jueves, 22 de enero de 2015

RECIBIENDO EL ESPÍRITU SANTO HOY Cap. 8 de V.P.Wierwille


CAPÍTULO 8

Un Estudio de Hechos 9

La tercera referencia en el libro de Hechos acerca del recibimiento por alguna persona del don proveniente del Espíritu Santo, se encuentra en el noveno capítulo de Hechos. Saulo, después de perseguir a la Iglesia en la comunidad de Jerusalén, se encaminaba a Damasco. En el camino a Damasco, el que había perseguido y lastimado a la Iglesia tan tenazmente fue convertido y tuvo que ser llevado de la mano a la ciudad de Damasco. Según Hechos 9:9, “estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió”. El versículo 10 comienza la tercera gran enseñanza que es un descubrimiento continuado de todo lo que la Biblia enseña con respecto al recibir del don proveniente del Espíritu Santo.

En este pasaje no tenemos un grupo, sino un solo individuo. “Saulo” era su nombre hebreo; su nombre griego era “Pablo”.

Del pasaje en Hechos 8 ciertos maestros han implicado constantemente que sólo los que están a la cabeza de la Iglesia como Pedro y Juan podían ministrar el espíritu santo. Esta idea errónea ha sido llevada a través de los siglos a través de varias sectas. Estos maestros citan las palabras de Felipe en cuanto a que él era sólo un discípulo y no una de las cabezas de la Iglesia; por lo tanto, él no podía ministrar el espíritu santo. Pero eso no puede ser cierto por lo que vemos en Hechos 9.

Hechos 9:10:
Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.

Ananías no era un apóstol, un Pedro o un Juan. Él era sólo un “discípulo”. En Hechos 9:10 y versículos siguientes vemos que este discípulo llamado Ananías le ministró a uno que sería el mayor de todos los apóstoles, el Apóstol Pablo

Versículo 11-20:
Y el Señor le dijo [a Ananías]: Levántate, y vé a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora,

y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.

Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;

y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.

El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;

porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.

Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo [pneuma hagion].

Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.

Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.

En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.

Ananías, sólo un discípulo, fue informado por el señor que él había de levantarse e ir a la calle llamada Derecha. (Por cierto, esa es la única forma en la cual podía entrar a esa calle; porque la calle llamada Derecha va de este a oeste a través de toda la ciudad de Damasco, y la casa de Ananías está localizada en una calle que termina en la calle llamada Derecha. La exactitud maravillosa de la Palabra de Dios es sorprendente.) Y el señor le dijo a Ananías que encontraría a Pablo en la casa de Judas, y que Pablo estaría orando. ¡Qué cantidad tremenda de información!

El señor le dijo a Ananías exactamente qué hacer y dónde encontraría a Pablo, y hasta le dijo lo que Pablo estaría haciendo. Me aventuro a decir que cuando Ananías llegó a la casa de Judas, Pablo no estaba sentado por ahí conversando con la gente; no estaba cantando ni gritando, sino que estaba haciendo lo que la Palabra de Dios decía: estaba orando.

Quiero que noten también que a Ananías no le gustaba el trabajo que el señor le estaba encargando. En otras palabras, Ananías no quería hacer la Palabra de Dios. Es por esto que Ananías le contestó al señor y eso es lo correcto. Si a ustedes  y a mí no nos gusta la Palabra de Dios como Dios la ha dado, debemos hablarle a Dios acerca de ello. No debemos criticar a aquellos que creen. Vuelvan a la fuente. Esto es exactamente lo que Ananías hizo; él le habló al señor. En efecto él dijo: “Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho, y aquí en Damasco tiene la autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que son cristianos, que invocan tu nombre. Así que, ¿por qué me pides a mí, que simplemente soy Ananías, que haga algo que yo no quiero hacer?” Pero el señor le dio más información a Ananías. Le dijo: “Vé, porque instrumento escogido me es éste [Pablo]”.

Versículo 17:
Fue entonces Ananías…

Ananías literalmente actuó de acuerdo a la Palabra de Dios revelada. Él fue de su casa a la calle llamada Derecha y entró en la casa de Judas. Allí encontró a Pablo orando. Entonces Ananías entró y puso las manos sobre él. La razón por la cual él puso sus manos sobre Pablo fue para poner las manifestaciones de revelación en operación, es decir, palabra de ciencia, palabra de sabiduría y discernimiento de espíritus. De este modo Ananías podía llevar a cabo la labor de liberar a Pablo que estaba ciego, y que no había aún recibido en manifestación el don proveniente del Espíritu Santo. Él puso sus manos sobre él y dijo – noten cuidadosamente – “Hermano Saulo”.

En el oriente nadie se refiere a una persona como hermano a menos que realmente lo considere así. La razón por la cual Ananías podía referirse a Pablo como hermano es que el señor le había dicho a Ananías que Pablo se había convertido en el camino a Damasco, y cuando un hombre se convierte, renace del Espíritu de Dios, teniendo el mismo espíritu que todo otro hijo renacido de Dios tiene, se convierte en hermano a todos los otros cristianos. No todos en el mundo son mis hermanos, pero todos aquellos que están renacidos del Espíritu de Dios son mis hermanos.

Hechos 9:17:
Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

Ananías le dijo a Pablo que el señor era el responsable de que él hubiera venido a ministrarle la vista y a ministrarle pneuma hagion, el espíritu santo.

Versículo  18:
Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista...

¿Cómo recobra uno la vista cuando hombres de Dios que están llenos del espíritu santo le ministran? La persona a quien se le ministra debe recibirlo, debe tomarlo, debe creer. En este versículo no dice que Pablo recibió el don proveniente del Espíritu Santo, sino que el señor le dijo a Ananías que ministrara vista y que Pablo podría “ser lleno de pneuma hagion”, que es ser lleno del don en manifestación. No dice que Pablo habló en lenguas, pero debe haberlo hecho porque la tarea que Ananías había emprendido no era sólo ministrar curación, sino también ministrarle el don proveniente del Espíritu Santo en manifestación. 1 Corintios 14:18 dice: “Doy [yo, Pablo] gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros”. Así que el Apóstol Pablo debe haber hablado en lenguas.

En este tercer pasaje noten cuidadosamente que la curación y el don proveniente del Espíritu Santo fueron ministrados por un simple discípulo, no un apóstol, sino sólo un creyente renacido del Espíritu de Dios. Ananías le ministró el espíritu santo y la curación en manifestación a Pablo que inmediatamente salió y testificó que “Cristo…es el hijo de Dios”.


En los tres pasajes que hemos estudiado hasta ahora, hemos visto que en Hechos 2, en el día de Pentecostés cuando los doce recibieron el don, “hablaron en lenguas”. En Hechos 8, en Samaria, Simón vio algo. ¿Qué pudo haber visto sino la manifestación en el mundo de los sentidos? En Hechos 9 Pablo fue lleno con el espíritu santo. No dice específicamente que habló en lenguas pero en I Corintios 14:18, sí dice que él hablaba en lenguas frecuentemente. Hablar en lenguas inmediatamente al uno salvarse es una norma de comportamiento que se ve en la Palabra de Dios.

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