La cantidad de nosotros a los cuales les gustaría formar parte de tal clase de movimiento probablemente es infinitesimal, y sin embargo éste era un movimiento de Dios. Son muchas las experiencias de este tipo que se podrían relatar tanto de los días de los apóstoles como de ahí en adelante.

Los Lolardos --reformadores organizados por Wycliffe en el siglo catorce-- fueron instruidos a “salir y predicar a los pobres en su propia lengua, trabajando en armonía con el clero si ellos les permitían hacerlo, pero en contra o independientemente de ellos si les eran hostiles”.

Los líderes de los movimientos espirituales en la Iglesia siempre han sido ridiculizados y calumniados. El elemento de confusión en toda la situación es que es la gente religiosa, aquellos que son profundamente sinceros, los que causan la división. El mundo parece mostrar poco interés inicial con respecto a un movimiento de Dios y prácticamente no le presta la menor atención. Como lo señala Hechos 7, son los del elemento religioso quienes son los perseguidores y quienes ponen resistencia.

Hechos 7:51,52:
¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.  

¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores.

Los fariseos no quisieron aceptar a Jesús como el Cristo. Los judíos sublevaron a la multitud en contra de Pablo y Bernabé. La gente religiosa de la época apedreó a Esteban. La división siempre frustra los esfuerzos cristianos.


Que Dios nos libre a nosotros, la Iglesia, de ser contenciosos y difíciles, de calumniar a nuestros hermanos, de reñir y pelear, de dividir el Cuerpo de Cristo por nuestra falta de claro entendimiento. Hay demasiada división fuera de la Iglesia; nuestra solidaridad es imperativa para que nos dé fuerza para avanzar a pesar de la oposición. Que el Padre en el cielo, por amor al Hijo unigénito, nos bendiga con tal abundancia que dejemos de ser parte del problema y nos hagamos parte de la solución. Que nosotros como miembros del Cuerpo de Cristo estemos tan llenos de amor que seamos dóciles para aprender y tengamos nuestros corazones abiertos a Su Santa Palabra. Y que recibamos de El y llevemos esa bendición a todos los que encontremos, para que nos vean y sepan que somos Suyos.

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