jueves, 22 de enero de 2015

RECIBIENDO EL ESPÍRITU SANTO HOY Cap. 8 de V.P.Wierwille


CAPÍTULO 8

Un Estudio de Hechos 9

La tercera referencia en el libro de Hechos acerca del recibimiento por alguna persona del don proveniente del Espíritu Santo, se encuentra en el noveno capítulo de Hechos. Saulo, después de perseguir a la Iglesia en la comunidad de Jerusalén, se encaminaba a Damasco. En el camino a Damasco, el que había perseguido y lastimado a la Iglesia tan tenazmente fue convertido y tuvo que ser llevado de la mano a la ciudad de Damasco. Según Hechos 9:9, “estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió”. El versículo 10 comienza la tercera gran enseñanza que es un descubrimiento continuado de todo lo que la Biblia enseña con respecto al recibir del don proveniente del Espíritu Santo.

En este pasaje no tenemos un grupo, sino un solo individuo. “Saulo” era su nombre hebreo; su nombre griego era “Pablo”.

Del pasaje en Hechos 8 ciertos maestros han implicado constantemente que sólo los que están a la cabeza de la Iglesia como Pedro y Juan podían ministrar el espíritu santo. Esta idea errónea ha sido llevada a través de los siglos a través de varias sectas. Estos maestros citan las palabras de Felipe en cuanto a que él era sólo un discípulo y no una de las cabezas de la Iglesia; por lo tanto, él no podía ministrar el espíritu santo. Pero eso no puede ser cierto por lo que vemos en Hechos 9.

Hechos 9:10:
Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.

Ananías no era un apóstol, un Pedro o un Juan. Él era sólo un “discípulo”. En Hechos 9:10 y versículos siguientes vemos que este discípulo llamado Ananías le ministró a uno que sería el mayor de todos los apóstoles, el Apóstol Pablo

Versículo 11-20:
Y el Señor le dijo [a Ananías]: Levántate, y vé a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora,

y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.

Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;

y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.

El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;

porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.

Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo [pneuma hagion].

Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.

Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.

En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.

Ananías, sólo un discípulo, fue informado por el señor que él había de levantarse e ir a la calle llamada Derecha. (Por cierto, esa es la única forma en la cual podía entrar a esa calle; porque la calle llamada Derecha va de este a oeste a través de toda la ciudad de Damasco, y la casa de Ananías está localizada en una calle que termina en la calle llamada Derecha. La exactitud maravillosa de la Palabra de Dios es sorprendente.) Y el señor le dijo a Ananías que encontraría a Pablo en la casa de Judas, y que Pablo estaría orando. ¡Qué cantidad tremenda de información!

El señor le dijo a Ananías exactamente qué hacer y dónde encontraría a Pablo, y hasta le dijo lo que Pablo estaría haciendo. Me aventuro a decir que cuando Ananías llegó a la casa de Judas, Pablo no estaba sentado por ahí conversando con la gente; no estaba cantando ni gritando, sino que estaba haciendo lo que la Palabra de Dios decía: estaba orando.

Quiero que noten también que a Ananías no le gustaba el trabajo que el señor le estaba encargando. En otras palabras, Ananías no quería hacer la Palabra de Dios. Es por esto que Ananías le contestó al señor y eso es lo correcto. Si a ustedes  y a mí no nos gusta la Palabra de Dios como Dios la ha dado, debemos hablarle a Dios acerca de ello. No debemos criticar a aquellos que creen. Vuelvan a la fuente. Esto es exactamente lo que Ananías hizo; él le habló al señor. En efecto él dijo: “Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho, y aquí en Damasco tiene la autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que son cristianos, que invocan tu nombre. Así que, ¿por qué me pides a mí, que simplemente soy Ananías, que haga algo que yo no quiero hacer?” Pero el señor le dio más información a Ananías. Le dijo: “Vé, porque instrumento escogido me es éste [Pablo]”.

Versículo 17:
Fue entonces Ananías…

Ananías literalmente actuó de acuerdo a la Palabra de Dios revelada. Él fue de su casa a la calle llamada Derecha y entró en la casa de Judas. Allí encontró a Pablo orando. Entonces Ananías entró y puso las manos sobre él. La razón por la cual él puso sus manos sobre Pablo fue para poner las manifestaciones de revelación en operación, es decir, palabra de ciencia, palabra de sabiduría y discernimiento de espíritus. De este modo Ananías podía llevar a cabo la labor de liberar a Pablo que estaba ciego, y que no había aún recibido en manifestación el don proveniente del Espíritu Santo. Él puso sus manos sobre él y dijo – noten cuidadosamente – “Hermano Saulo”.

En el oriente nadie se refiere a una persona como hermano a menos que realmente lo considere así. La razón por la cual Ananías podía referirse a Pablo como hermano es que el señor le había dicho a Ananías que Pablo se había convertido en el camino a Damasco, y cuando un hombre se convierte, renace del Espíritu de Dios, teniendo el mismo espíritu que todo otro hijo renacido de Dios tiene, se convierte en hermano a todos los otros cristianos. No todos en el mundo son mis hermanos, pero todos aquellos que están renacidos del Espíritu de Dios son mis hermanos.

Hechos 9:17:
Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

Ananías le dijo a Pablo que el señor era el responsable de que él hubiera venido a ministrarle la vista y a ministrarle pneuma hagion, el espíritu santo.

Versículo  18:
Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista...

¿Cómo recobra uno la vista cuando hombres de Dios que están llenos del espíritu santo le ministran? La persona a quien se le ministra debe recibirlo, debe tomarlo, debe creer. En este versículo no dice que Pablo recibió el don proveniente del Espíritu Santo, sino que el señor le dijo a Ananías que ministrara vista y que Pablo podría “ser lleno de pneuma hagion”, que es ser lleno del don en manifestación. No dice que Pablo habló en lenguas, pero debe haberlo hecho porque la tarea que Ananías había emprendido no era sólo ministrar curación, sino también ministrarle el don proveniente del Espíritu Santo en manifestación. 1 Corintios 14:18 dice: “Doy [yo, Pablo] gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros”. Así que el Apóstol Pablo debe haber hablado en lenguas.

En este tercer pasaje noten cuidadosamente que la curación y el don proveniente del Espíritu Santo fueron ministrados por un simple discípulo, no un apóstol, sino sólo un creyente renacido del Espíritu de Dios. Ananías le ministró el espíritu santo y la curación en manifestación a Pablo que inmediatamente salió y testificó que “Cristo…es el hijo de Dios”.


En los tres pasajes que hemos estudiado hasta ahora, hemos visto que en Hechos 2, en el día de Pentecostés cuando los doce recibieron el don, “hablaron en lenguas”. En Hechos 8, en Samaria, Simón vio algo. ¿Qué pudo haber visto sino la manifestación en el mundo de los sentidos? En Hechos 9 Pablo fue lleno con el espíritu santo. No dice específicamente que habló en lenguas pero en I Corintios 14:18, sí dice que él hablaba en lenguas frecuentemente. Hablar en lenguas inmediatamente al uno salvarse es una norma de comportamiento que se ve en la Palabra de Dios.

jueves, 8 de enero de 2015

RECIBIENDO EL ESPÍRITU SANTO HOY Cap. 7 de V.P.Wierwille


CAPÍTULO 7

Un Estudio de Hechos 8

Hechos 8 es el segundo pasaje en el libro de Hechos donde alguien recibe el don proveniente del Espíritu Santo. Los acontecimientos relatados en el octavo capítulo de Hechos ocurrieron varios años después del histórico derramamiento relatado en Hechos 2. Recuerden que solamente judíos por religión recibieron el don en aquel momento, y la prueba en el mundo de los sentidos de que habían recibido fue que hablaron en lenguas.

Ningún  grupo religioso nuevo es atacado viciosamente en sus comienzos; pero según aumenta su número de adherentes, según se disemina entre otros la información que ellos representan, entonces la persecución acomete gradualmente. En Hechos 8 leemos sobre la persecución que había comenzado en Jerusalén a causa del crecimiento de la comunidad cristiana. De acuerdo con el capítulo 7, Esteban había sido apedreado.

Hechos 8:1,3 y 4:
Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos [los creyentes-los cristianos] fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.

Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel.

Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio.

Noten muy cuidadosamente que aun en medio de la persecución dondequiera que estos líderes cristianos iban no aguaban ni moderaban la gran exactitud de la Palabra de Dios. Hicieron una cosa en particular; a saber anunciaron el evangelio

Versículo 5:
Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo.

Felipe era uno de los siete escogidos por los discípulos en los comienzos de la Iglesia de acuerdo con el pasaje en Hechos 6. Lo escogieron para servir mesas. Dios lo escogió para servir el Pan de Vida.

Felipe predicó la Palabra de Dios a los samaritanos. Los judíos le tenían antipatía a los samaritanos pero el ministerio se estaba moviendo desde el centro del judaísmo en Jerusalén hacia Samaria.

Versículo 6:
Y la gente, unánime [con unidad de propósito], escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.

La única razón por la cual estos samaritanos escuchaban a Felipe y a lo que decía con respecto a la Palabra de Dios y el Señor Jesucristo era que oían y veían las señales que él, Felipe, hacia. Felipe hacía las señales. Noten esta verdad cuidadosamente. Él  las hacía por medio del poder de Dios dentro de él. No dice que Dios hacía las señales. Esta verdad debe ser reconocida y entendida porque tanta gente está esperando a que Dios actúe cuando Dios ya ha actuado. Dios está esperando a que el hombre reciba lo que Él ha hecho disponible y entonces que actúe para Él por el poder de Dios.

Versículo 7:
Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados.

Felipe habló la Palabra de Dios a los samaritanos y cuando ellos oyeron esta Palabra de Dios creyeron debido a que Felipe había echado fuera los espíritus inmundos. Cuando los samaritanos vieron que esto sucedió por el poder de Dios que vivía en Felipe, reaccionaron con emoción. 

Versículo 8:
así que había gran gozo en aquella ciudad.

Los samaritanos se regocijaban porque la gente se estaba salvando y sanando por el poder de Dios manifestado por Felipe que era un creyente lleno del poder o don proveniente del Espíritu Santo.

Versículo 9:
Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande.

Simón, antes de la venida de Felipe, ejercía la magia (brujería, espiritismo, artes negras, percepción extrasensorial, operación de espíritus diabólicos), y por la operación de espíritus diabólicos había engañado y controlado a la gente de Samaria por muchos años.

Versículos 10,11:
A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este [Simón] es el gran poder de Dios.

Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo.

Esta gente había sido embaucada y estaba bajo el control de Simón el mago porque ellos creían que su operación de espíritus diabólicos era evidencia de “el gran poder de Dios”.

Versículo 12:
Pero cuando [los samaritanos] creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.

Cuando los samaritanos creyeron la palabra de Dios que Felipe anunciaba, se arrepintieron y fueron salvos. Puede que la gente esté bajo el encanto de la prédica y la enseñanza de los hombres que usan, o son usados por, espíritus diabólicos. Pero cuando la verdad de la Palabra de Dios es dada a conocer por un hombre lleno del espíritu santo, manifestando señales, milagros y maravillas y probando la Palabra, algunos van a creer y ser salvos. Esto es lo que pasó en Samaria.

Versículo 13:
También creyó Simón mismo…

¿Qué le pasó a Simón? Fue convertido. Creyó la Palabra que Felipe predicó, que es Cristo, y cuando Simón creyó en el Señor Jesucristo, recibió salvación. Simón, que había estado operando espíritus diabólicos y engañando a la gente de Samaria por tantos años, fue salvo bajo el ministerio de Felipe. Este es un ejemplo tremendo del poder de la Palabra de Dios correctamente dividida y predicada por un hombre lleno del espíritu santo.

Versículo 13:
También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito.

¿A causa de qué estaba atónito Simón?  Estaba atónito preguntándose cómo Felipe podía hacer estas señales y milagros. Simón sabía por su experiencia entre la gente de Samaria que él mismo había hecho hazañas tremendas, y no estaba bajo ninguna ilusión en cuanto a la fuente de su autoridad y poder que provenía de los espíritus diabólicos trabajando a través de magia y artes negras. Pero mientras Simón continuaba observando los milagros y señales de Felipe, permanecía perplejo en cuanto a la fuente de poder de Felipe.

Esto ciertamente enfatiza el error de la enseñanza que si un hombre renace tiene automáticamente una mente renovada y anda en gran verdad. Simón era renacido, pero su mente estaba todavía en error en lo que concierne a la operación del don de espíritu santo.

El siguiente versículo en Hechos 8 nos dice que Pedro y Juan hicieron entonces una visita a Samaria.

Versículo 14:
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan.

¿Qué provocó el viaje de Pedro y Juan a Samaria? La razón por la cual los apóstoles Pedro y Juan, los cuales estaban a la cabeza de la Iglesia, vinieron de Jerusalén a Samaria era que había ocurrido algo sin precedentes en la Iglesia en Samaria: aquellos que habían sido renacidos no estaban hablando en lenguas. Esta era la primera vez en la historia de la Iglesia cristiana en que la manifestación de hablar en lenguas no estaba en evidencia inmediatamente después del nuevo nacimiento. Los dos grandes líderes entre los apóstoles fueron a investigar este extraño suceso.

La gente de Samaria que había oído la Palabra de Dios y creído lo que Felipe predicaba, había recibido espiritualmente, dechomai. Ellos habían recibido espiritualmente el nuevo nacimiento, el poder, el don proveniente del Espíritu Santo; pero no habían manifestado nada en el mundo de los sentidos. Por lo tanto, Pedro y Juan vinieron desde Jerusalén.

Versículo 15:
los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen [lambanō] el Espíritu Santo [pneuma hagion].

Ellos habían recibido espiritualmente, dechomai, pero no habían recibido en manifestación, lambanō. Cuando Pedro y Juan vinieron desde Jerusalén, oraron por los nuevos creyentes para que ellos pudieran lambanō, manifestar, el espíritu santo, el cual habían recibido como un don proveniente del Donador en el momento en que fueron salvos.

Versículo 16:
porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos [el espíritu santo no había sido manifestado], sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús.

“No había descendido sobre ninguno de ellos”. La palabra “descendido” es epipiptō, y la palabra “sobre” es epi. “Descendido sobre” es epipiptō epi. Piptō quiere decir “descender”. Epipiptō por lo tanto quiere decir “descender desde sobre un plano más alto”. Epi, “sobre”, por sí mismo se usa con el caso dativo, indicando superposición (en reposo sobre) – el resultado del epipiptō, descendiendo desde un plano más alto. Por lo tanto la frase “descendido sobre ninguno de ellos” literalmente quiere decir “descendido desde sobre un plano más alto a una posición en reposo en un plano más bajo”, o sea, “desde sobre” (epipiptō) el plano espiritual al “en reposo sobre” (epi) en manifestación en el reino natural.

Versículo 17:
Entonces les imponían las manos, y recibían [lambanō] el Espíritu Santo. [pneuma hagion].

Los apóstoles, Pedro y Juan, le impusieron las manos a los creyentes que habían antes recibido al Señor Jesucristo, dechomai, pero que no habían recibido, lambanō, manifestado, el don en el mundo de los sentidos.

La “imposición de manos” es usada en la Palabra de Dios para identificar a la persona que está ministrando con la que está siendo ministrada. Aun más, cuando se imponen las manos, es para que las manifestaciones de revelación (a saber, la palabra de ciencia, la palabra de sabiduría y el discernimiento de espíritus – tres de las nueve manifestaciones del espíritu) sean puestas en operación.

Por medio de las manifestaciones de revelación,Pedro y Juan recibieron la información sobre el por qué la gente de Samaria había recibido espiritualmente el nuevo nacimiento, el poder proveniente del Espíritu Santo, pero no lo habían manifestado en el mundo de los sentidos. Fuera lo que fuere que estaba impidiendo que los cristianos de Samaria manifestaran pneuma hagion, Pedro y Juan, habiéndole impuesto las manos, y sabiendo por revelación cuál era el obstáculo que estorbaba, lo echaron fuera en el nombre de Jesucristo, y entonces los cristianos samaritanos recibieron, lambanō, manifestaron, pneuma hagion.

Con solamente una rápida lectura de Hechos 8 y sin el entendimiento de la operación de las nueve manifestaciones del espíritu, sería difícil dividirlo correctamente. Leyendo los versículos nueve al once, sabemos que espíritus diabólicos se habían infiltrado entre los samaritanos de tal forma que, de las tres manifestaciones de revelación del espíritu santo, el discernimiento de espíritu debe haber estado mucho en operación.

Estos samaritanos habían sido engañados por Simón por mucho tiempo. Aquí hay una verdad que todos los cristianos deben reconocer. 1Juan 4:4 declara francamente: “…mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”. Ni siquiera el infierno completo puede detener a un hombre de ser renacido y de recibir el poder o don proveniente del Espíritu Santo cuando éste cree de acuerdo con Romanos 10:9. Todos los espíritus diabólicos en el mundo no son lo suficientemente fuertes como para resistir el poder proveniente del Espíritu Santo. Satanás no podía detener a los samaritanos de ser renacidos, ni puede Satanás detener a nadie de ser salvo porque la salvación es un don y cualquiera que desee recibir puede recibir ese don de salvación y ser lleno con el poder proveniente del Espíritu Santo cuando cree.

No dice en Hechos 8 que cuando los samaritanos recibieron pneuma hagion ellos hablaron en lenguas. Pero quisiera que ustedes noten cuidadosamente el versículo 18.

Hechos 8:18:
Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo [el pneuma, el hagion], les ofreció dinero.

Permítanme preguntarles: “¿Qué vio Simón?” Uno no puede ver espíritu. Uno no puede ver el nuevo nacimiento, ya que Cristo en ustedes, el nuevo nacimiento, es espíritu. Entonces, ¿qué vio Simón cuando estos apóstoles, Pedro y Juan, impusieron las manos a los creyentes que habían aceptado al Señor Jesucristo? Lo que Simón vio tuvo que haber estado en el mundo de los sentidos, algo visible, algo que fue manifestado. Por lo tanto, Simón vio una manifestación del espíritu que tiene que haber sido hablar en lenguas, porque en todo otro caso donde la manifestación del espíritu santo es mencionada, siempre es hablar en lenguas.

Versículo 19:
diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba [lambanō] el Espíritu Santo  [pneuma hagion].

Por la imposición de manos nada se comunica automáticamente. No se le puede dar nada a nadie a menos que esa persona lo desee y no se puede dar nada si uno no lo tiene. Pedro le dijo al hombre cojo en la puerta del Templo, según está relatado en Hechos 3:6: “Lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”. La imposición de manos por revelación es un medio de identificar a la persona que está ministrando con la persona que tiene necesidad, y entonces las manifestaciones de revelación están en operación.

Simón no pudo haber visto espíritu, pero vio que algo ocurrió cuando los apóstoles le impusieron las manos a los creyentes samaritanos. Entonces les dijo a Pedro y Juan: “Dadme también a mí este poder [denme este ministerio de apóstol]”. Y “les ofreció dinero”. El estaba dispuesto a pagar dinero por el ministerio de un apóstol pensando que a quien quiera que le impusiere sus manos, esa persona manifestaría, lambanō, pneuma hagion. Pero un ministerio no puede ser comprado; un ministerio no puede ser ganado; un ministerio en el cuerpo de la Iglesia es un don de Dios.*

*Efesios 4:8,11: “Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros”.

Hechos 8:20:
Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.

Pedro le dijo: “Tu dinero perezca contigo”. La palabra griega para “perezca” quiere decir “pudrirse”. Cuando una persona es renacida del Espíritu de Dios, habiendo recibido vida eterna, y Simón había sido renacido según dice en el versículo 13, ya no puede perecer espiritualmente. “Tu dinero perezca contigo” no quiere decir que Pedro le dijo a Simón que él iba a perder su vida eterna. Él le estaba explicando a Simón que tal como el cuerpo perece, se desintegra, se pudre, así el dinero que Simón había ofrecido por este ministerio, “el don de Dios”, perecería con él, con su cuerpo. Noten la palabra “pensado”. Después que una persona es renacida del Espíritu de Dios, ella debe renovar su mente de acuerdo a la Palabra, y este cambiar de la mente es por lo general un proceso lento. Esto explica por qué Simón “estaba atónito” cuando vio las señales y grandes milagros ejecutados por Felipe. Su mente no había sido renovada y pensó que podría ser posible comprar tal ministerio. Simón, aunque renacido, no se había puesto la mente de Cristo porque pensó “que el don de Dios [Aquí, el ministerio de un apóstol es llamado el don de Dios.]” se podía comprar con dinero.

Pedro continúa reprendiendo a Simón en el versículo 21.

Hechos 8:21:
No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios.

La palabra “asunto” debería ser la palabra “ministerio”. La palabra “corazón” indica la sede de la vida personal. Simón había sido renacido del Espíritu de Dios, pero su vida personal estaba equivocada. Sus pensamientos estaban equivocados; estaban fuera de comunión con Dios.

Versículo 22:
Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad…

La palabra “arrepiéntete” debe ser traducida “abandona”. Cuando uno se arrepiente recibe remisión de pecados.* Debe entonces abandonar su maldad. De acuerdo con Hechos 8:13, Simón mismo creyó y se arrepintió cuando se convirtió. Una persona solamente se puede arrepentir una vez. Después de la salvación, todavía es posible pecar si no nos hemos puesto la mente de Cristo. Si nuestros pensamientos no son sus pensamientos, nuestras mentes no son su mente. Simón, por lo tanto, es instruido por Pedro a abandonar esta maldad de tratar de comprar el ministerio de un apóstol.

*Hechos 2:38: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón [debe ser “remisión”] de los pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo”.

Versículo 22:
 Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás [la palabra “quizás” en el texto crítico griego lee “que”] te sea perdonado el pensamiento de tu corazón.

El versículo 22 debería ser traducido literalmente: “Abandona, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios que te sea perdonado el pensamiento de tu mente”. No dice que se arrepienta del pensamiento, sino que éste sea perdonado. Una vez que somos renacidos del Espíritu de Dios y pecamos, debemos confesar nuestro pecado que es comunión rota con Dios, y Él es, de acuerdo con 1 Juan 1:9, “fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.

Hechos 8:23-25:
porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. [Esto Pedro lo sabía por revelación, palabra de ciencia.]

Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí.

Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el evangelio.

Pedro y Juan habían cumplido con su misión en Samaria. Habían instruido a los samaritanos con respecto al poder que habían recibido (dechomai) y los samaritanos entonces manifestaron (lambanō) las evidencias del don proveniente del Espíritu Santo.


lunes, 24 de noviembre de 2014

RECIBIENDO EL ESPÍRITU SANTO HOY Cap. 6 de V.P.Wierwille


SEGUNDA SECCION

El Libro de Hechos tiene cinco relatos que cuentan la recepción del don proveniente del Espíritu Santo ya sea por individuos o por grupos. Estos cinco relatos muestran etapas progresivas en la recepción del espíritu santo y contienen toda la información necesaria para que uno reciba el don proveniente del Espíritu Santo. Estudiaremos cada uno de estos relatos detalladamente.



CAPÍTULO 6

Un Estudio de Hechos 1 y 2

Antes de estudiar el relato en Hechos 2, que es el derramamiento original del don del Espíritu Santo, debemos procurar entender tres cosas, a saber: qué fue lo que vino en el día de Pentecostés, dónde ocurrió y quién estaba presente para recibir.

Primero nos dedicaremos a la tarea de descubrir exactamente qué fue lo que vino en el día de Pentecostés.

Hechos 1:4:
Y estando juntos, [Jesús] les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.

El momento de este versículo es en el día de la ascensión, que fue 40 días después de la resurrección cuando Jesús estaba reunido con sus apóstoles y les estaba dando instrucciones de último momento antes de su partida. Él los instruyó, es más, él les ordenó, que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre.

Ustedes y yo, mirando hacia atrás, sabemos que Pentecostés fue diez días después de la ascensión, pero los apóstoles mirando hacia delante, no sabían exactamente cuándo esta promesa del Padre iba a ser cumplida. Por lo tanto, ellos fueron instruidos a esperar o quedarse.

¿Qué debían esperar? La Palabra de Dios decía que “esperasen la promesa del Padre, la cual…oísteis de mí”.

En Hechos leemos acerca del bautismo del Espíritu Santo.

Hechos 1:5:
 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con [la palabra griega es en, el equivalente de “en”] el Espíritu Santo [pneuma hagion] dentro de no muchos días.

Así pues, lo que sea ser bautizados en pneuma hagion, espíritu santo, es igual a la promesa del Padre. O, viceversa, “la promesa del Padre” en el versículo 4 es igual a ser “bautizado en pneuma hagion”.

La razón por la cual Jesús ordenó a los apóstoles a esperar fue porque el don no había sido dado. Si ustedes recibieran instrucciones de que el próximo martes van a recibir un regalo de un amigo muy querido, entonces sería necesario para ustedes esperar hasta el próximo martes porque el regalo no estaría disponible hasta entonces. Así fue con el recibimiento del espíritu santo.

Sabemos por medio de la Palabra de Dios que una vez que el don fue dado en el día de Pentecostés, que fue diez días después de la ascensión,  no hay instrucciones para ninguna persona de que espere para recibir el don. La enseñanza de que nosotros, en este día y en esta era, debemos esperar para recibir cualquiera de los dones de Dios, es contraria a la Palabra de Dios. Por ejemplo, la salvación es un don y está disponible inmediatamente. No necesitamos esperar para ser salvos porque la salvación es una realidad obtenible en el presente.

El Evangelio de Lucas, que fue escrito por la misma persona que escribió el Libro de Hechos, dice en el capítulo 24, versículo 49: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”. En Hechos, los apóstoles fueron instruidos a no irse de Jerusalén sino a “esperar la promesa del Padre, la cual…oísteis de mí”. En el versículo 5 de Hechos 1, Jesús dijo: “vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”. En estos versículos de la Escritura está claro que “la promesa del Padre” y el poder con el cual ellos iban a ser “investidos…desde lo alto”, se referían a la misma cosa: el bautismo con pneuma hagion, espíritu santo.

El axioma matemático: “cosas iguales a una misma son iguales entre sí” se puede aplicar aquí:



la promesa del Padre (Hechos 1:4)

es igual a

ser bautizados con pneuma hagion (Hechos 1:5)

es igual a

investidos con poder desde lo alto (Lucas 24:49).


La palabra “investidos” es “vestidos con” o “ataviados con”. “Poder” es la palabra griega dunamis, No es poder manifestado automáticamente; es poder inherente. Ellos iban a ser investidos con poder desde lo alto.

Tres versículos eliminan todas las conjeturas acerca de lo que vino en el día de Pentecostés. No podía ser el Espíritu Santo porque el Espíritu Santo es Dios. Él ha sido desde el principio y Él es el Donador; Él da lo que Él es. Dios es pneuma, Espíritu; Dios es hagion, Santo. Por lo tanto, dando lo que Él es, Su don el día de Pentecostés fue pneuma hagion que está explicado en Lucas 24:49, ser “investidos con poder desde lo alto”. Esto es vitalmente informativo e instructivo. Nos dice exactamente lo que es ser bautizados con espíritu santo. Es ser vestidos, no externamente sino internamente, con dunamis, poder inherente. Este poder es Su poder, que es espíritu. La Palabra nos dice de dónde vino: de “lo alto”, eso es, de Dios. Así pues, estos tres versículos, dos de Hechos y uno de Lucas, reúnen la gran exactitud de la Palabra de Dios acerca de exactamente qué fue recibido en Pentecostés, lo cual está descrito en el segundo capítulo de Hechos. No hay lugar para interpretación privada en cuanto a lo que fue dado. Estos versículos de la Escritura revelan todo lo que puede ser sabido.

Continuando la lectura en Lucas 24, vemos que Jesús guió a los apóstoles a Betania.

Lucas 24:50-52:
…y alzando sus manos, los bendijo.

Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo.

 Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo;

Los apóstoles llevaron a cabo literalmente las instrucciones de su señor y salvador al regresar a Jerusalén para esperar hasta ser “investidos con poder desde lo alto”, que es “la promesa del Padre”, que es ser “bautizados con [pneuma hagion] espíritu santo”.

Volviendo a Hechos 1, leemos la instrucción que Jesús dio a los apóstoles.

Hechos 1:8:
Pero recibiréis [lambanō, recibir en manifestación] poder [dunamis, poder inherente], cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo [el hagion pneuma], y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

Jesús instruyó a los apóstoles que esperasen hasta ser investidos con poder desde lo alto, y entonces ellos mostrarían este poder (lambanō). Nadie puede mostrar poder espiritual en el mundo de los sentidos hasta que lo haya recibido espiritualmente. En otras palabras, una persona debe ser salva, renacida del Espíritu de Dios, llena con el poder proveniente del Espíritu Santo, antes de que pueda manifestar la evidencia del espíritu santo en el mundo de los sentidos. Jesús dijo que después de que, o cuando, ellos recibieran este poder desde lo alto, entonces le serían testigos. Esta es una gran verdad. Los apóstoles no habían de ser abogados defensores. Ellos habían de ser testigos.*

* Fueron sus testigos por su hablar en lenguas. Hechos 2:4: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”.

Cuando ustedes tienen la verdad, no necesitan defenderla, todo lo que necesitan hacer es atestiguarla. No hay nada por lo cual disculparse ni hay que adulterar  la verdad. Cuando no se tiene la verdad es cuando hay que discutir y esforzarse por defender lo que se tiene.

Aquellos que han nacido de nuevo del Espíritu de Dios y están llenos del poder del espíritu santo deben ser testigos. Esta es la instrucción que el señor les dio a sus apóstoles poco antes de ser recibido en el cielo. Ellos le debían ser testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra y por supuesto que lo último de la tierra incluye los lugares donde vivimos hoy ustedes y yo.

Hechos 1:9-13:
Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.

Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas,

los cuales también les dijeron: Varones galileos [Noten muy cuidadosamente “varones galileos”. De los doce apóstoles sólo Judas era de Judea, todos los demás eran de Galilea.*], ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.

Entonces volvieron [los varones galileos, los once apóstoles] a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo.

Y entrados [los apóstoles, en Jerusalén], subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo.

* Victor Paul Wierwille. La Biblia me lo dice. Volumen I. Estudios sobre la vida abundante (American Christian Press. New Knoxville, Ohio, EE.UU., 1979). Capítulo 16 “Cuándo Judas se ahorcó”.

Estos son versículos de gran importancia. Nos informan que el aposento alto era un lugar donde los apóstoles moraban. En otras palabras, éste era un lugar donde se hospedaban, donde dormían. En la tierra oriental de la historia bíblica, ninguna mujer era jamás permitida en los dormitorios de los hombres; ni se permitía un hombre en los dormitorios de una mujer. Aun la limpieza del aposento alto estaba a cargo de un sirviente varón. La Biblia dice específicamente que el aposento alto era el lugar donde los apóstoles moraban. Es donde dormían. Es donde se quedaban a pasar la noche.

Quiero que recuerden que no es el día de Pentecostés acerca del cual la Palabra de Dios está hablando en Hechos 1:13. Está hablando acerca del día de la ascensión. En ese día los apóstoles regresaron al aposento alto donde vivían, y ahí se hospedaron mientras esperaban “la promesa del Padre”, que es igual a ser “bautizados con pneuma hagion”, que es equivalente a ser “investidos con poder desde lo alto”. Esto iba a suceder “dentro de no muchos días”. Durante aquellos días, los días de espera, los apóstoles usaron el aposento alto como su vivienda.

El próximo versículo es un relato en la Palabra de Dios de sucesos entre el día de la ascensión y el día de Pentecostés.

Hechos 1:14:
Todos éstos [todos los once] perseveraban unánimes [con unidad de propósito] en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.

No dice que todos éstos perseveraban unánimemente en oración y ruego en el aposento alto. No pudo haber sido en el aposento alto porque había mujeres presentes. ¿Dónde podría haber pasado esto?

Pasando a Lucas 24:53, tenemos evidencia de la localidad del derramamiento del don. Aquí dice con respecto a los apóstoles que ellos “estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios”. ¿Cómo podrían estar siempre en el templo y aun así estar en el aposento alto? Algunas personas han dicho que esto es una contradicción, pero no lo es. Esto quiere decir que estaban en el Templo cuando se suponía que estuvieran allí. ¿Cuándo se suponía que estuvieran allí? En las horas de oración. ¿Cuáles son las horas de oración? Estas las conocemos de los pasajes en el Antiguo Testamento al igual que las costumbres modernas de los judíos y también de los mahometanos. Hay cinco horas de oración a las cuales se refiere la Biblia, que corresponden aproximadamente a nuestras 6 a.m., 9 a.m., 12 del mediodía, 3 p.m., y 6 p.m.

El relato completo del derramamiento del don proveniente del Espíritu Santo en el día de Pentecostés está escrito en Hechos 2: 1-13. Los versículos 14-47 del mismo capítulo asientan lo que Pedro dijo a la multitud reunida a modo de explicación de lo que había pasado. El principio del discurso de Pedro, como aparece en el versículo 15, establece la hora exacta marcando el punto culminante del derramamiento: “Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día”. La hora tercera del día era una hora de oración, correspondiente a nuestras 9 a.m.

¿Dónde fue vertido el don de Espíritu Santo? No en el aposento alto, porque el aposento alto era la vivienda de los apóstoles, sino en el Templo, la casa de Dios, el lugar donde ellos estaban “siempre” en las horas de oración. Esta documentación de “la hora tercera del día” nos da la hora exacta, al igual que el lugar, donde el don proveniente del Espíritu Santo fue recibido. Ninguna interpretación privada puede cambiar la verdad según está asentada claramente en la Escritura.

En algún momento entre las horas primera y tercera, en el día de Pentecostés, el derramamiento del don proveniente del Espíritu Santo ocurrió  exactamente según está escrito en Hechos 2:1-4. Las horas primera y tercera del día eran horas de oración cuando los apóstoles no hubieran estado en el aposento alto, sino en el Templo.

La razón por la cual todos hemos creído que Pentecostés sucedió en el aposento alto es que hemos sido enseñados erróneamente. Yo creo que fuimos enseñados esto a causa de las palabras “la casa” usadas en Hechos 2:2. Lean este pasaje cuidadosamente y noten que no dice que llenó todo el aposento alto donde estaban sentados. Específicamente dice que “llenó toda la casa donde estaban sentados”. Jesucristo mismo habló del Templo como “la casa”, “Su casa”; en Lucas 19:46, él dijo: “Mi casa es casa de oración…” Esta última declaración es un eco de lo escrito por el profeta Isaías en donde el Señor llamó Su casa una casa de oración.

Isaías 56:7:
Yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.

Dios había prometido a través de los años que Él Se encontraría con Su pueblo en el Templo; y así en el día de Pentecostés Él vino a Su casa y dio su don de pneuma hagion a los apóstoles en espera. Estas noticias, de acuerdo con Hechos 2:6, hicieron “estruendo”, y una multitud se juntó para ver y oír lo que estaba sucediendo. El aposento alto no hubiera podido acomodar una multitud, pero una multitud se podía juntar en el Templo, la casa de oración.

Para aquellos de nosotros que sinceramente creemos que la Palabra de Dios es la Voluntad de Dios, y que quiere decir lo que dice  y dice lo que quiere decir, no puede haber duda acerca del momento y el lugar del suceso de Pentecostés.

Antes de considerar específicamente los versículos en Hechos 2, palabra por palabra y línea por línea, debemos dedicarnos a una observación más de la Palabra de Dios. Aún necesitamos saber quiénes y cuántos estaban presentes para recibir el derramamiento en Pentecostés.

Para documentar esta verdad debemos regresar a Hechos 1:15 donde leemos: “En aquellos días…” ¿Qué días? Los días entre la ascensión y Pentecostés mientras los apóstoles esperaban la promesa del Padre.

Hechos 1:15:
Y en aquellos días Pedro levantándose en medio de los hermanos (y los reunidos eran como  ciento y veinte en número)…

“En aquellos días”, antes del día de Pentecostés, Pedro se levantó y “los reunidos eran como ciento veinte”. Esto dice específicamente que Pedro se levantó aquí durante el intervalo entre la ascensión y Pentecostés, y en ese momento había “…como ciento veinte”. Es sorprendente la importancia de esto para cualquier estudiante de la Biblia que sinceramente quiere dividir correctamente la Palabra de Dios y entenderla. En uno de esos días, antes del derramamiento, cuando había como ciento veinte presentes, Pedro les habló con respecto a la selección de uno de ellos para remplazar a Judas y ser uno de los doce apóstoles. Este fue el cumplimiento de la Escritura. Después de haber orado, de acuerdo con Hechos 1:26: “les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles”. En el siguiente versículo, Hechos 2:1, la primera palabra en el texto griego es kai que significa “y”. Esta es una conjunción que enlaza los acontecimientos concernientes a la selección de Matías como apóstol con los acontecimientos de Pentecostés, “[Y] cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos…” “Todos” ¿quiénes? “Todos” se refiere al sustantivo asociado más cercano que es los once apóstoles y Matías que fue contado con ellos.

No hay ningún pasaje en la Biblia que diga que había ciento veinte personas reunidas en el aposento alto el día de Pentecostés esperando para recibir el don proveniente del Espíritu Santo. Esto es altamente significativo para un entendimiento de los sucesos ocurridos en el derramamiento proveniente del Espíritu Santo.

Hechos 2:1-4:
[Y] Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos [los doce apóstoles] unánimes juntos [en el Templo].

Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa [el Templo] donde estaban [los doce apóstoles] sentados;

y se les aparecieron [a los doce apóstoles] lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.

Y fueron todos [los doce apóstoles] llenos del Espíritu Santo [pneuma hagion], y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu [el pneuma] les daba que hablasen.

En la ocasión del derramamiento en el día de Pentecostés, sólo los doce apóstoles recibieron en manifestación el don proveniente del Espíritu Santo. En los versículos 6 y 7  tenemos el relato de una multitud reuniéndose para ver y oír lo que sucedía.

Hechos 2:6,7:
Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.

Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?

Esto es una prueba más de que sólo los doce apóstoles recibieron el don, porque no todos los discípulos que constituían el grupo de cómo ciento veinte tenían que ser necesariamente galileos; pero Matías y los otros once apóstoles eran galileos. El versículo 14 añade más luz y penetración.

Hechos 2:14:
Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once…

Esto está de acuerdo con el relato de que Matías fue contado con los once apóstoles, haciendo doce. Las palabras “estaban todos”, “estaban sentados”, “se les aparecieron”, “cada uno de ellos”, “fueron todos llenos”, “comenzaron” y “les daba que hablasen”, que aparecen en Hechos 2:1-4, se refiere a los doce.

No hay duda, no hay pregunta, no hay discusión acerca de qué fue dado el día de Pentecostés – pneuma hagion, poder desde lo alto – ni acerca de dónde ocurrió el derramamiento proveniente del Espíritu Santo – en el Templo; ni hay pregunta acerca de quién recibió el derramamiento en Pentecostés, a saber, los doce apóstoles. Esto elimina todas las adivinanzas y simplemente permite a la Palabra de Dios ser la Voluntad de Dios, pues dice lo que quiere decir y quiere decir lo que dice.

Ahora estamos listos para leer con precisión el relato en los primeros cuatro versículos de Hechos 2.

Hechos 2:1:
[Y] Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos [los doce apóstoles] unánimes juntos [en el Templo].

El derramamiento del don proveniente del Espíritu Santo en Pentecostés había estado en camino desde la caída del hombre relatada Génesis 3, pero nunca “llegó” hasta el día de Pentecostés. A través del Antiguo Testamento vemos varias manifestaciones del Espíritu en operación y vemos el orden del programa de Dios haciendo ocurrir la venida del poder proveniente del Espíritu Santo; pero el don nunca llegó  hasta Pentecostés, acerca de lo cual leemos en Hechos 2. En este día los doce apóstoles estaban en el Templo porque era una hora de oración, y estaban todos unánimes; estaban todos con unidad de propósito; estaban orando.

Versículo 2:
Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba…

La palabra “cielo” está usada en la Biblia queriendo decir cualquier lugar sobre la tierra. El estruendo “como de un viento que soplaba” por lo tanto vino de sobre la tierra. Un traductor lo ha traducido más precisamente como: “Vino del cielo un sonido de un fuerte respirar”.*

* Pnoês no es “un viento”, sino “un respirar”.            

Esto está de acuerdo con lo que Jesús dijo a los apóstoles, según aparece en el Evangelio de Juan antes del día de la ascensión.

Juan 20:22:
Y habiendo dicho esto, sopló [aspiró], y les dijo: Recibid el Espíritu Santo [pneuma hagion].

¿Hubieran podido recibir los discípulos el don proveniente del Espíritu Santo en aquel momento? No, pues fue antes de Pentecostés cuando Jesús dijo esto. Y hay una ley absoluta para el mundo espiritual al igual que en el mundo natural, y esa es que nadie puede recibir nada antes de que esté disponible. El poder proveniente del Espíritu Santo o el don proveniente del Espíritu Santo no estaba disponible hasta el día de Pentecostés, de otro modo Jesús no les hubiera tenido que decir que esperasen. Entonces, ¿qué hacía Jesús de acuerdo a Juan 20:22? Estaba instruyendo a sus discípulos: “…sopló [aspiró]…” Él les estaba diciendo qué hacer cuando el momento llegara; se suponía que aspiraran con fuerza en el momento apropiado.

Hechos 2:2:
..el cual llenó [¿Qué llenó? Este fuerte respirar de los apóstoles.] toda la casa [el Templo] donde estaban sentados.

Los apóstoles en el Templo estaban en la postura común de la hora de oración. No estaban gritando; no estaban haciendo ruidos fuertes ni rogando ni suplicándole a Dios. Estaban sentados. Por favor recuerden que la Palabra de Dios dice: “estaban sentados”. En otras palabras, estaban decentes y en orden como todas las cosas deben ser si van a estar de acuerdo con la precisión de la Palabra de Dios. Sin embargo, la postura no tiene nada que ver con recibir algo de parte de Dios. Los dones espirituales no dependen de costumbres o formatos hechos por el hombre. Recibimos de parte de Dios por nuestra creencia.

Versículo 3:
y se les aparecieron [a los doce apóstoles] lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.

No dice que las lenguas repartidas eran fuego, pero parecían como de fuego. “Lenguas repartidas como de fuego” es el fenómeno que ocurrió en el día de Pentecostés.

La diferencia entre fenómenos y lo que la Palabra de Dios garantiza a todos debe ser comprendida. Lo que Dios ha prometido en su Palabra Él no es sólo capaz de hacer, sino que Él lo hará cada vez que una persona crea. En otras palabras, cada promesa en la Palabra de Dios está disponible y accesible a cada creyente en el momento en que él cree. Esto está garantizado. Dios no puede romper Su Palabra cuando creemos. Nada que esté garantizado en la Palabra de Dios y que esté hecho disponible a cualquiera y a todos los que quieran creer es un fenómeno. Dios no hace acepción de personas, sino de condiciones solamente. Cuando llenamos las condiciones, Su Palabra siendo Su voluntad se manifiesta.

Pero Dios, siendo Todopoderoso, puede ir más allá de Su Palabra al tratar con la gente. Cuandoquiera y dondequiera que Dios vaya más allá de lo que está garantizado a un creyente en su Palabra, tales manifestaciones son fenómenos. Pero esos sucesos que vayan más allá de la garantía no pueden contradecir Su Palabra revelada. En esas ocasiones en la Palabra de Dios, y sólo en esas ocasiones cuando Dios va más allá de los que está garantizado a todos,  es un fenómeno lo que sucede.

Por ejemplo, la escritura en la pared en la fiesta de Belsasar fue un fenómeno, porque no está garantizado en la Palabra de Dios que cada vez que un rey malvado tenga una fiesta va haber mensajes escritos en la pared. Es la prerrogativa de Dios el darle a cualquier hombre o a cualquier creyente fenómenos si Él así lo desea. Pero Él no puede hacer menos de Su Palabra cuando un hombre cree. Dios puede hacer más, y si lo hace y cuando lo hace por cualquier individuo, es siempre un fenómeno.

El fenómeno en el día de Pentecostés fue que “les aparecieron [a los doce apóstoles] lenguas repartidas como de fuego”. “Las lenguas repartidas como de fuego” no les están garantizadas a todo creyente; por lo tanto, es un fenómeno. Esta verdad que les he expuesto encaja con toda presentación fenomenal de Dios a través de toda la Palabra de Dios.

En la frase “lenguas repartidas como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos”, la palabra “asentándose” es muy interesante. Según estudiamos la Palabra de Dios, descubrimos que en un número de ocasiones cuando algo estaba terminado, totalmente completado, se usa la palabra “asentándose”. Por ejemplo, después de seis días de creación, Génesis 2:2 dice: “y [Dios] reposó [se asentó]”. La actividad creativa de Dios estaba totalmente terminada. Después de que Jesucristo había dado su vida, había sido resucitado y había ascendido al cielo, él quedó “sentado a la diestra de Dios”, como relata Hebreos 10:12. Cuando la redención del hombre fue completada, Jesucristo quedó “sentado”

En el día de Pentecostés el don proveniente del Espíritu Santo “llegó”, en su totalidad – no faltaba nada. Por eso Hechos 2:3 dice: “…asentándose sobre cada uno de ellos” El derramamiento fue completo – fue de lleno. Desde entonces Dios nunca ha dado más porque Él dio el paquete completo en el día de Pentecostés. Hoy cada persona que así lo desee puede ser renacido y lleno del don proveniente del Espíritu Santo porque éste está aquí.

Versículo 4:
Y fueron [los doce apóstoles] todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

Fueron todos llenos de pneuma hagion, el don proveniente del Donador. Ni uno fue omitido. Ni uno recibió menos que otro, ni ninguno recibió más.

La palabra “del” en la frase “llenos del Espíritu Santo” es una contracción de las palabras “de” y “el”. El articulo “el” precediendo pneuma hagion en Hechos 2.4, no se encuentra en ninguno de los textos críticos griegos. Los traductores de la Versión Reina-Valera añadieron el artículo. La Palabra dice específicamente que fueron todos llenos de pneuma hagion. En Hechos 1:4 y 5 y en Lucas 24:49, aprendimos que los apóstoles fueron instruidos a esperar el poder desde lo alto. Ellos obedecieron la Palabra de Dios y fueron llenos del don proveniente del Donador, que es poder espiritual inherente, dunamis, el nuevo nacimiento, “Cristo en vosotros”. Los apóstoles fueron todos llenos del don. Y una vez que una persona tiene el don, lo puede operar y poner en manifestación. El versículo 4 dice esto.

Hechos 2:4:
…todos…comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

¿Quiénes comenzaron a hablar? Los doce apóstoles comenzaron a hablar. El verbo “comenzaron” está en tercera persona plural en el versículo 4 y enfatiza la verdad de que fueron los doce apóstoles los que comenzaron a hablar – no el Espíritu Santo. El Espíritu Santo no comenzó a hablar pues dice que los apóstoles “comenzaron a hablar…” Los doce apóstoles que acababan de recibir el don hablaron por medio del poder de Dios que se les acababa de dar como un don. Y cuando comenzaron a hablar, hablaron “en otras lenguas…”

Habiendo recibido el don, pneuma hagion, ellos tenían entonces la habilidad de manifestar externamente el poder inherente que habían recibido, y hablaron en lenguas un idioma desconocido a su entendimiento. La razón por la cual los apóstoles podían hablar en otras lenguas era que habían recibido el don proveniente de Dios; ellos no habían recibido el don de hablar en lenguas, sino el don de pneuma hagion, espíritu santo. Esta verdad es importantísima. Fueron los apóstoles por sí mismos quienes hablaron pero lo que hablaron fue “según el Espíritu [el pneuma] les daba que hablasen”. ¿Le dio el Espíritu a las mentes de los apóstoles las palabras que ellos hablaron? No. Dios siendo espíritu solamente le puede hablar al espíritu.

Pentecostés fue la primera vez en la historia que hombres habían sido renacidos y llenos del poder proveniente del Espíritu Santo, haciendo posible que Dios le comunicara a los espíritus de ellos lo que sus mentes no comprendían. Así ellos pusieron en evidencia el don a través de la manifestación de hablar en lenguas. El gran milagro de Pentecostés no fue el hecho de que los apóstoles hablaron en lenguas, sino lo que hablaron, que fue “según el Espíritu les daba que hablasen”. ¡Qué versículo tremendo y preciso! Es sorprendente como Satanás pudo haber cegado nuestros ojos a esta simple, pero grande y magnifica verdad tan bellamente expresada en este versículo.

En cuatro versículos de la Palabra de Dios nos informa del maravilloso derramamiento del don proveniente del Espíritu Santo en el día de Pentecostés. Hechos 1:5 predice este evento especifico que ocurrió de una vez y para siempre: “Vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo [pneuma hagion]”. Y entonces Hechos 2:1-4 relata el momento histórico de ese suceso. Noten cuidadosamente que después de Pentecostés no hay instrucciones de esperar para recibir el don proveniente del Espíritu Santo. Ya que Dios dio pneuma hagion como un don, este pneuma hagion está aquí para que cualquiera reciba en cualquier momento.

Versículo 5:
Moraban entonces en Jerusalén judíos,* varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.

* La palabra “judío” y sus derivados según se usan en la Versión Reina-Valera deben entenderse siempre con significado “de Judea” o “de la religión de Judea”. La palabra “judío” tiene varios significados modernos que no se aplican a los eventos bíblicos.

Es importante notar que de acuerdo a la Palabra de Dios, judíos por religión (de la religión de Judea) eran los únicos presentes en el día de Pentecostés, y fueron los únicos que recibieron el don proveniente del Espíritu Santo en aquel momento. Los doce apóstoles eran galileos. Había muchos otros presentes en Jerusalén en aquel tiempo porque era la Fiesta judía de Pentecostés, de la cual se habla en el Antiguo Testamento como la Fiesta de las semanas o la Fiesta de las primicias (primeros frutos). Más tarde veremos como se da el don proveniente del Espíritu Santo a los gentiles, pero no en el momento del histórico derramamiento en Pentecostés.

Versículo 6:
Y hecho este estruendo…

La importancia de este derramamiento fue tan sorprendente para aquellos judíos, “varones piadosos”, que estaban presentes para esta Fiesta de Pentecostés, que noticias de lo que había ocurrido en el Templo se divulgaron a través de la ciudad como un reguero de pólvora.

Versículo 6:
…se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.

Lo que confundió a estos hombres fue lo que estos doce apóstoles hablaban en lenguas, como dice en el versículo 4. Las lenguas en las cuales estaban hablando les eran desconocidas a los doce apóstoles, pero las lenguas no les eran desconocidas a los oyentes. Cada uno de los “varones piadosos” oyó a los apóstoles  “hablar en su propia lengua”. La explicación de esto es muy sencilla. Los apóstoles fueron los que hablaron en lenguas, pero lo que hablaron no vino de sus mentes ni de conocimiento humano. Este es el milagro de Pentecostés: que los oyentes entendieron todo lo que los apóstoles estaban hablando en lenguas. Lo que los apóstoles hablaron fue proveniente de Dios que es el Espíritu Santo. Ellos hablaron “según el Espíritu les daba que hablasen”. La acción de hablar era responsabilidad de los apóstoles. Lo que ellos hablaron era responsabilidad de Dios.

Versículo 7,8:
Y estaban [la multitud que se juntó] atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?

¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?

¿De qué estaban atónitos y maravillados? Estaban maravillados al oír sus propios idiomas y dialectos hablados por estos apóstoles galileos, cuya lengua nativa era el arameo norteño.* En aquel tiempo los otros Judíos (de la religión de Judea) tenían muy poco respeto por los galileos pero en esta ocasión su fluidez al hablar en lenguas fue algo sorprendente que no podía ser negado. El hecho de que los apóstoles hablaran en lenguas que les eran extrañas a sí mismos pero reconocibles a la multitud visitante fue en verdad unos de  los milagros de Pentecostés.

*Estos galileos no conocían ningún idioma más que el suyo. El arameo norteño era diferente del arameo sureño, y en el tiempo de la crucifixión fue la forma de hablar de Pedro lo que hizo que la criada lo identificara como uno de los discípulos de Jesús. (Mateo26:73).

Los próximos 3 versículos enumeran la gente que estaba presente proveniente de las varias naciones del mundo.

Versículos 9-11:
Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia,

en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos,

cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.

¿Qué les oyeron hablar? Oyeron a los doce apóstoles que hablaban en lenguas “hablar las maravillas de Dios”. Cuando hablamos en lenguas, que es la evidencia externa en el mundo de los sentidos de la presencia interna del don proveniente del Espíritu Santo, nosotros también hablamos “las maravillas de Dios”. Los judíos que dieron este testimonio con respecto a los galileos que hablaban en lenguas, no habían ellos mismos renacido todavía del Espíritu de Dios, ni tenían amor en sus corazones hacia los galileos; sin embargo su testimonio de lo que estaba ocurriendo era innegable: estos hombres hablaban las maravillas de Dios.

Versículo 12:
Y estaban todos atónitos [como fuimos informados en el versículo 7] y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?

Naturalmente que estaban perplejos porque no podían entender cómo galileos podían hacer esto; y cuando una persona no entiende, no puede hacer otra cosa sino estar perplejo. Esos judíos sinceros preguntaron sorprendidos: ¿Qué significa esto? ¿Cuál es su propósito?  ¿De qué se trata?

Versículos 13,14:
Mas otros, burlándose, decían [aquellos que simplemente eran insinceros, se burlaron y dijeron]: Están llenos de mosto.

Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once [de nuevo los doce apóstoles], alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

En otras palabras, Pedro se levantó con los once y habló en nombre de todos los doce apóstoles. Él dirigió sus palabras a los varones judíos y a todos aquellos que estaban habitando en Jerusalén en este tiempo de la Fiesta judía de Pentecostés. El propósito de los burladores era mofarse de los apóstoles – hacer que se vieran ridículos. Pedro ignoró su escarnio y respondió como si fuera una seria acusación; de este modo toda su burla y toda su mofa perdió su impacto sobre los creyentes

Versículo 15:
Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.

Las nueve de la mañana, que era una hora de oración, era demasiado temprano para que estuvieran ebrios.*

*La acusación burlona del versículo 13-“Están llenos de mosto” – plantea la cuestión de si este “mosto” era de contenido alcohólico, “vino”, o simplemente era el jugo de uvas exprimidas recientemente, “mosto”, entendido en su sentido normal. De todos los varios textos y traducciones que he estudiado,  no he podido adquirir suficiente evidencia como para hablar conclusivamente en cuanto a esta situación.
 En el versículo 13 en la frase “llenos de mosto”, ¿Por qué se usa la palabra “mosto”?
¿Es el “mosto” más intoxicante que el vino? Ciertamente que no. Pero el versículo 15 entonces presenta un problema, ya que Pedro dice: “…éstos no están ebrios, como vosotros suponéis”.
¿Por qué la gente los supondría ebrios si era solamente jugo de uva lo que estaban tomando? “…Es la hora tercera del día” complica la cosa porque ellos nunca celebran con las primicias de jugo nuevo de uvas temprano en la mañana sino siempre después de la duodécima hora (6 p.m).
Jeremías 25:10 tiene una presentación descriptiva que puede ser entendida solamente cuando entendemos las costumbres y prácticas orientales. “Y  haré que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de desposado y la voz de desposada, ruido de molino y luz de lámpara”.
La gente oriental celebra dando gracias, cantando, dando palmadas y tocando tambores en las primicias del maíz y del arroz. Se reúnen en la era al finalizar el día, cocinan algunas de las primicias del maíz o del arroz, se las comen y se regocijan. Esta es la “voz de gozo”.
La “voz de alegría” es las primicias de la cosecha de uvas, cuando se reúnen después de la comida vespertina, exprimen el jugo de algunas de las primicias de las uvas, llamado “mosto”, lo beben, y de su corazón se regocijan, cantando y alabando a Dios en voz alta.
La “voz de desposado” es: Juan 14:1-4.
La “voz de desposada” es: Ruth 3:5.
El “ruido del molino” se refiere al moler de trigo o maíz al rodar la muela superior del molino.
La “luz de lámpara” se refiere a aquella lámpara que está encendida perpetuamente y que nunca se permite que se apague. Representando la presencia de Dios que es luz Eterna.

Versículo 16:
Mas esto es lo dicho por el profeta Joel.

La pregunta naturalmente surge acerca de que es “esto” y que es “lo”. Una traducción literal y precisa de acuerdo con el uso en el contexto seria:”Mas esto es como aquello que fue dicho por el profeta Joel”. La palabra “mas” pone a lo que sigue en contraste. La palabra “esto” es enfática, indicando que la cita de Joel 2:28-32 se usa para probar que la acusación de ebriedad en el caso del actual recibimiento del pneuma hagion no tiene ningún fundamento así como tampoco una acusación de ebriedad tendría fundamento en el caso de la profecía de Joel acerca del derramamiento futuro. La palabra “después” en Joel 2:28 traducida “en los postreros días” en Hechos 2:17, indica que la profecía de Joel no está citada para probar que esta experiencia presente era su cumplimiento. Más bien, está citada para mostrar que al igual que la escena futura profetizada no podía ser atribuida a ebriedad, así esta escena presente no podía ser atribuida a ebriedad tampoco.

Luego Pedro prosigue a dar un mensaje comenzando en el versículo 17 de Hechos 2. A menudo me maravillo con este mensaje porque Pedro no tuvo tiempo de ir a su oficina y preparar su sermón antes de leer el manuscrito a sus críticos. Entonces, ¿cómo le fue posible salir de repente con tal presentación como la que encontramos en los versículos 17 y siguientes de este segundo capítulo de Hechos? La respuesta es muy simple. En primer lugar, él había estudiado la Palabra de Dios antes de esta hora; y segundo, él estaba ahora lleno del poder, el don, proveniente del Espíritu Santo, Jesús había dicho que hombres llenos del don de Dios no necesitarían preocuparse por lo que dirían, pues en esa misma hora les sería dado. El mensaje de Pedro en su idioma es casi profecía pura, no prediciendo sino proclamando en esta instancia.

Recuerden que el mensaje de Pedro estaba dirigido específicamente a los judíos por religión. En el versículo 36 Pedro se acerca a la conclusión de su mensaje.

Hechos 2:36:
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

Otra verdad que me sorprendió fue el cambio en la personalidad de Pedro. Unas cuantas semanas antes de esto, en el tiempo de la crucifixión de nuestro señor y salvador Jesucristo, Pedro, que le había dicho al señor cara  a cara: “no te negaré”, lo había negado y también había huído cuando los soldados vinieron a capturar al señor. Después de la resurrección, Pedro, con el resto de los apóstoles, estaba tras puertas cerradas “por miedo de los judíos”, como dice Juan 20:19. Ahora Pedro se para calmadamente ante estos mismos judíos y los acusa con palabras enérgicas: “este Jesús a quien vosotros crucificasteis”. Él no dice: “a quien nosotros crucificamos” sino “a quien vosotros crucificasteis”.

Eso que cambió a Pedro de un discípulo vacilante a un apóstol que era absolutamente intrépido y atrevido fue el recibir el don proveniente del Espíritu Santo en el día de Pentecostés. El pasaje en Hechos 2 es lo único que se encuentra entre la resurrección y el denuedo de Pedro como lo encontramos relatado en este versículo trigésimosexto. Lo único que yo he visto que remueve el miedo, cambiando un alma temerosa a una que es audaz y confiada, es el recibir el don proveniente del Espíritu Santo.

Versículo 37:
Al oír esto [aquellos de la casa de Israel, judíos por religión], se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Cuando los judíos oyeron el milagro de los galileos hablando en lenguas “las maravillas de Dios”, estuvieron sorprendidos y preguntaron: “¿Qué quiere decir esto?” Ahora bajo el poderoso sermón de Pedro estaban convencidos de su culpa de haber crucificado a Jesús y dijeron: “¿qué haremos?”

Versículos 38:
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón [debe ser “remisión"] de los pecados...

Pedro les instruyó a arrepentirse. Cuando nos arrepentimos recibimos la remisión de pecados; no perdón, sino remisión. Todos los pecados que están sobre el individuo que se arrepiente son remitidos, borrados en el momento de la salvación.*

*”Arrepentirse” no es confesar sus pecados, sino confesar al que salva del pecado, el Señor Jesucristo. La confesión de pecados es obras; por lo tanto, arrepentimiento no puede ser sinónimo de confesión de pecados pues Efesios 2:8 y 9 nos dicen que la salvación es por gracia, no por obras, “Arrepentirse” es confesar con su boca el señor Jesús y creer en la parte más interna de su ser que Dios levantó a Jesucristo de entre los muertos. Pues con la parte más interna de su ser, ustedes creen para justicia y con su boca se confiesa para salvación (Romanos 10:9,10), Así pues, el arrepentimiento es para el pecador no salvo; la confesión de pecados es para el pecador salvo (1 Juan 1:9).
Un hombre natural está muerto en delitos y pecados sin Dios y sin esperanza en el mundo, cuando confiesa con su boca el señor Jesús, creyendo que Dios lo levantó de entre los muertos, él es bautizado en el nombre de Jesucristo. Este bautismo es vida eterna. Cristo en ustedes, la esperanza de gloria, y sucede una sola vez. Así pues, el nuevo nacimiento es ser bautizado en el nombre de Jesucristo que incluye todo lo que ese nombre representa.

Versículo 38:
…y recibiréis [lambanō, recibir en manifestación] el don del [proveniente del] Espíritu Santo [pneuma hagion].

La aseveración especifica de Pedro, “y recibiréis”, en este uso gramatical significa: “y recibiréis [absolutamente; lambanō, manifestar, mostrar en evidencia] el don del [proveniente del] Espíritu Santo [pneuma hagion]” quien es el Donador. En otras palabras, Pedro dijo que uno que se arrepiente recibe remisión de pecados, y entonces él debería absolutamente manifestar, lambanō, hablando en lenguas. Esto fue lo que los apóstoles manifestaron en el día de Pentecostés cuando recibieron el don, espíritu santo, proveniente del Donador, Espíritu Santo.

¿Cuál fue la evidencia en el mundo externo de los sentidos de que el don proveniente del Espíritu Santo había sido recibido en Pentecostés? La evidencia fue hablar en lenguas. En esta ocasión cuando Pedro estaba predicando, el hablar en lenguas era todo lo que Pedro conocía como evidencia de lo que prosigue cuando un hombre es renacido y recibe remisión de sus pecados; entonces un creyente debería manifestar, lambanō, el don, hablando en lenguas.

Noten cuidadosamente que en el día de Pentecostés, en el derramamiento del don proveniente del Espíritu Santo, Pedro dio un sermón a la gente reunida. Él no tuvo tiempo de preparar un manuscrito. Él simplemente habló la maravillosa palabra de Dios como le fue dada, que tanto conmovió a los oyentes que dijeron: “que haremos?” Pedro no respondió: “Sean bautizados en el Espíritu Santo”. Él sabía por revelación divina que el bautismo del o proveniente del Espíritu Santo había sido dado a él y a los otros apóstoles, y desde Pentecostés en adelante no habría cuestión de ser dado el don de Dios otra vez, sino sólo cuestión de un hombre recibir lo que ya había sido dado. Por lo tanto, Pedro les instruyó a arrepentirse, ser bautizados en el nombre de Jesucristo para la remisión de sus pecados, “y recibiréis [lambanō] el don del [proveniente del] Espíritu Santo [pneuma hagion]”, No hay más bautismo del espíritu santo, ahora es un recibimiento de lo que Dios hizo disponible el día de Pentecostés. Aquí hay una verdad tremenda que debe ser reconocida de acuerdo con la precisión de la Palabra de Dios. Frecuentemente hoy en día todavía oímos gente hablando de ser  “bautizados con el Espíritu Santo”. Deberíamos saber, si estamos leyendo las Escrituras con precisión, que la frase “bautizados con el Espíritu Santo” no se usa nunca en la Palabra después del día de Pentecostés* ¡Más de mil novecientos años de tener la Palabra revelada de Dios y algunos aún no la leen con precisión! Algunas personas están más influenciadas por la tradición que por las enseñanzas de las Escrituras.

*Hechos 11:16 usa estas palabras, pero como una cita aludiendo al suceso relatado en Hechos 2.

Versículo 2:39:
Porque para vosotros [Israel] es la promesa, y para vuestros hijos [los hijos de Israel], y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

¿No es maravilloso? Pedro aquí explica que la promesa según dada en el versículo 38 es primero a Israel y a los hijos de Israel, entonces a todos los que crean. “Para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”. ¿Les ha llamado Dios? Si ustedes se han arrepentido y han recibido remisión de pecados, si ustedes son cristianos, renacidos de Su Espíritu, Dios les ha llamado. La promesa es que recibiréis, lambanō, el don proveniente del Espíritu Santo si oyen Su voz y Le aceptan. Como resultado, por lo tanto, les será dado poder para manifestar, lambanō, la realidad interna de la presencia del don hablando en lenguas “las maravillas de Dios”.