Capítulo Dieciséis
La Respuesta Estudio de 1 Juan
La Iglesia de Gracia
fue fundada en el día de Pentecostés y con su fundación comenzó una nueva
administración. Juan dirigió su primera epístola a aquellos recién nacidos a la
comunión de creyentes para informarles acerca de su posición, sus derechos y
sus responsabilidades ante Dios. Cuando se usan las palabras "desde el
principio" en el primer versículo, no se refiere a "en el
principio" como en Génesis 1:1. "El principio" aparece nueve
veces en esta epístola; ocho veces se refiere al principio de esta
administración, el período de la Iglesia de Gracia; la novena vez se refiere al
tiempo del principio cuando fue hallada iniquidad en el Diablo.
1
Juan 1:1:
Lo
que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros
ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo [logos,
la Palabra] de vida.
El oír, el ver,
y el palpar, están todos en el reino de los cinco sentidos. El hombre natural
puede conocer la Palabra por medio de sus cinco sentidos--él no tiene ninguna
otra manera mediante la cual adquirir conocimiento.
Versículo
2:
(porque
la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la
vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó).
Juan le está
informando a la gente que él va a dar a conocer su revelación respecto a esta
"Palabra de vida".
Versículo
3:
lo
que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis
comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con
su Hijo Jesucristo.
Un niño no puede
tener comunión en una familia terrenal sino hasta después de su nacimiento.
Esto también es verdad en la familia espiritual de Dios. Tenemos que ser
renacidos de Dios antes de poder tener comunión con Dios en Su familia. Juan no
le está escribiendo a los incrédulos, sino a aquellos que son hijos, a aquellos
que son renacidos para que así puedan tener comunión con Dios y con los otros
creyentes.
Versículo
4:
Estas
cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
El gozo también
es un fruto del espíritu como se menciona en Gálatas 5:22 donde dice: "Mas
el fruto del Espíritu es... gozo..." El fruto del espíritu no incluye la
felicidad. Una persona puede tener felicidad por las cosas materiales que le
rodean; puede que la abundancia de cosas le haga feliz. Pero el gozo es algo interior.
El gozo es una cualidad espiritual. La revelación en 1 Juan está escrita para
que el creyente renacido no sólo tenga gozo en su interior, sino que también el
gozo de su mente renovada sea cumplido, completo.
Versículo 5:
Este
es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay
ningunas tinieblas en él.
Si Dios es luz,
entonces no puede haber tiniebla alguna en El. Toda cosa negativa, mala,
dañina, pecaminosa y que provoque la muerte tiene que proceder de otra fuente,
no del verdadero Dios de luz.
Versículo 6:
Si
decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
practicamos la verdad.
Después de que
una persona pasa a ser un hijo en la casa de Dios, él puede tener comunión en
la familia mientras sigue utilizando la Palabra como su libro de guía. Si como
hijos decimos que tenemos comunión con Dios y sin embargo no seguimos el
reglamento y andamos impíamente, mentimos. Cuando nos salimos fuera de los preceptos,
estamos fuera de comunión, pero sin embargo seguimos siendo hijos en la
familia. Tenemos que fijarnos claramente en la diferencia que hay entre
comunión y filiación. "Andar en tinieblas" no afecta el parentesco de
Padre e hijo; rompe la comunión.
Versículo 7:
pero
si andamos en luz, como él [Dios] está en luz, tenemos comunión unos con otros,
y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
El andar en luz
nos da comunión con Dios. Cuando estamos fuera de comunión, andamos en tinieblas,
lo cual es pecado, pues toda comunión rota es pecado. Sin embargo, cuando
confesamos nuestra comunión rota, la sangre de Jesucristo nos limpia, nos hace
sin mancha. "La sangre" es una figura literaria que se refiere al
hecho de que Jesucristo dio su vida. Es la figura metalepsis que incluye
sinécdoque. La figura sinécdoque hace que "sangre"
represente "derramamiento de sangre" e indica la muerte de Jesucristo
y no su vida. Luego va más allá de la acción de su muerte, indicando los
méritos que él logró para nosotros, los cuales efectuó por medio de su muerte y
por lo tanto lógicamente se asocian con ella. La palabra "limpiar"
señala un lavamiento íntegro y total, sin dejar ninguna imperfección o
impureza.
Versículo 8-10:
Si
decimos que no tenemos pecado [comunión rota], nos engañamos a nosotros mismos,
y la verdad no está en nosotros.
Si
confesamos nuestros pecados [comunión rota], él [Dios] es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados [comunión rota], y limpiarnos de toda maldad.
Si
decimos que no hemos pecado [roto comunión], le hacemos a él [Dios] mentiroso,
y su palabra [de Dios] no está en nosotros [en nuestras mentes].
Nadie puede
vivir en comunión con Dios si vive de acuerdo a cualquier otro principio que no
sea de la Palabra de Dios. Cuando andamos por otras sendas pecamos, lo cual es
injusticia. Si confesamos nuestros pecados a Dios cuando estamos fuera de
comunión, Dios es fiel a Su promesa de proveer justicia legal. Dios es capaz de
absolvernos de toda comunión rota, pecado del cual todos los hijos son
culpables.
1
Juan 2:1,2:
Hijitos
míos, estas cosas os escribo para que no pequéis [que no rompan comunión]; y
[pero] si alguno hubiere pecado [roto comunión], abogado [un abogado defensor]
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
Y
él [Jesucristo] es la propiciación [el pago] por nuestros pecados [comunión
rota]; y no solamente por los nuestros, sino también los de todo el mundo.
Jesucristo es la
propiciación por nuestros pecados, que quiere decir que él no sólo pagó por
ellos sino que también, cuando rompemos comunión, nos trae de vuelta para
disfrutar del favor de Dios. Nuestra confesión de pecado produce el perdón de
nuestra comunión rota. Dios puede remitir nuestro pecado solamente una vez y
eso es en el momento de la salvación. La remisión de pecados es para el pecador
que no es salvo; el perdón de pecado es para el pecador salvo que está fuera de
comunión con Dios.
Versículo 3:
Y
en esto sabemos que nosotros le conocemos [a Dios], si guardamos sus
mandamientos [los de Dios].
Hemos de
probarnos a nosotros mismos que conocemos a Dios. Las formas griegas para
"sabemos" y "conocemos" en el versículo 3 se usan con la
siguiente precisión: "Sabemos [tiempo presente--por estar personalmente
muy familiarizados] que nosotros le conocemos [tiempo pretérito perfecto--por
un encuentro inicial con Dios, la salvación]..." ¿Cuáles son Sus
mandamientos? Hacer esas cosas acerca de las cuales El nos acaba de instruir--andar
en la luz. Hemos de declarar la Palabra después de que nuestras mentes han sido
iluminadas por ella.
Versículo 4:
El
[el hombre] que dice: Yo le conozco [a Dios, por estar familiarizado
personalmente con El], y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la
verdad no está en él [el hombre].
Si una persona
no es renacida, la verdad no está en ella espiritualmente. Pero si un creyente
renacido dice que conoce a Dios íntimamente y no observa el mandamiento de
andar en la luz, la verdad de la Palabra no está en la mente de ese hombre. La
verdad permanece en el ser espiritual del creyente, pero esa persona no ha
puesto la verdad en su mente.
Versículo 5:
pero
el que guarda su palabra [de Dios], en éste [el hombre] verdaderamente el amor
de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él [Dios por medio
de Jesucristo].
Guardar la
Palabra de Dios es vivir de acuerdo a Su voluntad. Nosotros somos los que
guardamos Su Palabra, y al guardarla, el amor de Dios es perfeccionado en
nosotros. El amor, agapë en griego, se recibe con el nacimiento
espiritual. "El amor agapë de Dios" se manifiesta externamente
cuando andamos en la luz. Lo que hace posible la comunión perfecta es tener el
espíritu de Dios en nosotros y además andar en Su amor.
Versículo 6:
El
[el hombre] que dice que permanece en él [Dios por medio de Cristo Jesús], debe
andar como él [Jesucristo] anduvo.
Cualquiera que
dice que permanece o que está continuamente en la presencia de Dios, tiene que
tener la mente renovada de acuerdo a la Palabra y andar con esta mente renovada
como lo hizo Jesucristo. Porque tiene libre albedrío, el creyente renacido
puede decidir vivir conforme a este mundo; pero, para estar en comunión, un
creyente tiene que decidir renovar su mente y actuar según la Palabra de Dios.
Versículo 7,8:
Hermanos,
no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido
desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído
desde el principio.
Sin
embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que [el proceso total de palabra y
obra] es verdadero en él [Dios] y en vosotros, porque las tinieblas van
pasando, y la luz verdadera ya alumbra.
Se da ahora un
precepto nuevo. Toda la transacción de Dios fue hecha genuina y aplicable, y
por lo tanto puede ser, y es, manifestada en el mundo de los sentidos. Las
tinieblas pertenecen al pasado porque Dios en Cristo en nosotros es luz. Sin
embargo, otros no pueden ver esta luz a menos que la manifestemos, la mostremos
con nuestro andar.
Versículo 9:
El
que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en
tinieblas.
El aborrecer es
posible solamente cuando alguien es nacido de la simiente del Diablo, de la
misma forma como el amor agapë es posible únicamente cuando uno es
nacido de la simiente de Dios. Las dos palabras griegas para
"aborrecer", misos y stugos, al igual que todas sus
derivadas, tienen que entenderse de acuerdo con su uso en el contexto. Pueden
significar "antipatía" o "antipatía que resulta en el odio
absoluto del Diablo". Este odio, lo opuesto de agapë, es una
cualidad espiritual que una persona recibe cuando nace de la simiente de la
serpiente.
Versículo 10,11:
El
[el hombre] que ama a su hermano, permanece en la luz [andando en la mente
renovada según la Palabra], y en él [el hombre] no hay tropiezo.
Pero
el que aborrece [le tiene antipatía] a su hermano está en tinieblas, y anda en
tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.
Si mantenemos
renovadas nuestras mentes según la Palabra de Dios, el amor de Dios se
perfecciona en nuestras mentes, y no le damos oportunidad alguna a la carne
para menospreciar o tenerle antipatía a un hermano en Cristo. Aquel que le
tiene antipatía o menosprecia a su hermano no ha renovado la mente según la
Palabra de Dios. Satanás trata constantemente de disuadirnos de andar en la
verdad de la luz y así pues nos hace andar en tinieblas. Para continuar firmes
en la luz, un creyente tiene que tener un conocimiento de la Palabra de Dios.
Sin ese conocimiento, el creyente es desarraigado y fácilmente llevado a las
tinieblas debido a la ignorancia.
Versículo 12:
Os
escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por
su nombre [de Dios].
Una persona no
puede ser hijo de Dios sino hasta que sea renacido de la simiente de Dios, El
pecado de un hombre, comunión rota, es perdonado por amor del nombre de Dios,
porque el hombre está en la familia de Dios. Literalmente, todos los pecados
fueron cargados en Jesucristo cuando él hizo su sacrificio.
Versículo 13,14:
Os
escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os
escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno [Satanás]. Os
escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre.
Os
he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es [Dios] desde el
principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra
de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno [Satanás].
La Palabra de Dios solamente puede morar en
los hombres después de que hayan renacido y tengan vida eterna. Los creyentes
permanecen en la Palabra según renuevan sus mentes de acuerdo a esa Palabra.
Esta es la única forma de vencer al maligno.
Versículo 15:
No
améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el
amor del Padre no está en él.
Si el amor del
Padre no está en una persona, esa persona no tiene vida eterna. Si un hombre
ama de verdad las cosas del mundo (lo cual alude a Satanás quien gobierna y es
dueño legal del mundo), el amor del Padre no puede estar en él.
Versículo 16:
Porque
todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y
la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
La codicia
(desear más de lo que se necesita), los deseos posesivos ("los deseos de
los ojos") y la jactancia ("vanagloria") son cualidades de
hombres en quienes no mora la Palabra.
Versículo 17,18:
Y
el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace [practica] la voluntad de Dios
permanece para siempre.
Hijitos,
ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así
ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último
tiempo.
Cualquier
persona nacida de la de la serpiente es llamada “anticristo” porque está en
oposición a Cristo.
Versículo 19:
Salieron
de nosotros, pero no eran de nosotros, porque si hubiesen sido de nosotros,
habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no
todos son de nosotros.
Los anticristos,
aquellos nacidos en la familia del Diablo, querían separarse a sí mismos de los
creyentes, aquellos nacidos en la familia del Dios verdadero.
Versículo 20-24:
Pero
vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas [porque tenemos
Su Palabra escrita].
No
os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque
ninguna mentira procede de la verdad.
¿Quién
es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo,
el que niega al Padre y al Hijo.
Todo
aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene
también al Padre.
Lo
que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros [en vuestras
mentes]. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros [en
vuestras mentes], también vosotros permaneceréis [andando] en el Hijo y en el
Padre.
Si aquello que
hemos oído desde el principio, la vida eterna, está en nosotros espiritualmente
y andamos en comunión por medio de la renovación de nuestras mentes,
permaneceremos en el Padre. Para renovar la mente hay que dar tres pasos: (1)
conocer la Palabra de Dios, (2) Ponerla en nuestras mentes. Y (3) Manifestarla
en acciones. La salvación nos da la filiación; la mente renovada nos da la
comunión perfecta con el Padre.
Versículo 25-27:
Y
esta es la promesa que él [Dios] nos hizo, la vida eterna.
Os
he escrito esto sobre los que os engañan [os hacen dudar].
Pero
la unción [el nuevo nacimiento] que vosotros recibisteis de él permanece en
vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe [instruya]; así como la
unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según
ella os ha enseñado, permaneced en él [Dios].
La unción que
tenemos de Dios es la unción del espíritu santo. Es recibir la plenitud del don
proveniente del Espíritu Santo quien es Dios. No necesitamos a ningún hombre
para que nos enseñe porque tenemos la Palabra y el poder y las manifestaciones
del espíritu santo.
Versículo 28:
Y
ahora, hijitos, permaneced en él [en Dios por medio de Cristo Jesús], para que
cuando se manifieste [Cristo], tengamos confianza [denuedo], para que en su
venida [de Cristo] no nos alejemos de él [Dios] avergonzados.
En el retorno de
Cristo, vamos a ser juzgados y recompensados por nuestro andar con Dios. Si
vivimos con la mente renovada en manifestación y estamos en comunión con Dios,
no estaremos avergonzados ni nos sentiremos deshonrosos. Al contrario,
tendremos confianza.
Versículo 29:
Si
sabéis que él [Dios] es justo, sabed también que todo el que hace justicia es
nacido de él [Dios].
"Hace"
es la palabra clave. Quiere decir practicar una habilidad tal como un cirujano,
o un pintor o músico profesional. Hemos de practicar en el mundo de los
sentidos lo que hemos recibido en el espíritu. Somos justos porque Dios nos
hizo justos; pero nuestra justicia se manifiesta al mundo según practicamos la
voluntad de Dios, y la voluntad de Dios se conoce solamente de la Palabra de
Dios.
1
Juan 3:1:
Mirad
cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por
esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él [Dios].
El mundo nunca
entenderá eso de que seamos "hijos de Dios". La salvación es una obra
interna, espiritual, y el hombre natural no puede entender los asuntos
espirituales. El mundo desconoce a Dios, pues como lo explica 1 Corintios 2:14:
“...el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque
para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir [los
asuntos espirituales] espiritualmente”.
Versículo 2:
Amados,
ahora somos hijos de Dios, y [pero] aún no se ha manifestado lo que hemos de
ser; pero sabemos que cuando él [Cristo] se manifieste, seremos semejantes a
él, porque le veremos tal como él es.
La sección que
empieza con "y aún no se ha manifestado" en el versículo 2, hasta el
fin del versículo 4 es parentética y se refiere a Cristo. Entonces en el
versículo 5 retornamos al tema: Dios. Ser semejantes a él (Cristo) es ser como
él será en su cuerpo resucitado en su retorno. Cuando Cristo regrese, seremos
semejantes a él porque somos coherederos con Cristo* e hijos del mismo Padre.
Versículo 3:
Y
todo aquel que tiene esta esperanza [el retorno de Cristo] en él, se purifica a
sí mismo, así como él [Cristo] es puro.
Tenemos la
esperanza de la segunda venida de Cristo. Por lo tanto, nosotros los que
tenemos esta esperanza debemos purificarnos a nosotros mismos por la renovación
de la mente. Personalmente deberíamos purificar nuestras mentes así como
nuestros espíritus son puros, el don proveniente de
Dios.
Versículo 4:
Todo
aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción
de la ley.
_____________________________________________________________
*Romanos 8:17: “Y si hijos, también herederos; herederos
de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para
que juntamente con él seamos glorificados”.
La frase
"infracción de la ley" es la palabra griega anomia, "sin
ley". Uno que practica ilegalidades, y que por lo tanto no observa la ley,
es un infractor. Para cumplir la ley, el hombre tiene que seguir las
instrucciones dadas en Gálatas 6:2 donde dice: "Sobrellevad los unos las
cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo".
Versículo 5,6:
Y
sabéis que él [Dios] apareció [en Cristo y fue mostrado al mundo] para quitar
nuestros pecados, y no hay pecado en él [Dios].
Todo
aquel que permanece en él [Dios], no peca; todo aquel que peca, no le ha visto
[a Dios], ni le ha conocido [a Dios, más allá del conocimiento inicial].
El versículo 6
está hablando de un creyente que permanece en Dios (comunión), no de
Dios permaneciendo en el creyente (salvación). Un creyente peca y rompe comunión con Dios, no en la vida
espiritual que él recibió cuando renació, porque esa vida es perfecta y no
puede pecar. Si uno tiene la mente perfectamente renovada, no peca y no rompe
comunión.
Versículo
7:
Hijitos,
nadie os engañe; el [el hombre] que hace justicia es justo, como él [Dios en
Cristo en usted] es justo.
Nadie puede
hacer justicia sino hasta que él mismo sea justo. La justicia es de Dios y por
lo tanto está incluida en el don, espíritu. La justicia es Dios en Cristo
dentro de uno, lo que hace posible manifestar la justicia exteriormente.
Versículo 8
El
que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio.
Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.
Todo pecado se
debe a la influencia de Satanás sobre la persona que comete el pecado.
Jesucristo apareció para deshacer el poder de Satanás. En su primera venida él
derrotó la obra del Diablo; sin embargo, la destrucción total está aún por
manifestarse cuando Cristo venga por segunda vez.
El Hijo de Dios
ha derrotado a Satanás para aquellos que son renacidos y que han renovado la
mente de acuerdo a la Palabra. Si una persona no renueva la mente, Satanás no
es derrotado en la vida de esa persona. En tal situación, Satanás frustra a
esta persona con enfermedades, preocupaciones, necesidades, temores y otros
negativos satánicos.
Las palabras
"desde el principio" en el versículo 8 se refieren al principio de la
maldad encontrada en Lucifer, el Diablo. Observe Ezequiel 28:15: “Perfecto eras
[tanto Adán como el Diablo] en todos tus caminos desde el día que fuiste
creado, hasta que se halló en ti maldad.
Versículo
9:
Todo
aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado [en el espíritu], porque la
simiente [Cristo] de Dios permanece en él [el hombre]; y no puede pecar [en eso,
de lo cual es nacido, la simiente de Dios, Cristo en él], porque es nacido de
Dios.
El hombre no
puede pecar en esta simiente de la cual es renacido. Es simiente espiritual
perfecta.
Versículo 10:
En
esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que
no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
Fíjese cuán
marcada es la diferencia entre las simientes espirituales. Los hijos siguen el
patrón de sus respectivos padres.
Versículo 11,12:
Porque
este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a
otros.
No
como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató?
Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.
Caín era
"del maligno"; él era nacido de la simiente de la serpiente y manifestó
el odio y las malas obras del Diablo.
Versículo 13,14:
Hermanos
míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece.
Nosotros
sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que
no ama a su hermano, permanece en muerte.
La palabra
"hermanos" tiene la connotación de "santos" como hijos de
Dios. Sabemos que hemos pasado de muerte a vida cuando nuestras acciones son
motivadas por el amor de Dios. Nuestra salvación se manifiesta a nosotros
mismos y a los otros santos según amamos con el amor de Dios en nuestras mentes
renovadas. Nadie tiene este amor agapë sino hasta que renace de Dios. El
hombre natural a lo sumo solamente puede tener philia, amor humano.
En la última
parte del versículo 14 las palabras "a su hermano" no figuran en los
textos más antiguos. "El que no ama" se refiere al hombre no salvo.
La persona no salva no puede amar con el amor agapë y permanece en
tinieblas.
Versículo 15:
Todo
aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene
vida eterna permanente en él.
Algunas iglesias
han enseñado que cualquiera que comete un homicidio, uno que en realidad toma
la vida de otro, no tiene vida eterna permanente en él. La Palabra de Dios no
dice eso. "Todo aquel que aborrece [aborrecer es del Diablo y solamente
los hijos del Diablo pueden hacerlo] a su hermano [en la carne] es
homicida". El hermano no es víctima del homicidio sino que el hombre que
aborrece, que es nacido de la simiente de la serpiente, está causando su propia
muerte. "Y sabéis que ningún homicida [que causa su propia muerte porque
es nacido de la simiente de la serpiente] tiene vida eterna permanente en
él". No puede tener vida eterna, es nacido de la serpiente.
Versículo 16:
En
esto hemos conocido [entendido] el amor, en que él (Jesucristo) puso su vida
por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos
[santos].
Debemos poner
nuestras vidas, debemos poner nuestros deseos egoístas en sujeción a nuestro
espíritu, para ayudar a los creyentes.
Versículo 17:
Pero
el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano [santo] tener necesidad, y
cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?
A menudo se nos
ha enseñado que hemos de ayudar a los no salvos que están hambrientos. Esta
escritura nos dice que nuestra responsabilidad primaria es hacia nuestros
hermanos en Cristo.*
Versículo 18-22:
Hijitos
míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad [amemos y no
solamente hablemos del amor].
Y
en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones
delante de él [Dios];
pues
si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe
todas las cosas.
Amados,
si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;
y
cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él [Dios], porque guardamos
[en nuestras mentes] sus mandamientos [de Dios], y hacemos [en nuestras acciones]
las cosas que son agradables delante de él [Dios].
Si nuestro
corazón nos reprende, estamos fuera de comunión con Dios. Hemos pecado por no
andar en la mente renovada. Cuando estamos fuera de comunión, no tenemos
confianza para con Dios, y no podemos tener respuesta a nuestras oraciones.
_______________________________________________________________
*Gálatas 6:10: “Así que, según tengamos oportunidad,
hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”.
Versículo 23:
Y
este es su mandamiento [de Dios]: Que creamos en el nombre de su Hijo
Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado [Dios en Cristo
Jesús].
Podemos jugarnos
el todo por el todo en la bondad que Dios ha provisto para nosotros si
practicamos Su voluntad. Aquí tenemos un mandamiento, no una petición: que
creamos en el nombre de Su Hijo, Jesucristo. Jesús, el primogénito, y nosotros,
sus hermanos, hemos de manifestar el amor del Padre dentro de Su familia.
Versículo 24:
Y
el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto
sabemos que él [Dios] permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
La persona que
guarda los mandamientos no sólo tiene filiación sino también comunión. Podemos
saber que Dios en Cristo mora en nosotros por medio de manifestar el espíritu
que El nos ha dado.
1
Juan 4:1-3:
Amados,
no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque
muchos falsos profetas han salido por el mundo.
En
esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha
venido en carne, es de Dios;
y
todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios;
y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y
que ahora ya está en el mundo.
No hemos de
creer toda manifestación sobrenatural sino que hemos de poner los espíritus a
prueba para ver si son del verdadero Dios. Para hacer esto necesitamos operar
la manifestación de discernimiento de espíritus. El espíritu de un falso profeta
no podrá confesar que Jesucristo ha venido en la carne. Este es anticristo pero
no el anticristo mismo.
Versículo 4:
Hijitos,
vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el [Dios en
Cristo] que está en vosotros, que el [el Diablo y sus espíritus diabólicos] que
está en el mundo.
Dios en Cristo
en nosotros, el espíritu santo, es mayor que los espíritus del Diablo en el
mundo. Cuando nosotros los creyentes comencemos a ejercer nuestros derechos
legales de filiación usando el nombre de Jesucristo, verdaderamente viviremos
con poder y venceremos las fuerzas de Satanás en nuestras vidas.
Versículo
5-12:
Ellos
[los anticristos] son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye.
Nosotros
somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye.
En esto conocemos el espíritu de verdad [Dios] y el espíritu de error [un
espíritu diabólico].
Amados,
amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido
de Dios, y conoce a Dios.
El
que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
En
esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo
unigénito al mundo, para que vivamos por él.
En
esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él
nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación [pago] por nuestros
pecados.
Amados,
si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros [con la
mente renovada].
Nadie
ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros,
y su amor se ha perfeccionado en nosotros.
Ningún hombre ha
visto jamás a Dios pues Dios es Espíritu. El amor de Dios se perfecciona en
nuestro andar a medida que renovamos nuestra mente.
Versículo
13-15:
En
esto conocemos que permanecemos en él [Dios], y él en nosotros, en que nos ha
dado de su Espíritu [Su don, espíritu santo].
Y
nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el
Salvador del mundo.
Todo
aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en
Dios.
Cuando Dios
permanece en un hombre, él ha recibido una nueva creación, vida eterna. Cuando
un hombre permanece en Dios, el hombre está andando en comunión en la mente
renovada.
Versículo 16:
Y
nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios
es amor [agapë]; y el que permanece en amor [agapë], permanece en
Dios, y Dios en él.
El amor de Dios
se perfecciona en nuestras mentes al grado que nosotros permanecemos en Dios, y
así manifestamos Su Don al mundo.
Versículo 17:
En
esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el
día del juicio; pues como él [Dios] es, así somos nosotros en este mundo.
Como Dios es,
así somos nosotros, los que somos renacidos y que demostramos amor. Entonces
tenemos confianza y poder en los momentos críticos porque nos hemos vestido de
la armadura de Dios.
Versículo 18,19:
En
el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el
temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el
amor.
Nosotros
le amamos a él, porque él nos amó primero.
Dios nos amó
primero y nos dio vida eterna lo cual hace posible que nosotros amemos [agapë].
Ahora debemos renovar nuestras mentes de acuerdo al Espíritu, Dios, y andar ante El en amor.
Versículo 20,21:
Si
alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que
no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha
visto?
Y
nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su
hermano.
"Aborrecer",
según se usa en esta escritura, es "no amar". La prueba para nosotros
mismos y para otros de que amamos a Dios es manifestar a los santos el amor de
Dios.
1
Juan 5:1:
Todo
aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama
al que engendró [Dios], ama también al que ha sido engendrado [Cristo y los
hermanos] por él.
Todo el que ama
a Dios en la mente renovada ama a los hermanos porque es imposible tener el
amor de Dios en la mente renovada sin amar a los hermanos. Tanto Cristo como
nosotros hemos sido engendrados por Dios. Cristo es nuestro hermano y junto con
él todos nosotros somos hijos de Dios.
Versículo 2:
En
esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y
guardamos sus mandamientos.
Guardamos Sus
mandamientos mediante la renovación de nuestras mentes de acuerdo a Su Palabra.
Al andar en esta luz, nos probamos a nosotros mismos que somos los hijos de
Dios.
Versículo 3,4:
Pues
este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos [de Dios]; y sus
mandamientos no son gravosos [pesados].
Porque
todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha
vencido al mundo [Satanás], nuestra fe.
A lo largo de
esta epístola la palabra "mundo" se refiere a Satanás. El mundo
incluye todo el reino de Satanás y las cosas que hay en él. Tenemos la
habilidad dada por Dios de vencer toda opresión porque “mayor es el que está en
vosotros, que el que está en el mundo”. Nuestra victoria viene con: 1) Nuestro
creer en la Palabra de Dios. Y 2) Renovar nuestras mentes de acuerdo a ella.
Versículo 5:
¿Quién
es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Jesús venció al
mundo y ese mismo poder nos pertenece según ministramos y operamos las
manifestaciones del espíritu.*
Versículo 6-8:
Este
es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente,
sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio [con nuestro
espíritu, el hombre interior]; porque el Espíritu es la verdad.
Porque
tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu
Santo; y estos tres son uno.
Y
tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre;
y estos tres concuerdan.**
De acuerdo al
versículo 6, Jesucristo vino mediante agua y sangre. Sabemos que Jesús fue
concebido en María por el Espíritu Santo. En el momento del nacimiento de
Jesús, el saco amniótico que rodeaba al feto fue roto y por lo tanto salió del
agua. También se derrama sangre cuando la madre da a luz. Por lo tanto Jesús,
al igual que todos nosotros, "vino mediante agua y sangre".
Por mi
nacimiento natural yo también nací de agua y sangre. Pero el espíritu dentro de
mí, que vino en el momento de mí nacimiento espiritual, indica que ya no soy
solamente un hombre natural pues tenemos vida eterna que es espíritu. Estos
tres --agua, sangre y espíritu-- dan testimonio del mismo Dios de quién se dio
testimonio cuando nació Jesús.
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*Juan 14:12: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí
cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo
voy al Padre”.
**De acuerdo al texto crítico griego las siguientes
palabras fueron por primera vez añadidas en los versículos 7 y 8 en el siglo
dieciséis: “…en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres
son uno. Y tres los que dan testimonio en la tierra..."
Versículo 9-12:
Si
recibimos el testimonio de los hombres [en cuanto a nuestro nacimiento de
sangre y agua], mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio
con que Dios ha testificado acerca de su Hijo.
El
que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a
Dios, le ha hecho [a Dios] mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que
Dios ha dado acerca de su Hijo.
Y
este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su
Hijo.
El
que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la
vida.
Cuando nosotros
creímos en el Hijo de Dios, recibimos el testimonio de la vida eterna dentro de
nosotros. "El que tiene al Hijo, tiene la vida", según el texto. No
nos ganamos esta vida que Dios nos ha dado; no imploramos por ella; no la
podemos robar, y no la podemos perder porque Dios nos la dio como simiente.
Versículo
13,14:
Estas
cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que
sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.
Y
esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a
su voluntad, él nos oye.
Sin embargo, con
esa misma lógica, si pedimos cualquier cosa que no sea la voluntad de Dios, no
recibiremos nada. Tenemos que conocer Su voluntad para saber qué pedir en forma
apropiada y legítima.
Versículo 15:
Y
si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos
[tiempo presente] las peticiones que le hayamos hecho [tiempo pasado].
Tenemos lo que
hemos pedido antes de tenerlo en manifestación. Esto es grandioso. ¿Por qué? La
Biblia es la Palabra de Dios, y la Palabra de Dios es la voluntad de Dios. Por
lo tanto, si conocemos la Palabra de Dios, conocemos la voluntad de Dios. Si la
Palabra dice: "Ora por los enfermos", entonces sabemos que hemos de
orar por los enfermos; estamos haciendo la voluntad de Dios. Ya no necesitamos
usar la desgraciada frase "Si Dios quiere". Solamente alguien que no
sabe o que es ignorante de la Palabra de Dios dirá "Si Dios quiere".
El hombre que conoce la Palabra de Dios sabe lo que Dios quiere.
Versículo 16:
Si
alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios
le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay
pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida.
El "pecado
de muerte" es el pecado imperdonable.* Si un hombre comete este pecado, la
oración no le servirá de nada porque ese hombre es nacido de la simiente de la
serpiente. Sin embargo, si un hermano en la carne no ha cometido el pecado
imperdonable, Dios le dará a ese hermano vida eterna si se lo pedimos. La
palabra "hermano" en el versículo 16 se refiere específicamente a un
hermano de nacimiento. Podemos orar por la salvación de un miembro de la
familia que quiere oír y creer la promesa de Dios. Orar por vida eterna para un
pariente, hermano o hermana, que no ha cometido el pecado imperdonable es una
clave que podemos aplicar para los miembros de nuestra familia que no son
salvos.
Versículo 17:
Toda
injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte.
Cualquier cosa
pensada, hablada o hecha que no esté en armonía con la Palabra de Dios es
injusticia. La injusticia de aquellos que son renacidos no es de muerte porque
Dios ha prometido perdón.
Versículo 18:
Sabemos
que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado [en el espíritu, el
hombre interior], pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el
maligno no le toca.
Si este
versículo fuera traducido así: "Sabemos que eso que es nacido de Dios
dentro del creyente no peca", la gente lo podría entender más fácilmente.
"Todo aquel que ha nacido de Dios" permanece en comunión con Dios
mediante la renovación de su mente. El creyente con la mente renovada no puede
ser tocado por el maligno. La clave está en vivir de acuerdo a la Palabra de Dios.
Mediante acción positiva no daremos oportunidad alguna a Satanás a que
interfiera en nuestras vidas. Como Efesios 4:27 exhorta: “ni deis lugar al
diablo”.
Versículo 19,20:
Sabemos
que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.
Pero
sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer
al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es
el verdadero Dios, y la vida eterna.
El mundo entero
está impotente, a la merced del maligno, Satanás. El es el príncipe de este
mundo según Juan 14:30 y el dios de este mundo según 2 Corintios 4:4. No
obstante, nosotros que somos renacidos hemos sido alumbrados porque conocemos
al Dios verdadero.
Versículo 21:
Hijitos,
guardaos de los ídolos. Amén.
"Hijitos"
es un término de cariño, tal como lo usaría un maestro que ama y que se
preocupa de sus estudiantes. "Guardarse de los ídolos" quiere decir
no buscar ayuda, guía o instrucción de cualquier otra fuente que no sea nuestro
Padre celestial, quien es el Dios vivo y verdadero. No debemos dejar que
nuestras mentes sean apartadas de Dios y de Su Palabra. Nuestro vivir
victorioso, después de recibir nuestra filiación, está en relación directa con
nuestro permanecer en comunión por medio de pensar y actuar según la voluntad
de Dios, la cual se puede conocer solamente por la Palabra de Dios.
_______________________________________________________________________
*Wierwille, Victor Paul, The Word’s Way—Vol. III, Studies in
Abundant Living (American Christian Press, New Knoxville, Ohio, USA, 1971),
Capítulo 4, “The Unfordable Sin” (“El Pecado Imperdonable”).
Acerca del Autor
Victor Paul Wierwille ha pasado
muchos años buscando esclarecimiento de la Palabra de Dios por medio de hombres
de Dios diseminados a lo largo del continente.
Su trayectoria académica después del colegio secundario continuó en el
Colegio y Seminario “Mission House”
(Lakeland), donde recibió sus diplomas universitarios en Artes y en Divinidad.
El Dr. Wierwille estudió en la Universidad de Chicago y en el Seminario
Teológico de Princeton, donde recibió el diploma de Maestro de Teología en
Teología Práctica. Tiempo después completó su trabajo para graduarse como
Doctor en Teología.
Durante 16 años el Dr. Wierwille
sirvió como pastor en el noreste de Ohio.
Durante estos años escudriñó la Palabra de Dios para obtener claves para
un vivir abundante y victorioso. El Dr. Wierwille visitó a E. Stanley Jones y
estudió su programa “Ashram”. Hombres
tales como Glenn Clark, Rufus Mosley, Starr Daily, Albert Cliff, el Obispo K.C.
Pillai y otros, fueron huéspedes de la congregación local del Dr. Wierwille.
Karl Barth de Suiza fue su amigo y consultor, y también George M. Lamsa, el
erudito arameo, así como otros eruditos europeos y del lejano oriente. Con
estos hombres el Dr. Wierwille buscó entendimiento bíblico. En 1953 comenzó a
enseñar clases sobre Poder Para la Vida Abundante. Estas sesiones concentradas
están específicamente orientadas hacia revelar la Palabra de Dios como la voluntad
de Dios, y contestar preguntas cruciales acerca del espíritu santo y su actual
disponibilidad y eficacia en las vidas de los creyentes. El conducir a hombres
y mujeres de todas partes del mundo a recibir la vida más abundante,
rápidamente absorbió todo el tiempo disponible del Dr. Wierwille, de manera que
se hizo necesario que renunciara de su posición de pastor local. Por veinte
años el Dr. Wierwille ha dedicado toda su energía a enseñar la exactitud de la
Palabra de Dios al establecer el Centro de Investigación Bíblica El Camino en
New Knoxville, Ohio, y sus ramas a través de los Estados Unidos, al igual que
en la India, Australia, Canadá, Europa y América del Sur.
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