CAPÍTULO 7
NO SOLO DE PAN VIVIRÁ EL HOMBRE
El problema espiritual básico del hombre es no creer
en la integridad de la Palabra de Dios, simplemente no creer lo que Dios dice.
Muy poca gente cree que la Palabra de Dios es exacta, que quiere decir lo que
dice y que dice lo que quiere decir. De este modo el hombre está en un constante dilema en su búsqueda de la verdad;
él no tiene ninguna piedra de toque, ningún criterio para la verdad porque no
quiere ir a la Palabra y estudiar su integridad y su precisión.
En Mateo 4:4, la Palabra de Dios declara:
…Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Noten las palabras “de la boca de Dios”. A Dios se
le ha atribuido una característica humana, pero Dios no tiene boca. De nuevo,
es la figura literaria condescensio,
la marca de énfasis del Espíritu Santo.
El hombre no se puede sustentar solamente bajo una
dieta de alimento físico; necesita que su alimento sea complementado con toda
palabra que viene de Dios. El hombre no puede vivir de palabras que vienen de
hombres, de distintos escritores, de distintos teólogos o de distintos grupos
eclesiásticos, sino de palabras que vienen de Dios.
El hombre sí necesita alimentos físicos para el
mantenimiento de su cuerpo físico. Pero un hombre tiene algo más que cuidar
además de su cuerpo físico. El alma de un hombre también necesita nutrimento.
El alma del hombre no puede ser sustentada con puré de papas, salsa y filete de
carne. Mateo 4:4 declara que no sólo de pan vivirá el hombre “sino de toda
palabra”…No sólo necesita una palabra aquí y una palabra allá; no un versículo
aquí y otro versículo allá; “sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
La Palabra de Dios es ese alimento que requiere el hombre de modo que pueda
renovar su mente y así manifestar la vida más abundante.
La debilidad espiritual y la incapacidad espiritual
sólo se pueden deber a una dieta impropia, eso es: el abandono de la Palabra de
Dios. En su mayor parte, la anemia espiritual causada por el abandono de la
Palabra de Dios puede ser atribuida hoy en día al hecho de que no se entiende
la Biblia cuando es leída. La Biblia no se entiende porque nunca se nos ha
enseñado cómo entenderla. ¿Quién nos ha enseñado las figuras literarias? ¿Quién
nos ha enseñado lo que es revelación? ¿Quién nos ha mostrado la precisión de la
Palabra? Por eso es que tenemos anécdotas sobre la Biblia cubierta de polvo. En
realidad uno no puede culpar a la gente por esto. La culpa debería recaer sobre
aquellos de nosotros que hemos sido predicadores y maestros porque no hemos
comunicado la Palabra al hombre de hoy.
¿Pero qué me dice de las personas cuyas Biblias no
están cubiertas de polvo y abandonadas, y sin embargo son aún débiles
espiritualmente? Su dolencia espiritual tiene que ser causada por el uso
equivocado de la Palabra de Dios. El uso impropio significa que no se está
dividiendo correctamente la Palabra de Dios. A algunos de nosotros se nos ha
instruido que leamos la Biblia por lo menos una vez al día; pero cuando hemos
terminado de leer nuestra Escritura diaria, ¿qué es lo que sabemos? No hemos
aprendido nada porque no la hemos entendido. ¿Qué pasa cuando la gente deja de
entender la Palabra? Sucumben ante todas las doctrinas y teorías del hombre.
Esta gente, espiritualmente hambrienta, es llevada de un lado a otro con cada
filósofo nuevo o idea nueva. Las sombras fugaces de unos cuantos grandes nombres,
antes que la Palabra de Dios, mantienen a la gente embelesada. Demasiada gente
cree lo que ha recibido del hombre y entonces tratan de corroborar sus
creencias yendo a la Biblia y seleccionando Escrituras que justifiquen sus
ideas.
Una mujer me escribió una vez con respecto a una de
nuestras radiodifusiones. Puesto que mi prédica estaba de acuerdo con lo que
ella pensaba, le había gustado. Supongamos que la enseñanza hubiese sido la
Palabra y que no hubiera estado de acuerdo con lo que ella pensaba. ¿Hubieran
sus creencias cambiado la Palabra de Dios? Ya sea que creamos o no, de todas
maneras sigue siendo la Palabra de Dios.
Hace algunos años yo estaba enseñando una clase en
un estado del sur. Después de la segunda sesión vino a mí un hombre y dijo: “Yo
pienso que ésta es la enseñanza bíblica más lógica que yo haya oído, pero”, él
dijo, “es desconcertante para mí porque yo siempre he mantenido otras opiniones
y no quiero cambiar mi modo de pensar. Usted me está confundiendo”. Este
caballero no terminó la clase porque ya tenía cerrada su mente. Eses era su
privilegio, pero la Palabra de Dios aún es Verdad ya sea que la creamos o no.
Cuando se combina dos
partes de hidrógeno y una parte de oxígeno se obtiene agua. A mí no me importa
si usted ora o no ora, si usted es cristiano o no es cristiano, si usted cree o
no cree; no hace diferencia alguna porque la ley es que dos partes de hidrógeno
y una parte de oxígeno es agua. La Palabra de Dios es tan infalible como eso.
Por esto es que nosotros deberíamos honestamente llegar al punto en que
permitamos que la Palabra de Dios tome preeminencia en nuestras vidas sin
importar qué ideas, sin importar qué teorías, sin importar qué opiniones
podamos haber sostenido. Tenemos que venir a la Palabra, dejar que la Palabra
hable, y entonces ajustar nuestro pensamiento de acuerdo a la integridad y a la
exactitud de la Palabra. Después de haber dejado que la Palabra hable, debemos
armonizar consecuentemente nuestras creencias, nuestras acciones y nuestro
vivir.
2 Pedro 1:3 dice de la
Palabra:
Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la
piedad nos han sido dadas por su divino poder [el de Dios], mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y
excelencia.
Dios por Su divino
poder, nos ha dado todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. Si
queremos las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, tenemos que ir a la
Palabra de Dios. Si uno juega fútbol, tiene que seguir las reglas del juego de
fútbol. Luego, lógicamente, si nosotros queremos conocer la voluntad de Dios,
¿adónde vamos? ¿Al comentario, a los teólogos, a la enciclopedia o al sermón
del domingo pasado? No. Nosotros vamos a la Palabra de Dios.
I Tesalonicenses 2:13:
Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a
Dios, de que cuando recibisteis la Palabra de Dios que oísteis de nosotros, la
recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de
Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.
Ellos recibieron la
Palabra de Dios, la cual oyeron de Pablo. La gente podría haber dicho: “Ese es
sólo Pablo hablando”, pero no lo hicieron. Pablo dice a los Tesalonicenses:
“recibisteis la Palabra de Dios que oísteis de nosotros…no como palabra de
hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros
los creyentes.
La Palabra declara de
sí misma en Salmos 12:6:
Las palabras de Jehová son palabras limpias,
Como plata refinada en horno de tierra,
Purificada siete veces.
Si la Biblia tiene las
palabras de Jehová entonces estas palabras tienen que ser impolutas y
absolutamente puras. Ellas son “…Como plata refinada en horno de tierra,
Purificada siete veces”.
Salmos 119:162:
Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos
despojos.
¿Se regocija usted en
la Palabra como el que halla muchos despojos? ¿Se regocijaría usted tanto en la
Palabra como lo haría si se encontrase mil dólares?
I Corintios contiene
otro testimonio de la Palabra de Dios
con respecto a la integridad de la Palabra de Dios.
I Corintios 2:13:
lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por
sabiduría humana, sino con las [palabras] que enseña el
Espíritu, acomodando lo espiritual a lo
espiritual.
Si éstas son palabras
que el Espíritu enseña, entonces deberíamos lavar nuestros oídos, quitar las
telarañas de nuestra mente, y comenzar a estudiar la Palabra para conocer su
exactitud inherente.
Jeremías 15:16:
Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra [la Palabra, no lo que la gente decía
sobre ella, no lo que algún teólogo escribió sobre ella] me fue por gozo y por alegría de mi corazón…
Esto no quiere decir
que encontraron la Biblia o la Palabra y la masticaron o la comieron
físicamente. Cuando la Palabra fue hallada, la digirieron; vivieron de ella;
ella era su vida, el latido de su corazón.
La Palabra es casi
increíble porque es tan verdadera. A demasiados ministros les gusta hablar
alrededor de la Palabra, tomando un versículo, leyendo ese versículo como texto
para el día, dando ilustraciones de Cervantes y de Selecciones, regresando a leer el versículo, dando la bendición y
yéndose a casa. ¿Cuánto de la Palabra ha aprendido entonces la congregación?
¡Nada! Cuando la gente comió la Palabra según se encuentra en Jeremías,
comieron la Palabra pura. Nosotros
tenemos que predicar la Palabra pura.
Toda la Creación de
Dios es maravillosa; pero de todas las obras de Dios, la más grande de Sus
obras es Su Palabra.
Salmos 138:2:
…Porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre
todas las cosas.
Dios ha engrandecido Su
Palabra como Su Nombre sobre todas las cosas. No dice eso de las estrellas o de
los planetas. Engrandeció Su Palabra sobre todas las cosas. La magnificó. La
exaltó. La Palabra de Dios es tanto Dios como Dios es Dios. Lo que Dios dijo
que fuese, fue; lo que Dios dijo que es, es; lo que Dios diga que sea, será.
¿Ve usted por qué tenemos que volver a la integridad y precisión de la
maravillosa Palabra de Dios? No podemos confiar en la palabra del hombre porque
el hombre es llevado por doquiera, estando aquí hoy y muy lejos mañana; pero la
Palabra de Dios “vive y permanece para siempre”. Esa Palabra perdura.
El libro del Poder para la Vida Abundante se compone de una tabla de materias de cinco partes, haciendo un total de 25 capítulos, a medida que se vayan transcribiendo, todo Dios Mediante, se irán poniendo disponibles digitalmente.
ResponderEliminar"La Palabra del Señor no está presa"
Hechos 19:20:
Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor.
¿Qué crecía? No la opinión del hombre. La Palabra del Señor crecía y la Palabra del Señor prevalecía. Cuando esa Palabra de Dios prevalece, empiezan a ocurrir cosas en nuestras vidas, en nuestra comunidad y en nuestra sociedad. Pero mientras el crecimiento de la Palabra de Dios sea impedido, mientras la gente no entienda la plenitud de la Palabra de Dios, nunca podrá prevalecer. Dios quiso que Su Palabra prevaleciese. Dios nos dio Su Palabra para que nosotros podamos guiar a la gente de las tinieblas a la luz gloriosa del evangelio de redención y salvación para hacer conocer Su voluntad.
Cita del libro "Poder para la Vida Abundante" V.P. Wierwille Pág. 119