Primera Parte
LIBRE DE LA ESCLAVITUD
Para vivir una vida abundante, una persona primeramente tiene que ser libre de esclavitud mental. Las cadenas que atan la mente de una persona son más dolorosas y derrotantes que cualquier otra. Sin embargo, como cristianos, tenemos un libertador personal. Cristo nos ha liberado. Una vez que sabemos lo que él ha hecho por nosotros y cómo recibirlo, simplemente tenemos que aceptar esa libertad.
Los capítulos “Liberación de sus prisiones” y “Como evitar ser un fracaso” nos dicen lo que ha sido hecho y cómo recibir nuestra libertad. Luego “¿Está usted limitando a Dios?” hace resaltar la verdad de que Dios nos puede dar lo que nos ha prometido sólo si se lo permitimos. Somos nosotros quienes tenemos que reclamar lo que está disponible de parte de Dios: la libertad de la esclavitud.
Capitulo Uno
Liberación de sus prisiones
Es la absoluta voluntad de Dios que toda persona sea liberada de toda prisión o cadena que encierra o ata. Juan 8 declara categóricamente la voluntad de Dios.
Juan 8: 31,32 y 36
…Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos;
y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
Estos tres cortos versículos contienen la clave a la liberación: debemos creer la Palabra de Dios la cual es verdad y luego debemos conocer al hijo quien es el camino, la verdad y la vida. Al seguir la Palabra de Dios y al conocer a su hijo quien es el camino la verdad y la vida. Al conocer a Su Hijo, no solamente seremos libres, sino que seremos verdaderamente libres.
La voluntad de Dios es que cada uno de nosotros sea liberado hoy mismo de cualquier prisión que nos sujete. Las prisiones no sólo están hechas de barras de acero. Las prisiones de nuestros pecados secretos, cosas en nuestras vidas que no queremos compartir con ninguna otra persona en el mundo, son las que más frustran y derrotan. Los pensamientos de autocondenación que le han estado carcomiendo a uno en el fondo de la mente consciente y subconsciente por años y años---pensamientos de enfermedad y padecimientos, miedo, preocupación, ansiedad, suicidio, muerte---son el tipo de prisiones más tormentosas y miserables. No es la voluntad de Dios que estemos atados de tal manera en nuestras mentes; la voluntad de Dios es justamente lo contrario ya que El ha dado liberación total de todos los negativos.
Salmos 103:11,12
Porque como la altura de los cielos sobre la tierra,
Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.
Cuanto está lejos el oriente del occidente,
Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
Es la voluntad de Dios que toda autocondenación desaparezca porque El quiere hacernos verdaderamente libres no libres a medias solamente, sino personas completamente libres.
No solo quiere Dios que seamos libres de toda condenación secreta, sino que quiere que seamos libres de todas las potestades de las tinieblas en este mundo. El desea que seamos libres de los resentimientos, del orgullo, de las envidias, de los celos, de las obsesiones y las opresiones que nos han estado carcomiendo. El quiere que seamos liberados de estas prisiones también.
La humanidad ha vivido en medio del mal desde que el Diablo recibió la potestad de este mundo (Lucas 4:6: Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy). El hombre ha traído sobre si mismo el mal que le rodea. Pero, Dios muy amorosamente proveyó una forma por la cual los hombres pueden reconocer y recibir un poder más grande y más maravilloso de lo que jamás hayan conocido, para aquellos que quieran creer puedan ser liberados de toda prisión que esté esclavizando sus vidas.
En Mateo 15:13 Jesús dijo: “Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada”. Toda influencia que no esté basada en la exactitud de la Palabra de Dios será malograda. Tales influencias sólo conducen a uno a prisión.
Hebreos 4:2:
Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva
como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra,
por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.
No sólo debemos oír que Cristo nos hace libres, debemos creerlo y vivir de acuerdo con ello.
Una cámara fotográfica ofrece una analogía de cómo usted puede obtener resultado en la oración y liberarse de sus prisiones.
Si usted quiere una respuesta a la oración, primero ponga su objetivo en mente. Usted selecciona lo que usted quiere en su fotografía. Este es el primer paso: usted sabe con claridad qué es lo que quiere. En segundo lugar, usted determina la distancia y enfoca bien el objetivo. Luego considera la duración de la exposición de la foto para que así todos los factores puedan funcionar juntos para hacer una fotografía perfecta. Después de todo esto, tome la foto.
Cuando esté enfocado sobre la imagen de lo que desea mantenga su mente perseverando en ella. Si permite que alguna otra cosa venga y tome prioridad sobre esa imagen, usted obtendrá una respuesta borrosa a la oración; no obtendrá los resultados que usted desea; no obtendrá liberación de la prisión que le está encerrando. (Santiago 1:6,7: Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor).
Si usted quiere deshacerse de algo hoy, debe enfocar, seguir pensando en eso que quiere. Es la introducción de la luz lo que disipa la oscuridad; no es el seguir pensando en la oscuridad lo que introduce la luz. Si quiere que su negocio se expanda, mejores relaciones entre jefe y empleado o un mejor empleo, coloque su deseo en mente, enfóquelo y luego determine el tiempo de exposición necesario para llevar a cabo la tarea.
Si quiere salirse de sus prisiones hoy mismo, cambie inmediatamente su modo de pensar en cuanto a su situación; cambie lo que está enfocando. Según cambia su modo de pensar, dibujará un patrón mental para las cosas que usted sí desea en su vida, lo cual a su vez disipará y desarraigará eso que usted no quiere.
Es posible que usted diga: “Bueno, eso no es una cosa fácil de hacer, pero voy a intentarlo. Con la ayuda de Dios de acuerdo a su Palabra, voy a salir de esta prisión”. Sin embargo si en media hora usted se ha olvidado de mantener cambiado su modo de pensar y cae de nuevo en su vieja rutina negativa, estará viviendo de nuevo en la misma forma que antes. Entonces no se pregunte por qué no puede obtener una respuesta a la oración, por que no puede servirse de estos recursos, por qué la respuesta no fluye para usted tan fácilmente como para otros, por qué no puede obtener su liberación. La respuesta es que usted cambio su imagen mental sólo momentáneamente; no mantuvo bien enfocada su fotografía ni permitió el tiempo de exposición apropiado.
El ser liberado de su prisión depende de dos cosas: claridad e interés. Sepa con claridad lo que desea y luego interésese en recibirlo. Ponga en su mente y en su corazón la Palabra de Dios que da salvación y liberación; cómala, bébala, duerma y camine con ella. Cada vez que dé un paso o cada vez que piense sobre su situación o condición, déle gracias a Dios que la respuesta a su liberación está en camino. Pronto los negativos desaparecen y los positivos se hacen suyos, el resultado de lo cual es liberación de cualquier prisión en la que usted esté. Se puede hacer; se hará, pues como dice Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
¿Cómo se ha retratado usted mentalmente en la última semana, el último mes, año, diez años? La imagen de si mismo que usted lleva con claridad y con interés es lo que usted es. Esta ley trabaja tanto para el pensar positivo como para el negativo.
La mayoría de la gente cree que para alcanzar las alturas espirituales de la vida, donde ellos pueden servirse de los recursos de Dios, es necesario forcejar y esforzarse y luchar. Ellos piensan que alcanzar resultados espirituales es como usar un martillo neumático—mientras más uno presiona el martillo, más rápido se hace el trabajo.
Sin embargo, éste no es el caso. Cuando tenemos tensión y tirantez, nos hacemos nudos. Nunca saldremos de nuestras prisiones de esa forma; lo que ocurre es justamente lo contrario—traemos más y más frustración sobre nosotros mismo. No es tensión y tirantez lo que trae liberación, sino creencia y acción según la Palabra.
Santiago 1:21:
Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia,
recibid con mansedumbre la palabra implantada,
la cual puede salvar vuestras almas.
“Desechar” quiere decir “deshacerse de”. Debemos deshacernos de la inmundicia, las obras del mal desde la menor hasta la peor, y recibir subjetivamente la Palabra de Dios en el sentido de que acudimos a ella y la deseamos porque su Palabra es más grande que nosotros.
“La palabra implantada” es toda la Palabra de Dios implantada, la cual El colocó tan cerca de nosotros que la podemos absorber hasta que llegue a ser parte de nosotros.
No me importa quién sea usted o en que prisión pueda estar, Dios oirá su oración. Cámbiese a sí mismo cambiando sus patrones de pensamientos, y entonces las circunstancias cambiarán. Estudie la Palabra de Dios y aprenderá a conocer el Cristo que lo ha libertado. “Así que, si el hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”. Fuera de Cristo no podemos ser libres. Jesucristo fue el libertador que nos hizo libres. El es la cabeza de la iglesia.
La verdad de la Palabra y de Cristo es nuestra luz y nuestro poder en la vida; esto es nuestra liberación de los temores, preocupaciones, ansiedades, frustraciones, pesares, dolores de cabeza y todo lo demás. Este es nuestro medio para salirnos de las prisiones negativas de autocautiverio a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Cuando usted se encuentre en una de las prisiones de la vida, ponga en su mente una imagen propia clara, positiva; véase liberado. Enfóquese en la imagen positiva y déle gracias a Dios que ahora mismo usted tiene la respuesta. Siga confesando y creyendo positivamente de acuerdo a la Palabra, y sin duda alguna obtendrá su liberación.
También disponible en: http://mirasoloadios.blogspot.com.es/.
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