CAPÍTULO TRES
¿Está usted limitando a Dios?
Jesucristo es en nombre más dulce que yo conozco, pues es en su nombre,
y sólo en su nombre, que veo el potencial ilimitado en el hombre. Es en el
nombre de Jesucristo que hombres y mujeres son salvos, renacidos, convertidos.
Es en el nombre de Jesucristo que los enfermos son sanados para levantarse de
nuevo y declarar la gloria del Señor. Es
en el nombre de Jesucristo que los espíritus malos son echados fuera y la gente
es liberada para siempre en cuerpo y mente. A menos que conozcamos ese nombre
de Jesucristo como una realidad viviente y vital en nuestras vidas, estamos
definitivamente limitando a Dios.
El espíritu de Dios nace dentro de nosotros en el momento mismo en que
aceptamos y creemos en el Señor Jesucristo y que Dios lo levanto de los
muertos. Este es un milagro sobrenatural de Dios. Como creyentes no tenemos
nada que ver con este nuevo nacimiento.
Dios es el hacedor de milagros. El es el que crea un nuevo espíritu
dentro de nosotros y nos hace Sus hijos. De ahí en adelante, somos hijos de
Dios, pertenecemos a la familia de Dios, somos niños de Dios, hijos de Dios y
coherederos con Cristo Jesús.
Entonces ya no somos siervos que permanecen ignorantes en cuanto a su
amo; sino que somos hijos, hijos de Dios. Como hijos de Dios, Satanás ya no
tiene más derechos legales sobre nosotros a menos que le permitamos usurpar
autoridad que él no posee legítimamente.
Nosotros podemos limitar a Dios
en nuestras vidas por no saber lo que es legalmente nuestro como hijos de Dios
por Cristo Jesús.
Cuando Cristo murió en el Calvario, fue nuestro completo substituto, no
sólo para el pecado sino también para las consecuencias del pecado. Nada fue
dejado sin hacer en su substitución por nosotros. Cuando comenzamos a ver esta
verdad y aceptamos la obra que Cristo llevó a cabo como una realidad
finalizada, llegamos a ser hombres y mujeres llenos del espíritu muy deseoso de
manifestar nuestros derechos filiales.
Cuando esta gran transformación tenga lugar y no limitemos a Dios.
Entonces no hablaremos sobre preocupación, miedo, ansiedad, enfermedad y deseo.
Olvidamos esos negativos pues somos hijos por medio de Jesucristo que los
venció. Somos hombres y mujeres que rehusamos limitar el poder de Dios en
nosotros porque deseamos traer al mundo el conocimiento del Cristo vivo. Cuando
no limitemos a Dios, estaremos viviendo la Palabra y la Palabra estará viviendo
en nosotros.
2 Corintios 9:8
Y poderoso es Dios para hacer que
abunde en vosotros
toda gracia, a fin de que,
teniendo siempre
en todas las cosas todo lo
suficiente,
abundéis para toda buena obra.
¿Hemos estado limitando a Dios en nuestras vidas? Debemos estar
haciéndolo si no tenemos todo lo suficiente en todo.
Suficiencia es la voluntad de Dios para Sus hijos a fin de que Sus hijos
puedan abundar para toda buena obra.
Que tengamos suficiencia es la voluntad de Dios para nosotros; y sin
embargo, ¿cuántos de nosotros hemos
limitado a Dios al no permitirle llevar a cabo esta promesa en nuestras
vidas? Cuán lentos hemos sido en darnos
cuenta de que Dios es nuestra habilidad, que El es la vida de nuestras vidas,
que El es la fuerza de nuestras fuerzas, que El es nuestra suficiencia.
Frecuentemente limitamos a Dios en nosotros mismos por nuestra creencia
equivocada. Nuestro propio razonamiento dice: “Simplemente no podemos tener
todo lo suficiente. Eso no puede ser”. Y así confesamos lo negativo, cuando
todo el tiempo Su espíritu dentro de nosotros está gritando: “Suficiencia en
todo”. Hemos sido de tal manera enseñado a respetar el conocimiento que nos
viene por nuestros cinco sentidos que no logramos reconocer el conocimiento que
viene a nosotros del reino superior, el espiritual, donde la Palabra de Dios, y
no la razón, ocupa el primer lugar. Ambos reinos o mundos están aquí: el mundo
natural es un hecho, el mundo espiritual es verdad.
Hay cuatro reinos en este mundo, y uno se sobrepone al otro: el reino
vegetal, el reino animal, el reino del hombre, y el Reino de Dios. Los primero
tres componen el mundo natural; el Reino de Dios es el mundo sobrenatural o
espiritual. El mundo natural y todas las cosas en él vienen a la mente a través
o por medio de los sentidos naturales.
Las verdades del mundo espiritual absolutamente no dependen de los
sentidos, sino más bien del espíritu proveniente de Dios en el hombre.
No podemos saber nada del mundo espiritual por medio de los sentidos. Por
eso es que Pablo dijo por inspiración divina en 1 Corintios 2:14: “Pero el
hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para
él son locura…porque (los asuntos espirituales) se han de discernir
espiritualmente”.
Las cosas espirituales del mundo espiritual pueden ser conocidas en este
mundo únicamente por el Espíritu de Dios que mora en nosotros. Entonces, y sólo
entonces, puede el Espíritu relatarnos verdades acerca del mundo espiritual y
darlas a conocer a nuestros sentidos.
Entonces y sólo entonces, tenemos la habilidad dada por Dios dentro de
nosotros, haciéndonos conocer cosas acerca del mundo espiritual.
Una vez y otra vez, después de que he explicado la diferencia entre el
mundo natural y el espiritual, cómo uno se sobrepone al otro y que dos conjuntos
de leyes enteramente diferentes están en existencia, la gente me ha dicho que
ellos de allí en adelante fueron capaces de darle a Dios el lugar que El
merecía. Entonces rehusaron limitar a Dios dentro de sí mismo.
Poca gente se da cuenta de la gran verdad espiritual de la substitución
de Cristo y la justicia del creyente. Un
hombre en quien la nueva creación vive es justo ante Dios, de acuerdo
con la Palabra de Dios. El hombre renacido es justo, y ser justo quiere decir
que podemos pararnos ante Dios en la justicia con la cual El nos vistió por
nuestra aceptación de Cristo como nuestro substituto por el pecado y las
consecuencias del pecado.
Permítame darle una definición de justicia que le ayudará a romper los
poderes de las tinieblas en y sobre su vida. Justicia es su habilidad dada por Dios para estar en
la presencia del Padre sin un sentido de pecado, culpa o condenación. Esto
quiere decir que usted como hijo de Dios puede pararse también en la presencia
misma de Satanás sin miedo o derrota porque usted conoce sus derechos en Cristo
y ha reclamado la suficiencia que Dios le ha dado.
Cuando reconocemos que Dios en Cristo vive en nosotros, esa clase de
creencia nos hace victoriosos sobre Satanás en todos los aspectos. Entonces
llegamos al punto en que confiamos en el poder o la habilidad de Dios en Cristo
en nosotros. Reconocemos nuestro lugar en la vida y trabajamos sabiendo que
Dios en Cristo en nosotros nos asegura el éxito.Vamos a nuestras tiendas con
confianza natural—entramos en nuestros hogares, en nuestros negocios, sabiendo
que Dios en Cristo en nosotros nos hace ganadores en toda situación.
Al señalar la abundancia que Dios nos ha dado, quiero que note Efesios
3:20. Es más, quiero que lo aprenda tan
bien que será una realidad viviente en usted día a día pues entonces usted
sabrá que el poder de Dios está actuando en su vida
Efesios 3:20:
Y a Aquel que es poderoso para
hacer todas las cosas
mucho más abundantemente de lo
que pedimos o entendemos,
según el poder (o habilidad de
Dios) que actúa en nosotros.
¿Cuánto le estamos permitiendo a Dios que actúe en nosotros? Esa es la
pregunta principalísima. No es una cuestión de la habilidad o la voluntad de
Dios. Simplemente es una cuestión de permitir que la grandeza ilimitada de Dios
viva en nosotros y produzca en nosotros así el querer como el hacer, por Su
buena voluntad. El hará todas las cosas
mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, pero sólo al grado que
manifestemos el poder potencial interno.
1 Juan 4:4
…Hijitos, vosotros sois de Dios…
porque
mayor es el que está en vosotros,
que el que está en el mundo.
Así pues, yo sé que la “vida más abundante” de la cual se habla en Juan
10:10 está en mí. El no está más conmigo
para condenarme por mi pecado y mis defectos; sino que El está en mí para
guiarme y llevarme a toda verdad y a una abundancia aun más allá de lo que yo
me puedo imaginar.
Quiero que Dios pueda implementar la grandeza de Su amor y suficiencia
en su vida. Pero El no puede exceder el deseo o la libertad de voluntad que
usted tiene. Usted tiene que aceptar, por
creencia, los positivos de Su Palabra y echar de su mente los negativos de este
mundo. Dios ha escrito Su voluntad (Su testamento) de abundancia para usted,
pero usted no puede recibir lo que Él ha hecho disponible hasta que crea su
Palabra.
¿Ha estado usted limitando a Dios? ¿Por qué no libera el poder de Dios
que está latente en usted, y cree a Dios para la abundancia que El ha
prometido?
Creo que hay muchísimas personas perdiéndose un material tan excelente como este que no solo ayuda a una persona a salir de la depresión y darle el real sentido a nuestras vidas -porque es la Palabra de Dios correctamente dividida- sino que además es gratuito y está al alcance de todo aquel que quiera oir. Bendiciones por este trabajo. Bendiciones por esta página. Solo voy a añadir algo que Dios dice en Su Palabra "EL DIOS NO SE OLVIDA DEL TRABAJO QUE HACEMOS PARA EL"
ResponderEliminarQuedo muy agradecida a Dios, Virginia, que me muestra también contigo, Sus bondades y misericordia, recordándonos una y otra vez Su Fidelidad. Gracias, el Dios de paz y toda Gracia siga haciendo abundar tu vida en todo, en Nombre de Cristo Jesús.
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