domingo, 31 de agosto de 2014

PODER PARA LA VIDA ABUNDANTE CAP. 22






Quinta Parte


El Poder en Cristo Jesús


CAPITULO 22
RENOVANDO LA MENTE



Con el nuevo nacimiento, un hombre durante la Administración de la Iglesia está en una posición mejor que la de Adán porque Adán tenía el espíritu de Dios bajo una condición. Para aquellos que recibimos el espíritu de Dios después de Pentecostés, el espíritu nos es dado sin condición. Adán, sin embargo, tenía una ventaja: él empezó la vida con una mente perfectamente renovada.

Ahora, bajo la Administración de la Iglesia, cuando una persona es renacida tiene la misma mente que tenía antes de su salvación. Dios obra con espíritu porque ese es Su plano; el hombre obra con la mente y la carne porque ese es su plano. Después de la salvación, la mente del hombre tiene que ser renovada por el propio hombre si va a liberar el poder espiritual que recibió de Dios.

¿Qué quiere decir “renovarse la mente”? Quiere decir “retener la Palabra en la mente y actuar de acuerdo con ella". La palabra griega para la mente renovada se traduce literalmente “transfigurado” o “transformado”, metamorphoō. Los creyentes han de obtener una forma nueva, una nueva figura en la mente. Romanos 12 nos da información básica sobre este tema.

Romanos 12:1,2:
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional
[religioso].

No os conforméis a este siglo
[mundo], sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento [vuestra mente], para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.


¿Cómo va uno a comprobar cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta? Renovándose la mente.

Romanos 13:14:
Sino vestíos del Señor Jesucristo…

“Vestíos del Señor Jesucristo.” Esto es obras. Esto no puede referirse a la salvación porque la salvación viene por gracia-“no por obras, para que nadie se gloríe”. ¿Dónde puede un hombre,vestirse de él? En la mente. Pablo dice: “Vestíos del Señor Jesucristo” en la mente.


Efesios 4:22,23:

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,

y renovaos en el espíritu [la vida] de vuestra mente.


¿Qué es el “viejo hombre”? El viejo hombre es una figura literaria que quiere decir los viejos hábitos que tenía una persona antes de ser renacida. El viejo hombre es tan viejo como la persona misma.

Efesios 4:24:
y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.


El espíritu es el nuevo hombre. No es tan viejo como el hombre; una persona recibe esto solamente cuando es renacida.

Uno renueva la mente poniendo en su mente lo que Dios creó en justicia y luego viviéndolo. Cuando un individuo ha hecho esto, es posible para él andar por el poder de Dios porque ahora tiene una mente coordinada y en armonía con su espíritu.

Efesios 4:25:
Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.

Efesios 4:27-30:
Ni deis lugar al diablo.

El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.

Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.


¿Qué es “contristar al Espíritu Santo de Dios",? ¿Cuál es el contexto? Efesios está hablando sobre la mente renovada. Contristar al Espíritu Santo de Dios es que una persona no renueve su mente después de haber vuelto a nacer del Espíritu de Dios-que mantenga la misma mente vieja que tenía- que continúe robando, mintiendo, defraudando y hablando en una manera corrompida.

Efesios 4:31,32:
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.

Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.


¿Por qué encontramos que nos es difícil perdonar algunas veces? Porque no nos damos cuenta de lo que Dios nos perdonó. Esto es parte de la mente renovada.

Todas las Epístolas de la Iglesia se refieren una y otra vez a la mente renovada.

Filipenses 2:5:
Haya, pues, en vosotros este sentir
[esta mente] que hubo también en Cristo Jesús.

Esa es la mente renovada. Cristo siempre hizo la voluntad del Padre. Siempre llevó a cabo Su Palabra perfectamente. Cuando dejemos que la mente que hubo en Cristo Jesús esté en nosotros, tendremos una mente perfectamente renovada.

Colosenses 3:5-11:
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos
[lujuria] y avaricia, que es idolatría;

cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,

en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.

Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira
[Dejad de enfureceros.], enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.

No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,

y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,

donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.


El poder de Dios en Cristo también está en una persona que recibe Su espíritu, el nuevo nacimiento. Pero para propósitos prácticos en la tierra, el poder que uno tiene se queda latente hasta ser activado por la renovación de la mente y el actuar con la mente renovada. Entonces el poder llega a ser manifestado en el mundo de los sentidos.

Colosenses 3:12-17:
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;

soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

Y sobre todas estas cosas vestíos de amor [el amor de Dios en la mente renovada], que es el vínculo perfecto.

Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un sólo cuerpo; y sed agradecidos.

La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros [en vuestra mente], enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.

Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús; dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Para renovar su mente, una persona tiene que empezar en el principio. Primero, uno tiene que confesar al Señor Jesucristo y creer que Dios le levantó de los muertos. Luego uno tiene que poner los pensamientos de Dios en la mente como Dios mismo lo ha expresado en Su Palabra. ¿Cómo va una persona a aprender a andar con la grandeza del poder de Dios, a menos que empiece a poner la Palabra de Dios en su mente e intente vivir según ella? Uno aprende a vivir esta Palabra simplemente andando según la Palabra.

Una persona tiene que estudiar la Palabra de Dios, no lo que dice la gente alrededor de la Palabra o sobre la Palabra. ¿Qué dice Dios? Como le digo a muchas de las personas en mis clases: Ponga a un lado sus otros materiales de lectura por un tiempo y lea la Palabra de Dios. Si, por los próximos tres meses, usted dedica su vida principalmente a leer y estudiar las Epístolas que son escritas directamente a usted y entonces aplica esos principios, renovando su mente, dentro de tres meses usted no se reconocerá. Usted será una persona muy dinámica. Va a estar manifestando la mente renovada y recibiendo respuestas a sus oraciones. Verá señales, milagros y maravillas.

Viva usted la Palabra. Ponerla en la mente no basta; usted tiene que actuar según ella; tiene que hacer un esfuerzo para vivirla. Este proceso de cultivar o desarrollar a Cristo en su mente es un proceso deliberado que usted tiene que hacer por su libre albedrío. Usted determina que va a mandar la información de la Palabra de Dios a su mente y que va a vivirla. Vivir por creencia significa andar día a día y momento a momento por la Palabra revelada de Dios. La decisión queda con usted: si va andar por los sentidos o por la Palabra revelada de Dios. Si usted anda por la Palabra revelada de Dios, va a manifestar la grandeza del poder de Dios.



sábado, 30 de agosto de 2014

PODER PARA LA VIDA ABUNDANTE CAP. 21



CAPITULO 21
EL PECADO IMPERDONABLE


Al estudiar el nuevo nacimiento y la comunión con Dios, deberíamos mirar la exactitud de la Palabra de Dios en relación con el pecado imperdonable, que es un tema asociado. Esta materia está claramente definida en la Palabra de Dios pero todavía mucha gente está en tinieblas.

El pecado imperdonable también es llamado en la Palabra de Dios el pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo. Todos los evangelios tienen relatos de este pecado.

Mateo 12:31,32:
Por tanto os digo [Jesús está hablando a los principales del templo, los fariseos]: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.

A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.

Marcos 3:28,29:
De cierto os digo [fariseos y saduceos] que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean;


pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.

Lucas 12:10:

A todo aquel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.

Los hombres a quienes Jesús se refería habían cometido el pecado contra el Espíritu Santo, el pecado imperdonable. Para entender el pecado imperdonable, tenemos que notar que hay dos simientes como está dicho en Génesis.

Génesis 3:15:

Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; 

Génesis 3:15 indica dos simientes-la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer. Previamente vimos que “la simiente suya” es la simiente de Cristo y “tu simiente” es la simiente de la serpiente. Para ver el resultado de estas dos simientes plantadas en el hombre, tomemos a un hipotético Juan del Pueblo. El ha nacido de cuerpo y alma, un hombre natural. No tiene ninguna simiente espiritual en él. Cuando este hombre de cuerpo y alma confiesa con su boca que Jesús es el señor y cree que Dios le levantó de los muertos (Romanos 10:9,10), él es renacido con la simiente (Cristo) de Dios en él. Teniendo esta simiente en él, Juan del Pueblo es cuerpo, alma y espíritu con el amor de Dios y con vida eterna.

Sin embargo, hay otra posibilidad para Juan. Antes que confesar a Jesús como señor, cree que el Diablo es el verdadero dios. Entonces Juan del Pueblo, un hombre de cuerpo y alma, es renacido de la simiente de la serpiente. Renace de simiente y la simiente no puede ser quitada. Porque esta simiente no puede ser quitada, es un pecado imperdonable.

Cuando Juan del Pueblo acepta al Diablo como dios, renace de la simiente de la serpiente, la simiente del Diablo. Tiene entonces el odio del Diablo, así como el que acepta al Dios y Padre del Señor Jesucristo tiene el amor de Dios. Un hombre tiene muerte eterna, mientras que el hombre renacido de la simiente de Dios tiene vida eterna. Las familias de los dos dioses son completamente opuestas. Hay dos simientes y dos esencias antitéticas.

Es posible que un hombre de cuerpo y alma pase por la vida y nunca acepte a uno u otro dios. Una persona no siempre toma esta decisión. Pero si escoge, tiene solo dos alternativas. Puede, ya sea aceptar al Señor Jesucristo como su señor personal, o aceptar al Diablo. Si acepta al Diablo es renacido de la simiente de la serpiente lo cual es imperdonable (no se puede arrepentir de ello) porque una persona no se puede deshacer de una simiente. Es permanente.

Hemos leído pasajes en Mateo, Marcos y Lucas acerca del blasfemar en contra del Espíritu Santo. El cuarto evangelio, Juan, también contiene un pasaje.

Juan 8:13,15:

Entonces los fariseos le dijeron: Tú [Jesús] das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.

Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy.

Vosotros juzgáis según la carne [de acuerdo a los sentidos]…


Juan 8:19:
Ellos [los fariseos] le dijeron [a Jesús]: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais. 

Juan 8:21-23:

Otra vez les dijo Jesús [a los fariseos]: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir.

Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a sí mismo, que dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir?

Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de
[“de” indica el caso posesivo] este mundo.

¿Quién es el dios de este mundo? El Diablo. Juan 8 dice muy claramente que ellos eran del Diablo. Si una persona es de algo, tiene simiente adentro.


Juan 8:33:
Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie…

Juan 8:37-44:

[Jesús habla] que sois descendientes de Abraham [de su simiente física]; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros.

Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. [Se indica a dos padres aquí.]

Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.

Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.

Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.
[Ellos se olvidaron de decir cuál dios.]

Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.

¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.
[¿Por qué?]

Vosotros sois de vuestro padre el diablo…

“Vosotros sois de vuestro padre el diablo”. Ellos habían nacido de la simiente equivocada. Estos fariseos habían nacido de la simiente de la serpiente, y ese es el pecado imperdonable.

Cuando un hombre renace del Espíritu de Dios, tiene la simiente de Dios y no se puede arrepentir de ella. Cuando un hombre, por otro lado, escoge nacer de la simiente de la serpiente y confiesa al Diablo como su dios, nace de la simiente de la serpiente y no se puede arrepentir de eso tampoco. Una persona nunca puede deshacer la simiente que está adentro.

Uno que es renacido de la simiente de Dios tiene vida eterna y el amor de Dios. Uno que es renacido de la simiente del Diablo tiene muerte eterna y el odio del Diablo. Uno no se puede arrepentir de ninguna de estas dos. Una vez que se hace la confesión, el resultado es permanente.

La Palabra de Dios define claramente los dos mundos de espíritu. Nosotros que creemos a Dios no tenemos que errar y extraviarnos en las tinieblas; tenemos que estudiar la Palabra de Dios para ver su exactitud precisa. El entendimiento del nuevo nacimiento es básico para que el creyente se dé cuenta de lo que él es en Cristo Jesús. Este conocimiento le da al creyente seguridad en su posición en la familia de Dios y la confianza para mantener su relación con Dios en buenos términos. Siendo un hijo de Dios y teniendo comunicación directa con Dios Todopoderoso, todo hombre debería desear manifestar la vida más abundante.


PODER PARA LA VIDA ABUNDANTE CAP. 20




CAPITULO 20
REMISION Y PERDON DE PECADO

Antes de ir más adelante, necesitamos clarificar la diferencia entre la posición y el estado de un creyente. Estas palabras son ilustradas con la mayor facilidad observando la posición y el estado en una familia terrenal. En mi lifamilia terrenal soy hijo del Sr. Ernst Wierwille y Sra. ¿Por cuánto tiempo voy a ser hijo en esa familia? Mientras viva. Esa es mi posición. ¿Qué me dice de mi posición en mi familia celestial? Mi posición en la familia de Dios, como mi posición en mi familia terrenal, es la de un hijo. ¿Por cuánto tiempo seré hijo? El espíritu es eterno, luego mi posición en la familia de Dios es eterna.

Puesto que mi posición en mis familias celestial y terrenal es siempre la de un hijo, ¿cuál es mi estado? Mi estado en la familia Wierwille fluctuaba algunas veces. Cuando me portaba mal era todavía hijo de mi padre terrenal porque él tenía su simiente en mí. Mi comportamiento determinaba mi estado dentro del hogar.

Cuando mi padre no aprobaba mi comportamiento y mi estado necesitaba ser edificado, yo iba a mi padre y decía: “Papi, lo siento”. Papá siempre aceptaba mis gestos de disculpa. Mi filiación no tenía relación alguna con lo que hacía; pero mi estado era afectado directamente por mis acciones.

¿Qué me dice de un hijo de Dios? En el momento que una persona renace, está en perfecto alineamiento y armonía con su Padre celestial. Pero, como situación hipotética, digamos que después de que hube renacido, puesto que no se me había enseñado mucho de la Palabra de Dios, continué pecando. Cuando fui salvo, todos los pecados cometidos previamente fueron borrados; pero al poco tiempo, cometí algunos nuevos. ¿Cómo podía yo volver a la comunión perfecta con Dios? De la misma manera como volvía a las gracias de mi padre terrenal. Yo le decía a mi Padre celestial: “Padre, siento haber pecado y no haber vivido de acuerdo a tu Palabra”. Entonces estaba una vez más en armonía con el Padre.

No es suficiente que Dios en Cristo esté en usted, sino que usted tiene que estar en él. Cristo en usted es filiación (posición), pero usted en Cristo es comunión (estado). 1 Juan señala cómo una persona vuelve a ganar comunión con su Padre espiritual.

1 Juan 1:9:
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

Este versículo no tiene nada que ver con ser salvo o ganar filiación. Este versículo está hablando de restablecer comunión después de la salvación. Confesar los pecados de uno no es salvación. (Confesar al salvador es salvación). “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. ¿Qué pecados debemos confesar? Aquellos que hemos cometido después de ser salvos. Puedo acordarme de esos porque los acabo de cometer. No tengo que acordarme de todos los cometidos durante los últimos diez o veinte años.

Cuando confieso mi pecado, El me limpia de toda maldad, pecado cometido después de la salvación. Cada vez que pecamos, debemos confesar nuestro pecado de modo que permanezcamos en comunión con nuestro Padre, de modo que nuestro estado con El esté en perfecta armonía. La razón por la que mucha gente no recibe repuesta a sus oraciones es que ellos sufren de comunión rota. Cuando hemos confesado nuestra comunión rota y estamos de buenas con Dios, podemos orar y obtener respuesta a nuestras oraciones. Entonces podemos andar ante Dios, y las peticiones que le hagamos serán cumplidas. Cristo en nosotros (salvación) y nosotros en Cristo (comunión) determinan la abundancia de nuestra vida cristiana.

Estudiemos confesión en su uso exacto. Hay dos tipos de confesión: para salvación, y para restablecer comunión rota. La palabra “confesar” en Romanos 10:9 es arrepentimiento para salvación. Después de que se dio comienzo a la Iglesia en el día de Pentecostés, Pedro predicó un tremendo sermón. El concluyó en 'Hechos 2:38: “Pedro les dijo: Arrepentíos…” El no dijo: “Arrepentíos de vuestros pecados”. “Arrepentirse” es simplemente confesar que Jesús es el señor y creer que Dios le levantó de los muertos. Pedro les dijo que se arrepintieran, “…y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón [remisión, según el texto] de los pecados…” Cuando uno se arrepiente, ¿qué sucede? Se recibe remisión de los pecados. Cuando una persona recibe remisión de los pecados, se vuelve Hijo de Dios.


El arrepentimiento es para el pecador que no ha sido salvo. El se arrepiente confesando con su boca al Señor Jesucristo, el que salva del pecado. ¿Cuántas veces se puede arrepentir una persona? Leamos la repuesta definitiva en Hebreos.

Hebreos 6:4,6:
Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo,

y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero,

y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismo al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.

Estos versículos son usados para enseñar precisamente lo opuesto de lo que dicen. Personas que dividen incorrectamente la Palabra sostienen que si una persona que fue salva una vez se hace pecadora, nunca puede ser salva de nuevo. Estos versículos ni siquiera sugieren tal doctrina errónea. ¿Qué es imposible según estos versículos? Renovar otra vez a los pecadores para arrepentimiento. Si una persona se pudiera arrepentir por segunda vez, tendría que ser una renovación. Dice muy claramente que es imposible renovar otra vez a un hombre pecador para arrepentimiento.

¿Cuántas veces puede un hombre ser salvo? ¿Cuántas veces se puede arrepentir? Una vez. ¿Cuántas veces puede una persona nacer físicamente?

Nicodemo hizo esa pregunta: ¿puede uno entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer de nuevo? De igual manera, es imposible una vez que una persona ha nacido de nuevo del Espíritu de Dios que sea renovada otra vez para arrepentimiento porque no se puede “des-salvar”. Es imposible ser renovado para arrepentimiento porque el arrepentimiento es un evento de una sola vez. La simiente de Cristo, la cual es implantada en el momento de la salvación, es eterna.

Después de confesar al salvador del pecado (arrepentimiento), la confesión de los pecados trae a la persona salva de vuelta a comunión.

2 Corintios 7:10:
Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse…

Si uno pudiera ser salvo por segunda vez, tendría que ser capaz de arrepentirse de haberse arrepentido la primera vez. Qué necio se vuelve todo esto.

Yo solía demostrar en las clases con un vaso de agua. El vaso representaba el cuerpo; el agua adentro representaba el alma. Ponía un botoncito blanco en un hilo en el agua, y le decía a mi clase que esto era ahora la simiente de Cristo, de la cual dice la Biblia que es vida eterna. Luego ilustraba lo que la mayoría de la gente piensa que es la vida eterna: Hoy confieso con mi boca todos mis pecados. Adentro va el botón, la simiente de Cristo. Ahora estoy salvo. Pero mañana en la mañana tengo un mal pensamiento. ¡Epa! Dios quita el botón, Su espíritu. Entonces soy solamente cuerpo y alma de nuevo, no-salvo. Me siento mal y espero que venga la siguiente campaña evangelística. En la siguiente campaña evangelística voy al altar y confieso mi pecado y adentro viene el espíritu de nuevo. Y así sigue continuamente. Mi padre terrenal hizo algo mejor que eso. El puso su simiente en mí una vez y todavía soy su hijo. ¿Qué me dice de Dios todopoderoso?

Es enseñanza diabólica decir que una persona que ha renacido del Espíritu de Dios, se le quita el espíritu en cada evidencia de debilidad humana. Mi Padre celestial hizo Su parte tan bien, que soy Su hijo mientras viva. Como Victor Paul Wierwille no voy a vivir para siempre; pero como hijo de Dios, tengo Su vida, la cual es eterna.

El arrepentimiento es un tipo de confesión. El segundo tipo de confesión es para reparar la comunión rota. Pecar después de la salvación resulta en comunión rota. No deberíamos pecar, pero el buen Señor sabe que todo hombre de cuerpo y alma será engañado por el Diablo y pecará. Así que Dios estableció una forma para salir del pecado, comunión rota, para Sus Hijos. El hizo que fuera posible que cuando rompamos comunión, podamos confesarle nuestro pecado de comunión rota y entonces El nos da perdón del pecado.

1 Juan habla de comunión y confesión de comunión rota.

1 Juan 1:3-10:
lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
[No cumplido a medias, no cumplido en dos terceras partes, sino cumplido.]

Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.

Si decimos que tenemos comunión con él
[Dios], y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad.

pero si andamos en luz, como él
[Dios] está en [es] luz, tenemos comunión [Dios y yo] unos con otro, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado [comunión rota].

Si decimos que no tenemos pecado
[comunión rota], nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.

Si confesamos nuestros pecados
[comunión rota], él [Dios] es fiel y justo para perdonar nuestros pecados [comunión rota], y limpiarnos de toda maldad.

Si decimos que no hemos pecado
[no hemos roto comunión], le hacemos a él [Dios] mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Dios dijo que todos pecan. ¿Pecamos nosotros en el espíritu? No. Pero en cuerpo y alma nosotros caemos. Dios dice que si cualquiera dice que no peca, es un mentiroso, hace a Dios un mentiroso, y la Palabra de Dios no está en él.

1 Juan 2:1:
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis
[rompáis comunión]; y [pero] si alguno hubiere pecado [roto comunión], abogado [defensor o mediador] tenemos para con el Padre, a Jesucristo [¿Quién es nuestro defensor?] el justo.

Un hijo puede salirse de la comunión con Dios, un hijo puede andar en tinieblas, pero un hijo nunca puede apartarse tan lejos como para no ser más un hijo. La palabra “apartarse” no se usa nunca en el Nuevo Testamento en este sentido. Es usada solamente por maestros que no han sido instruidos, ministros y teólogos que no leen la Palabra ni consideran a quién están escritas varias partes de ella. La palabra “apartarse” no aparece en las epístolas en ese sentido porque nosotros somos hijos de Dios y un hijo no puede aparatarse así.

En el Antiguo Testamento Abraham era un siervo de Dios. La Biblia no dice que Abraham era un hijo de Dios; pues para tener un hijo, uno tiene que tener simiente, y la simiente no estuvo disponible sino hasta que vino Cristo. Esta es la razón por la que los hombres en el Antiguo Testamento no eran hijos de Dios. Abraham era un siervo de Dios y Moisés era un siervo de Dios porque la filiación no estaba disponible todavía. Un siervo puede apartarse por su desobediencia. En su casa, un sirviente puede apartarse tanto que usted lo podría despedir. Pero usted no puede despedir a su hijo. El de todas maneras sigue siendo su hijo.

De vez en cuando en el Antiguo Testamento, se hace referencia a Israel como si fuera un hijo. Pero leyéndolo cuidadosamente uno verá que Israel no es un hijo por nacimiento sino por adopción. Si usted adopta a alguien, él no tiene su sangre; no tiene su simiente en él. Solamente por adopción tomó Dios a Israel. Era posible apartarse totalmente durante la Administración de la ley, pero es imposible durante la Administración de la Iglesia.

Ahora, somos hijos de Dios por nacimiento.

Gálatas 4:6,7:
Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!

Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

Nosotros no somos siervos, sino hijos. Estamos en una posición mucho mejor que la de un siervo. Sin embargo mire lo que Isaac y Jacob hicieron como siervos. ¿Y qué de usted y yo como hijos? ¿No tenemos más habilidad, más derechos en la casa que los siervos? La Iglesia está viviendo tan por los suelos que da lástima. ¿Recuerda lo que hicieron algunos de los siervos en el Antiguo Testamento? Cuánto más deberá ser capaz de hacer un hijo.

Gálatas 4:7 dice que puesto que somos hijos, somos por lo tanto herederos de Dios. Un hijo de Dios es un heredero de todo lo que su Padre tiene. ¿Cuánto tiene Dios? Nosotros somos herederos de Dios y coherederos con Cristo según Romanos 8:17. Esto verdaderamente es abundancia.

PODER PARA LA VIDA ABUNDANTE CAP. 19




CAPITULO 19 
RENACIDO
DE SIMIENTE INCORRUPTIBLE


Jesucristo vino a hacer disponible el nuevo nacimiento. Algunas personas creen que los apóstoles fueron renacidos mientras Jesús estuvo aquí; pero si los apóstoles hubieran podido renacer mientras Jesús estuvo en la tierra, Jesucristo no hubiera tenido que morir en la cruz del Calvario; Dios no hubiera tenido que dar el espíritu santo. El problema con muchos maestros bíblicos es que no consideran el hecho de que uno no puede tener algo hasta que esté disponible, y la salvación no estuvo disponible hasta Pentecostés. Nadie, absolutamente nadie, fue renacido hasta el día de Pentecostés. Todos hasta ese momento eran solamente cuerpo y alma, sin vida eterna.

¿Qué significa nacer por primera vez? Para nacer la primera vez uno tiene que tener simiente plantada. Renacer es tener la simiente de Dios en Cristo nacida adentro, y esta simiente es espíritu y vida.

Génesis 3:15 declara que inmediatamente después de la caída, Dios puso “enemistad [contienda] entre ti [la serpiente] y la mujer, y entre tu simiente [la simiente de la serpiente] y la simiente suya [la simiente de la mujer]”. Pero la mujer no tiene simiente; la simiente siempre viene del varón. ¿Por qué dice entonces Génesis: “la simiente suya [de la mujer]”? Porque Dios sabía que la simiente redentora nacería de mujer al concebir ella al Mesías por concepción divina. “Su simiente” era la creación de Dios dentro de la mujer. Esto es exactamente lo que dice en Gálatas.

Gálatas 3:16:
Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: y a las simientes como si hablase de muchos, sino como de
 [a] uno: Y a tu simiente, la cual [quien] es Cristo.


¿Quién es la simiente de la mujer? Ella no tiene simiente; pero por creación de Dios la simiente de la mujer es Cristo. Ser renacido es tener esa simiente de Dios en Cristo en usted.

1 Pedro da una característica de la simiente de Cristo que una persona recibe cuando nace de nuevo.

1 Pedro 1:23:
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

La primera vez que una persona nace, nace de simiente corruptible; pero cuando vuelve a nacer, ella es, según 1 Pedro 1:23, renacida “no de simiente corruptible, sino de incorruptible”. La razón por la que no se repite la palabra “simiente” es que esta figura literaria pone énfasis en la incorruptibilidad de la simiente y no en la simiente misma.

Cuando dice incorruptible, quiere decir incorruptible. Uno podría ahora acusarme de creer en seguridad eterna. Yo no creo en seguridad eterna; yo creo en vida eterna. De haber querido decir Dios seguridad eterna, El habría dicho seguridad eterna. El no quiere decir seguridad eterna, El quiere decir vida -vida eterna- porque es incorruptible y es simiente.

Cuando nacimos físicamente, teníamos simiente en nosotros. Cuando renacimos, recibimos otra simiente. La diferencia es que con el segundo nacimiento la simiente es incorruptible.

¿Cómo ocurre el nuevo nacimiento? ¿Cómo nace la simiente de Cristo dentro de nosotros? Este fenómeno original ocurrió en Pentecostés; y, puesto que todavía vivimos en la misma administración, estamos incluidos y somos afectados por la grandeza de ese evento. Estudiemos lo que pasó en Pentecostés cuando la salvación, el nuevo nacimiento, se hizo disponible por primera vez de modo que podamos entender su aplicación a nosotros.

1 Juan 3:9:
Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.

Cuando uno nace físicamente, tiene simiente física en él. De igual manera, todo aquel que es nacido de Dios tiene que tener la simiente de Dios en Cristo en él. La Palabra dice: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado”. Cuando el hombre natural es renacido, ¿en qué parte de su ser no comete pecado? En su cuerpo y alma él todavía comete pecado; pero en esa simiente de Dios, la cual es incorruptible, él no comete pecado. ¿Por qué? “Porque la simiente de Dios [en Cristo] permanece en él”. Si la persona renacida pudiera pecar en esa simiente, la simiente no permanecería, sería corruptible. Pero la Palabra dice que esta simiente de Dios permanece.

1 Juan 3:9 declara que una persona renacida no puede pecar porque es nacida de Dios. La primera vez que yo nací, nací de mi padre y madre terrenales. Pero cuando renací, nací de mi Padre celestial, de Dios, y su simiente permanece en mí y no puedo pecar en ella. Por eso es que Su simiente es vida eterna. Es eterna porque Dios es eterno, y es vida porque Dios es vida.

Alguien podría decir: “Entonces, usted cree que una vez salvo, permanece salvo”. Yo no he leído “una vez salvo, permanece salvo” en la Palabyra de Dios, al igual que tampoco he leído “seguridad eterna”. Lo único que he leído en la Palabra es vida eterna, y eso creo.

Como hombres de cuerpo y alma, la vida eterna se hace nuestra cuando somos renacidos del Espíritu de Dios. ¿Qué sucede para efectuar esto?

Efesios 2:5-9:
aun estando nosotros muertos en pecados 
[muertos porque el espíritu no está adentro], nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),

y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,

para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe [la fe de Jesucristo]; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;

No por obras, para que nadie se gloríe.

La salvación es por gracia. Si fuera por obras, una persona se podría jactar más que otra porque había orado más tiempo o había rogado más a Dios o había confesado más pecados. Por lo tanto, un hombre tendría una salvación mejor que otro porque habría trabajado más duro para conseguirla. Afortunadamente, la salvación no es por obras; es por gracia y nada más que gracia.

Efesios 2:10:
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús…

La primera vez que nací, fui la hechura de mi padre y mi madre. Cuando renací, fui la hechura de Dios, el producto de mi Padre celestial, no en carne sino en el espíritu. ¿Piensa usted que Dios está satisfecho con Su hechura? Sé lo que mis padres terrenales fueron capaces de hacer; y estoy seguro de que mi Padre celestial, quien creó los cielos y la tierra, puede hacer una obra mejor que mi padre y mi madre terrenales. “Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús”. Esto es el nuevo nacimiento.

Después de Pentecostés, un hombre todavía es cuerpo y alma; está muerto espiritualmente. ¿A quién pertenece legalmente el hombre de cuerpo y alma? Al Diablo. Pero cuando un hombre natural renace del Espíritu de Dios, se convierte en el hijo legal de su Padre, que es Dios. El Diablo, el dios de este mundo, no tiene derecho legal sobre un hombre cuando éste es renacido.

La mayoría de las religiones orientales y algunas occidentales, enseñan que todos tienen una chispa de lo Divino nacida en ellos. Una chispa de lo Divino quiere decir que cada persona tiene un poquito de Dios en ella y todo lo que uno tiene que hacer es ventearla, alimentarla, nutrirla, y Dios se empezará a desarrollar dentro de uno. La Biblia dice que el hombre está muerto; y si una persona está muerta, está muerta. Si hay un poquito de vida, un hombre no está muerto. La Palabra de Dios dice que el hombre está espiritualmente muerto, tiene solamente cuerpo y alma. Así que si el hombre va a tener vida espiritual, Dios la tiene que crear. La palabra “crear” es usada porque la vida espiritual no ha estado nunca antes en él.

Romanos dice cómo es posible que un hombre que está muerto en delitos y pecados y sin Dios y sin esperanza sea vivificado.

Romanos 10:17:
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.
¿Cuál fe? La fe de Jesucristo. Esta fe viene cuando el hombre de cuerpo y alma oye la Palabra de Dios y cree.

Romanos 10:9:
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

¿Qué es “confesar con tu boca”? Es decirlo. ¿Tiene uno que decirlo en un altar? Romanos 10 no dice eso. Pero, ¿podría uno confesar a Jesús como su señor en un altar? No dice dónde tiene uno que confesar a Jesús como señor; la Biblia simplemente dice que confiese. ¿Tiene que decirlo una persona en voz alta? Romanos 10 no lo dice; es posible confesar al Señor Jesucristo silenciosamente sin hacer un sonido audible.

“Confesares con tu boca” no dice confesar los pecados de uno. Si hubiera dicho “confesares tus pecados”, la salvación sería por obras; y nosotros no somos salvos por obras, sino por gracia. Un hombre no confiesa sus pecados; confiesa al que salva del pecado, al Señor Jesucristo.

Me pregunto cuántos miles de personas creen que son renacidas del Espíritu de Dios pero en realidad no lo son. Puede que tengan un sentimiento interno de que están salvos, pero un sentimiento no los salva. Una persona es salva por el ser renacida del Espíritu de Dios. Los sentimientos van y vienen, pero la Palabra de Dios vive y permanece para siempre. Yo podría ir al altar, vocear todos mis pecados, y obtener un sentimiento bueno. Pero una persona puede obtener ese mismo sentimiento bueno en el sofá de un psiquiatra. Nosotros no somos salvos por sentimiento, somos salvos por hacer lo que la Palabra dice. Ella dice: “confesares con tu boca que Jesús es el Señor”. Eso es, di: “Jesús, tu eres señor en mi vida”. ¿Quién ha sido señor mientras una persona es solamente cuerpo y alma? La persona misma. Pero ahora esa persona va a cambiar de señores cuando confiesa con su boca un nuevo señor-Jesucristo.

Eso es lo que dice; pero eso no es todo. Romanos 10:9 dice además: “y creyeres en tu corazón”. El corazón es la sede de la vida personal. Hoy en día, nosotros diríamos: “Creyeres con toda tu mente, toda fuerza, todo tu ser”. ¿Qué debe creer una persona? ¿Qué Jesucristo es el profeta más grande de todos los tiempos? No. La Palabra dice: “creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos”. Uno debe confesar con su boca que Jesús es el señor, y creer en lo más profundo de su ser que Dios le levantó de los muertos; entonces un hombre será-absolutamente, indiscutiblemente-salvo. ¿Cuándo? No cuando muera, sino en el momento que confiese que Jesús es el señor y crea que Dios le levantó de los muertos.

De todos los grandes líderes religiosos solamente hay uno que ha sido levantado de los muertos y ese es Jesucristo. Esta es la prueba de que él es el Hijo unigénito de Dios. ¿Cree usted que Dios levantó a Jesús de los muertos? ¿Cree que él es su señor? ¿Lo ha confesado con su boca? La Palabra dice que usted es salvo.

Romanos 10:10:
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.


En el momento en que yo cumplo estos dos requisitos, soy renacido del Espíritu de Dios. Esto es vida eterna. Esta es una verdad tan tremenda que es casi increíble; pero yo sí la creo porque la Palabra de Dios es verdadera y permanece para siempre. Ahora soy Su hijo pues he confesado con mi boca que Jesús es el señor y he creído que Dios le levantó de los muertos.

En el momento que una persona confiesa con su boca a Jesús como señor esa persona es convertida, salva, renacida. Un hombre puede ser un hombre natural de cuerpo y alma en un momento dado; pero a medida que oye la Palabra de Dios y cree hasta el punto que dice: “Jesús es el señor de mi vida y sé que Dios le levantó de los muertos”, él renace del Espíritu de Dios. Esa persona ha cambiado de señores instantáneamente; está ahora de camino al cielo, y ni todo el infierno le puede impedir que vaya porque es un hijo de Dios que tiene a Cristo en él. Tiene vida eterna. Ya no es más un hombre natural porque ha recibido el espíritu proveniente de Dios.

Habiéndose creado espíritu dentro de él, la persona de nuevo tiene un punto de contacto con Dios. A diferencia de Adán, que tenía espíritu bajo una condición (como leemos en Génesis 2), los hijos de Dios renacidos durante la gloriosa Administración de la Iglesia tienen espíritu nacido en ellos como simiente. Este espíritu es dado incondicionalmente.


Cuando un niño nace físicamente, todo el potencial humano está en ese pequeño paquete. Con nutrimiento y alimentación, el niño se desarrolla y se vuelve un adolescente, luego un joven, y finalmente un adulto. El nuevo nacimiento es así. Cuando un hombre vuelve a nacer del Espíritu de Dios, tiene a Cristo en él. Todo lo que Dios es en Cristo está en él. Tiene el amor de Dios, tiene la justificación de Dios, la santificación, la redención, la justicia, la fe de Jesucristo. Esto es lo que uno recibe cuando acepta al Señor Jesucristo como su señor y salvador personal.
Hay bastante religión en el así llamado cristianismo hoy en día; pero el verdadero cristianismo no es religión. La religión es lo que el hombre hace, lo que el hombre produce. El cristianismo es lo que Dios obró en Cristo y en un creyente cuando éste renace.El cristianismo es la obra de Dios, no la obra del hombre. El cristianismo es la relación de un Padre con Su familia. Dios es nuestro Padre y nosotros somos Sus hijos; El nos ha hecho hijos Suyos y nosotros hemos renacidos de Su simiente.

Cuando un hombre renace del Espíritu de Dios, este hombre de cuerpo y alma tiene entonces espíritu. El hombre no se libró de su cuerpo y alma cuando nació de nuevo. Todavía tiene los cinco sentidos como un medio de aprendizaje. El rasgo añadido que viene con la salvación es que la persona renacida tiene espíritu así que se puede comunicar con Dios. El creyente puede ahora recibir información proveniente de Dios tanto por espíritu como a través de sus sentidos.

El espíritu dentro del hombre es aquello que es vida eterna.

La salvación no es ganada; es un don de Dios.

Romanos 6:23:Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
1 Juan 1:1,2:
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida.


(porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba el Padre, y se nos manifestó).

1 Juan 2:25:
Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.


1 Juan 5:11,12:
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.


El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

“El que tiene al Hijo, tiene la vida”. El espíritu en él es vida eterna. Pero “el que no tiene al Hijo”, todavía no tiene vida. Ese hombre tiene vida natural, pero no tiene vida eterna.

El versículo 12 de 1 Juan 5, y varios otros como ese, han causado problemas a causa de la enseñanza popular de que todos van al cielo y que no importa a quién adora uno, o qué cree uno, porque todos se dirigen hacia el mismo lugar. Aun así la Palabra dice que si una persona tiene a Cristo, tiene vida; y si no tiene a Cristo, no tiene vida. Si usted quiere discutir con la Palabra, siga discutiendo con ella. Usted tiene que decidir por su propia cuenta si quiere creer la Palabra de Dios o las palabras de los hombres. Esta Palabra de Dios, y las palabras en ella, han permanecido por siglos. Pero las palabras de hombres a quienes he conocido y hombres a quienes usted ha conocido no han permanecido por siglos. Ellos van y vienen; a veces se prueba que están en lo cierto, otras veces que están equivocados. Prefiero arriesgar mi salvación eterna en la exactitud de Dios antes que escuchar a hombres, especialmente hombres que tiene una actitud derogatoria h acia la Palabra. Prefiero apostar mi vida en la integridad y exactitud de la Palabra de Dios antes que arriesgarla en lo que algún hombre dijo y encontrar más tarde que él estaba equivocado. Suponga que la Biblia es correcta, suponga que la exactitud de la Palabra de Dios es verdadera, y suponga que no lo creemos y, al final, resulta que hay un cielo. Nosotros nunca lograríamos llegar. Tenemos todo para ganar creyendo la Palabra de Dios y nada que perder. Tenemos todo para perder y nada que ganar creyendo lo que dicen los hombres. Nosotros que tenemos al Hijo tenemos  vida.

1 Juan 5:13-15:
Estas cosas os he escrito a vosotros que 
[quienes] creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre de Hijo de Dios.

Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.


1 Juan 5:20:
Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y 
[esta es] la vida eterna.

El hombre de cuerpo y alma puede creer tan fácilmente y recibir vida eterna, que es el don más grande que Dios haya dado jamás al hombre en lugar alguno, en momento alguno.

lunes, 25 de agosto de 2014

PODER PARA LA VIDA ABUNDANTE CAP.18


CAPITULO 18
LA FE VIENE POR EL OIR LA PALABRA DE DIOS


Cuando se le dio dominio al Diablo y el hombre se volvió un ser de cuerpo y alma, ¿qué le pasó a la relación del hombre con Dios?

Efesios 2:11,12:
Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.

En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.

Ellos estaban sin Dios porque cuando el hombre pecó perdió su espíritu, su relación innata con Dios. El hombre, estando sin espíritu, estaba sin Dios y sin esperanza en este mundo.

Efesios 2:1:
Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados.


¿Qué quiere decir muertos? El hombre parecía estar vivo. Tenía cuerpo y alma pero estaba muerto en delitos y pecados porque no  tenía espíritu. Salmos dice que todos los hombres son concebidos y nacen en pecado. Esto no quiere decir que los padres fueron pecaminosos en la forma en que tuvieron relaciones. El hombre es concebido y nace en pecado porque no tiene espíritu.

Teniendo solamente cuerpo y alma, ¿cómo vuelve a tener un hombre natural una conexión con el mundo espiritual? Las cosas espirituales sólo se pueden conocer por el espíritu, así como las cosas del reino natural sólo se pueden conocer por los cinco sentidos. Puesto que el hombre natural no puede conocer a Dios, ¿cuál es el puente que se extiende sobre el abismo que hay entre el hombre natural y Dios? El puente es la fe.

Pero el hombre natural no tiene fe porque la fe es un elemento espiritual. ¿Cómo entonces consigue fe para sobrepasar ese abismo?

Romanos 10:17:
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.


La fe viene al hombre natural por el oír. El hombre de cuerpo y alma puede oír. El hombre tiene libre albedrío, y tiene una mente, de modo que puede creer si lo quiere.

“Así que la fe es por el oír…” ¿Por oír qué? ¿Lo que dice Juan o Enrique? ¿o lo que dicen “Selecciones”, o “Bohemia”, o “Vanidades” o ”Panorama”? La  fe no viene de esa forma. La fe viene por oír una cosa-la Palabra de Dios.

Antes de ir más adelante clarifiquemos la diferencia entre las dos palabras “fe” y “creencia”. Estas dos palabras no son sinónimas a pesar de que la Reina -Valera y otras traducciones las han usado intercambiadamente. La fe es una realidad espiritual interna, mientras que la creencia es una acción de la mente humana. El hombre natural de cuerpo y alma puede creer; pero el hombre natural no puede tener fe.

Gálatas 3:22:
Más la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.

El hombre natural de cuerpo y alma, el hombre que no ha sido salvo, no tiene fe. La fe es espiritual y el hombre natural no la puede tener. Pero el hombre de cuerpo y alma puede creer.

Gálatas 3 continúa: “Pero antes que viniese la fe…” entonces tiene que haber habido un tiempo en que la fe no existía.

Gálatas 3:23,24:
Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.

De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a [hasta]Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.

La ley fue el ayo hasta Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe, ¿La fe de quién? La fe de Jesucristo. Nosotros, hombres naturales de cuerpo y alma, debemos ser justificados por la fe.

Gálatas 3:25:
Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo.

Desde que vino la fe, ya no estoy bajo la ley porque Cristo fue el fin de la ley.

Si la fe vino por Jesucristo, ¿hubo fe en el Antiguo Testamento? ¿Hubo entonces fe en los Evangelios? No pudo haber habido porque Jesucristo vino a hacerla disponible, y la ley no fue cumplida completamente hasta Pentecostés. Absolutamente nadie podía tener fe hasta que Jesucristo hizo la fe disponible.

Jesús no la la trajo cuando nació en Belén; no la trajo cuando murió en la cruz; la trajo cuando todo fue cumplido en el día de Pentecostés. No hay fe en los Evangelios o en el Antiguo Testamento. Cuando leemos la palabra “fe” antes del libro de Hechos, estamos leyendo simplemente un error en traducción. ¿Cuántas veces piensa usted que la palabra “fe” aparece en el Antiguo Testamento en la Versión Reina-Valera? Solamente aparece tres veces: en Números 35:30, Isaías 57:11 y en Habacuc 2:4. Leyendo “fe” en contexto, uno verá que quiere decir ya sea “fidelidad”, "constancia” o “testimonio”. Hay una vasta diferencia entre ser fiel y tener fe. La mayoría de la gente piensa que hay fe en el Antiguo Testamento por causa de Hebreos 11: “Por la fe Noé”, “Por la fe Abraham”, “Por la fe Isaac”, “Por la fe Jacob”, “Por la fe Sara”. Sin embargo en el Antiguo Testamento no dice que Abraham tuvo fe. Dice que Abraham creyó a Dios, Isaac creyó a Dios, Jacob creyó a Dios. Estos hombres tenían cuerpo y alma; podían creer pues tenían una mente; podían oír la palabra; podían ver los Diez Mandamientos y creer lo que veían. Gálatas 3:6 dice de Abraham: “Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia”. Hebreos 11 debería, con exactitud, leerse: “Por creencia Noé”, “Por creencia Abraham”; “Por creencia Isaac”, y así sucesivamente.

En el Antiguo Testamento, Dios cubría sus pecados. Los miembros de la Iglesia de Gracia no tiene sus pecados cubiertos; éstos son completamente lavados. El nos limpia. Dios nos puede limpiar porque una cosa ha venido a ser y esa es la fe.

Romanos 10:4:
Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.

Cuando el hombre de cuerpo y alma oye la Palabra de Dios y cree lo que oye, Romanos 10:9, recibe la “fe de Jesucristo” y justicia.

Romanos 3:22:
La justicias de Dios por medio de la fe en [de] Jesucristo, para todos lo que creen en él.

¿Cuánta fe es la fe de Jesucristo? Es justamente lo que uno recibe, ni más ni menos. ¿Cómo puede conseguir más fe una persona cuando la Palabra dice que la "fe" en [de] Jesucristo [es] para todos los que creen en él”?

Romanos 12:3:
Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.

¿Cuál es esa medida de fe que Dios reparte a cada uno cuando cree? La Palabra dice que es la fe de Jesucristo.

Gálatas 2:16:
Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo...

No somos justificados por las obras de la ley; somos justificados por la fe de Jesucristo.

Gálatas 2:20:
Con Cristo estoy juntamente crucificado [El texto original es: Con Cristo fui juntamente crucificado.] y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Cuando Cristo fue crucificado, yo fui crucificado juntamente con él; sin embargo, todavía vivo-cuerpo y alma. No solamente tengo cuerpo y alma, sino que tengo espíritu cuando soy nacido de nuevo. Y ahora no vivo por mis sentidos, sino por la fe de Jesucristo que me es dada espiritualmente. Simplemente utilizo mis sentidos para poner en operación esa fe

Observe Efesios 2:8. “Porque por gracia [favor divino] sois salvos por medio de la fe…” ¿La fe de quién? No la mía propia, sino la fe de Jesucristo la cual es el puente que se extiende sobre el abismo que hay entre el hombre natural de cuerpo y alma y Dios que es Espíritu.

Efesios 2:8-10:
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe [La fe de Jesucristo es el don de Dios para cada hombre cuando él cree en el Señor Jesucristo.]; y esto no de vosotros, pues es don [proveniente] de Dios.

No por obras [Si la salvación es por gracia, no puede ser por obras], para que nadie se gloríe.

Porque somos hechura suya [de Dios], creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Cuando este hombre natural de cuerpo y alma oye la Palabra de Verdad y cree, recibe la fe de Jesucristo. Una persona nunca puede recibir o alcanzar más fe que eso. Cuando una persona recibe esta fe, se hace miembro de una familia. Dios es el Padre y nosotros somos Sus hijos.

Gálatas 6:10:
Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.

¿Quiénes forman la familia de la fe? Aquellos a quienes ha sido dada la fe de Jesucristo porque han creído.

Digamos que yo no he sido salvo; soy un hombre natural de cuerpo y alma. Oigo la Palabra; creo lo que oigo. Y, cuando creo, Dios implanta en mí la fe de Jesucristo, la cual es “para todos los que creen en él”. Puesto que Dios ha puesto esta fe en mí, soy ahora de la familia de la fe. Dios es mi Padre; yo soy Su hijo.

¿Cómo debemos tratar a los otros miembros de la familia de la fe? La Palabra de Dios dice que debemos hacer mayormente el bien a los de la familia de la fe. Frecuentemente, en nuestro dominio terrenal, hacemos el bien a todos los que están fuera de la familia; dentro de la familia, actuamos con poco cariño entre uno y otro. Los cristianos también parece que no pueden llevarse bien entre sí. Estamos siempre peleando sobre si tenía o no tenía ombligo Adán, o si podrían o no podrían seis ángeles sentarse en la cabeza de un alfiler, o si deberíamos marchar sobre la capital o alejarnos de la capital. Los cristianos no son buenos el uno con el otro en lo más mínimo. Y sin embargo la Palabra dice que debemos ser especialmente buenos con la familia de la fe. ¿Por qué? Porque es la familia de Dios y nosotros por lo tanto tenemos tanto en común.

Tito 1:4:
A Tito, verdadero hijo en la común fe…

La "común fe” es esa fe que es común a todo creyente nacido de nuevo. Es la fe de la familia.

Tito 1:13:
…Por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe.

Asegúrate de que los hijos de Dios estén actuando apropiadamente como una parte de la familia de la fe.

Hay otras clases de fe en la Biblia además de la fe de la familia. Una vez que nos hemos vuelto miembros de la familia de la fe, podemos entonces operar la manifestación de fe (creencia) de modo que nosotros podamos vivir con el poder de Dios. La manifestación de fe (creencia) es creencia especial de mente renovada de acuerdo a las manifestaciones de revelación. Renovar la mente de uno consiste en poner la Palabra de Dios en la mente y luego vivirla.

La manifestación de fe (creencia) es llamada frecuentemente uno de los “dones” del Espíritu. No son dones del Espíritu; son manifestaciones del espíritu, según se relata en 1 Corintios 12. la manifestación de la fe es la manifestación de creencia.

Gálatas revela otro tipo de fe y esa fe es un fruto del espíritu. Buen fruto viene de buen cultivo. Para cultivar uno usa buen fertilizante o alimento natural para las plantas. Gálatas 5 habla de nuestros jardines espirituales personales.

Gálatas 5:22,23:
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,

mansedumbre, templanza; contras tales cosas no hay ley.

Este es el fruto del espíritu. Note que la palabra “fruto” está en singular. Está dicho de esa forma porque están todos en un grupo o en un racimo, como las uvas. Gálatas:5:22 no dice, como dicen muchos comentarios, que el amor es un fruto de las buenas obras. Cuando dice “fruto del Espíritu” quiere decir fruto del espíritu. Si hubiera querido decir fruto de las buenas obras habría dicho fruto de las buenas obras.

Uno produce fruto del espíritu por la operación de las manifestaciones del espíritu. La persona que tiene la fe de Jesucristo tiene la habilidad para operar las nueve manifestaciones. El puede hablar en lenguas, puede interpretar, puede profetizar, puede operar la palabra de ciencia, la palabra de sabiduría, el discernimiento de espíritus, fe (creencia), milagros y sanidades.

Los varios tipos de fe son: (1) creencia, (2) fe de Jesucristo, (3) fe de la familia, (4) manifestación de fe (creencia), (5) fe fruto del Espíritu. Debemos estar alerta a los varios usos de esta palabra si vamos a dividir correctamente la Palabra de Verdad.

Fue una gran revelación para mí cuando descubrí que nunca en la Palabra de Dios se le dice a la Iglesia que tenga fe. ¿Por qué? Porque ser nacido de nuevo del espíritu de Dios es tener la fe de Jesucristo. Somos renacidos del Espíritu de Dios, somos hechura suya, tenemos la fe de Jesucristo. No podemos obtener más fe que eso. Todo creyente renacido tiene fe igualmente medida. Si Dios le hubiera dado a usted más fe cuando usted fue salvo que lo que yo recibí, entonces Dios hace acepción de personas, lo cual, por supuesto, es una contradicción a la Palabra de Dios. El hijo más joven en la familia de Dios tiene la misma cantidad de fe que el santo más viejo. Todos tienen la fe de Jesucristo. Puesto que la mayoría de la gente que ha nacido de nuevo del Espíritu de Dios no sabe que tienen la fe de Jesucristo, no la pueden usar.

Esto explica la diferencia aparente en la gente cristiana: por qué un creyente es, para así decirlo, un cristiano anémico mientras otro creyente se convierte en un cristiano muy saludable o robusto. Ambos tiene la misma fe, pero uno alcanza un plano más alto de vida cristiana que el otro porque sabe más, cree más, y por lo tanto, opera más. La anemia cristiana viene de ser enseñado poco, creer menos, y operar menos aun. La persona que cree más, recibe abundantemente; el otro, que cree poco, recibe en proporción. Nunca se recibe hasta que primero se cree.

El Antiguo Testamento y los Evangelios son acerca de hombres que existieron solamente por sus cinco sentidos. Solamente podían entender y creer aquello que podían ver pues la fe no había venido todavía.

Juan 6:30:
Le dijeron entonces [a Jesús]: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?

En los Evangelios, la fe no había venido todavía de modo que los hombres tenían que ver primero y entonces creerían. No podían entender nada excepto aquello que estaba en el mundo de los sentidos. Otro ejemplo de esto se da en Juan 20:8 cuando dos discípulos vieron la tumba vacía de Jesús.

Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó.

Era un hombre de conocimiento por los sentidos el que vio la tumba vacía. El vio y entonces creyó. Otro ejemplo familiar se encuentra en Juan 20.

Juan 20:24-29:
Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino.

Le dijeron, pues, los otros discípulos
[a Tomás]: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.

Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.

Entonces Tomás respondió y le dijo: !Señor mío, y Dios mío!

Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.


Hasta el día de Pentecostés, la gente vio y entonces creyó. Hoy en día nosotros creemos primero y entonces vemos.

A aquellos que viven en Pentecostés y después de Pentecostés durante la Administración de la Iglesia, Romanos 10 les da los pasos para salvación.


Romanos 10:9,10:
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.


El hombre que confiesa a Jesús como señor y cree que Dios levantó a Jesús de los muertos recibe salvación. Cree primero y entonces recibe.


2 Corintios 4:18:
No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

Cualquier cosa que se puede ver está en la categoría de los sentidos; y las cosas de los sentidos son siempre temporales. Pero aquello que usted no puede ver-el espíritu de Dios, la fe de Jesucristo, la justicia de Dios, justificación, santificación-todas estas son las cosas que son eternas.

¿Cómo puede un hombre de cuerpo y alma conseguir la fe de Jesucristo? ¿Cómo puede conseguir la justificación de Dios, redención y santificación? La respuesta es simple. Para recibir todo esto de Dios debemos hacer una cosa-creer. La siguiente pregunta es: ¿Qué debemos creer?

Para responder a esto, debemos ver primero lo que Dios efectuó en Cristo, lo cual a su vez Cristo efectúa dentro de nosotros a medida que nosotros, de cuerpo y alma, creemos.

Jesucristo era el plan de Dios desde el principio para manifestar a Dios, que es Espíritu, en el nivel de los sentidos, de modo que el hombre de conocimiento por los sentidos pudiera ser redimido. Dios en su presciencia sabía que Adán y Eva pecarían y que El tendría que mandar a su Hijo para redimir a la humanidad. Dios, siendo consistente y observante de la ley, tenía que obrar dentro de un marco legal para redimir al hombre. Puesto que por el hombre vinieron el pecado y la muerte, por el hombre también tendría que venir la redención del pecado y la muerte. Jesucristo era un ser humano que físicamente tenía los procesos de vida fundamentales y soportó todas las cosas. Hebreos 4:15 dice que él “…fue tentado en todo [todas las cosas] según nuestra semejanza pero sin pecado”. Jesucristo fue el plan de Dios para manifestación en el mundo de los sentidos. Juan 14:9 declara: “…El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Jesucristo manifestó a Dios en el mundo, el cual entendía solamente lo que veía, oía, olía, gustaba o tocaba.

Para entender el que Dios se manifieste a Sí mismo en la carne a través de Su Hijo, veamos primero cómo Dios, que es Espíritu, podía tener un Hijo en la carne. Primero que nada, la mayoría de la gente no entiende la Palabra, ni tampoco entienden a Dios y cómo El opera. No hacen diferencia entre las palabras “formó”, “hizo” y “creó”; o “cuerpo”, “alma” y “espíritu”. Si nosotros no entendemos estas verdades, es imposible entender cómo una mujer podría concebir por el poder de Dios y dar a luz al Señor Jesucristo. El versículo más iluminador sobre la concepción y el alumbramiento del Señor Jesucristo está en Hebreos.


Hebreos 2:14:
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó ["tomó parte" según el texto] de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.



Todo niño que nace en este mundo participa de la carne y sangre* de su madre y su padre. Hebreos 2:14 dice que Jesucristo “tomó parte”. El texto no dice que Jesucristo participó (pues se usa una palabra distinta en el griego); él tomó parte de lo mismo.
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*”Sangre” representa vida. Es la figura literaria sinécdoque-una parte puesta por el todo.


La primera palabra “participó” en Hebreos 2:14 es koinoneō lo que quiere decir “compartir por completo”. Los niños comparten por completo la carne y sangre de su madre y su padre. Pero donde dice: “…él también participó de lo mismo”, la palabra “participó” es en el griego la palabra metechō que quiere decir “tomar solo una parte”. La parte que él tomó fue de la carne; pero la vida de alma en su sangre era de Dios.

Los niños participan de ambos carne y sangre, pero Jesucristo no participó de carne y sangre; él solamente tomó parte. Según la carne, él nació de María; pero según la vida de alma que estaba en su sangre, él nació por concepción divina. Así que Judas dijo una verdad cuando dijo: “He entregado sangre inocente”.

La Palabra de Dios dice que Jesus fue concebido por el Espíritu Santo y que nació de María. El fue concebido por Dios. Eso no quiere decir que Dios tuvo relaciones sexuales con María. Eso es imposible porque espíritu es espíritu; mundo natural es mundo natural. Dios creó vida dentro de los órganos reproductivos de María. Dios una vez más tuvo que crear-El tenía que crear vida de alma.

Si El hubiera querido, Dios podría haber creado vida de alma en cualquier mujer después de Génesis 3:15. La pregunta es entonces: ¿por qué esperó Dios miles de años después de la caída para crear vida dentro de una mujer de modo que Cristo pudiera nacer? Toda mujer, desde Eva hasta María, era físicamente capaz de dar a luz a Cristo. La razón por la que María fue la que dio a luz al Mesías, depuse de miles de años, es que ella fue la primera mujer que creyera literalmente y sin reservas lo que Dios dijo. Fue ella quien dijo: “…hágase conmigo conforme a tu palabra…” Por esto es que María concibió y dio a luz al Señor Jesucristo. El nació de María, pero la simiente en él fue creada por Dios.

En la administración de Cristo, era la carne de Cristo que manifestaba a Dios al hombre de los sentidos; pero es la sangre de Jesucristo la que purifica, redime y hace posible la vida abundante para la humanidad. Por su herida fuimos sanados y por su sangre derramada tenemos la remisión de los pecados. Según la Palabra de Dios, cuando Jesucristo fue circuncidado, fuimos circuncidados* con él; cuando murió en la cruz del Calvario, la Palabra de Dios dice que nosotros morimos con él; cuando resucitó, resucitamos con él; y cuando ascendió al cielo, nosotros ascendimos con él. La Palabra de Dios dice en Efesios 2:6 que nosotros estamos sentados con él en lugares celestiales mientras que todavía estamos aquí sobre la tierra. Qué tremendo testimonio.
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*Colosenses 2:11: “En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo”.