SEGUNDA SECCION
El
Libro de Hechos tiene cinco relatos que cuentan la recepción del don
proveniente del Espíritu Santo ya sea por individuos o por grupos. Estos cinco
relatos muestran etapas progresivas en la recepción del espíritu santo y
contienen toda la información necesaria para que uno reciba el don proveniente
del Espíritu Santo. Estudiaremos cada uno de estos relatos detalladamente.
CAPÍTULO 6
Un Estudio de Hechos 1 y 2
Antes
de estudiar el relato en Hechos 2, que es el derramamiento original del don del
Espíritu Santo, debemos procurar entender tres cosas, a saber: qué fue lo que
vino en el día de Pentecostés, dónde ocurrió y quién estaba presente para
recibir.
Primero
nos dedicaremos a la tarea de descubrir exactamente qué fue lo que vino en el
día de Pentecostés.
Hechos
1:4:
Y
estando juntos, [Jesús] les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que
esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
El
momento de este versículo es en el día de la ascensión, que fue 40 días después
de la resurrección cuando Jesús estaba reunido con sus apóstoles y les estaba
dando instrucciones de último momento antes de su partida. Él los instruyó, es
más, él les ordenó, que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la
promesa del Padre.
Ustedes
y yo, mirando hacia atrás, sabemos que Pentecostés fue diez días después de la
ascensión, pero los apóstoles mirando hacia delante, no sabían exactamente
cuándo esta promesa del Padre iba a ser cumplida. Por lo tanto, ellos fueron
instruidos a esperar o quedarse.
¿Qué
debían esperar? La Palabra de Dios decía que “esperasen la promesa del Padre,
la cual…oísteis de mí”.
En
Hechos leemos acerca del bautismo del Espíritu Santo.
Hechos
1:5:
Porque
Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con [la
palabra griega es en, el equivalente
de “en”] el Espíritu Santo [pneuma hagion] dentro
de no muchos días.
Así
pues, lo que sea ser bautizados en pneuma
hagion, espíritu santo, es igual a la promesa del Padre. O, viceversa, “la
promesa del Padre” en el versículo 4 es igual a ser “bautizado en pneuma hagion”.
La
razón por la cual Jesús ordenó a los apóstoles a esperar fue porque el don no
había sido dado. Si ustedes recibieran instrucciones de que el próximo martes
van a recibir un regalo de un amigo muy querido, entonces sería necesario para
ustedes esperar hasta el próximo martes porque el regalo no estaría disponible
hasta entonces. Así fue con el recibimiento del espíritu santo.
Sabemos
por medio de la Palabra de Dios que una vez que el don fue dado en el día de
Pentecostés, que fue diez días después de la ascensión, no hay instrucciones para ninguna persona de
que espere para recibir el don. La enseñanza de que nosotros, en este día y en
esta era, debemos esperar para recibir cualquiera de los dones de Dios, es
contraria a la Palabra de Dios. Por ejemplo, la salvación es un don y está
disponible inmediatamente. No necesitamos esperar para ser salvos porque la
salvación es una realidad obtenible en el presente.
El
Evangelio de Lucas, que fue escrito por la misma persona que escribió el Libro
de Hechos, dice en el capítulo 24, versículo 49: “He aquí, yo enviaré la
promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de
Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”. En Hechos, los
apóstoles fueron instruidos a no irse de Jerusalén sino a “esperar la promesa
del Padre, la cual…oísteis de mí”. En el versículo 5 de Hechos 1, Jesús dijo:
“vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”. En
estos versículos de la Escritura está claro que “la promesa del Padre” y el
poder con el cual ellos iban a ser “investidos…desde lo alto”, se referían a la
misma cosa: el bautismo con pneuma
hagion, espíritu santo.
El
axioma matemático: “cosas iguales a una misma son iguales entre sí” se puede
aplicar aquí:
la promesa del Padre (Hechos 1:4)
es igual a
ser bautizados con pneuma
hagion (Hechos 1:5)
es igual a
investidos con poder desde lo alto (Lucas 24:49).
La
palabra “investidos” es “vestidos con” o “ataviados con”. “Poder” es la palabra
griega dunamis, No es poder
manifestado automáticamente; es poder inherente. Ellos iban a ser investidos
con poder desde lo alto.
Tres
versículos eliminan todas las conjeturas acerca de lo que vino en el día de
Pentecostés. No podía ser el Espíritu Santo porque el Espíritu Santo es Dios.
Él ha sido desde el principio y Él es el Donador; Él da lo que Él es. Dios es pneuma, Espíritu; Dios es hagion, Santo. Por lo tanto, dando lo
que Él es, Su don el día de Pentecostés fue pneuma
hagion que está explicado en Lucas 24:49, ser “investidos con poder desde
lo alto”. Esto es vitalmente informativo e instructivo. Nos dice exactamente lo
que es ser bautizados con espíritu santo. Es ser vestidos, no externamente sino
internamente, con dunamis, poder
inherente. Este poder es Su poder, que es espíritu. La Palabra nos dice de
dónde vino: de “lo alto”, eso es, de Dios. Así pues, estos tres versículos, dos
de Hechos y uno de Lucas, reúnen la gran exactitud de la Palabra de Dios acerca
de exactamente qué fue recibido en Pentecostés, lo cual está descrito en el
segundo capítulo de Hechos. No hay lugar para interpretación privada en cuanto
a lo que fue dado. Estos versículos de la Escritura revelan todo lo que puede
ser sabido.
Continuando
la lectura en Lucas 24, vemos que Jesús guió a los apóstoles a Betania.
Lucas
24:50-52:
…y
alzando sus manos, los bendijo.
Y
aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al
cielo.
Ellos,
después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo;
Los
apóstoles llevaron a cabo literalmente las instrucciones de su señor y salvador
al regresar a Jerusalén para esperar hasta ser “investidos con poder desde lo
alto”, que es “la promesa del Padre”, que es ser “bautizados con [pneuma hagion] espíritu santo”.
Volviendo
a Hechos 1, leemos la instrucción que Jesús dio a los apóstoles.
Hechos
1:8:
Pero
recibiréis [lambanō, recibir en
manifestación] poder [dunamis, poder
inherente], cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo [el hagion pneuma], y me seréis testigos en
Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Jesús
instruyó a los apóstoles que esperasen hasta ser investidos con poder desde lo
alto, y entonces ellos mostrarían este poder (lambanō). Nadie puede mostrar poder espiritual en el mundo de los
sentidos hasta que lo haya recibido espiritualmente. En otras palabras, una
persona debe ser salva, renacida del Espíritu de Dios, llena con el poder
proveniente del Espíritu Santo, antes de que pueda manifestar la evidencia del
espíritu santo en el mundo de los sentidos. Jesús dijo que después de que, o
cuando, ellos recibieran este poder desde lo alto, entonces le serían testigos.
Esta es una gran verdad. Los apóstoles no habían de ser abogados defensores.
Ellos habían de ser testigos.*
* Fueron sus testigos por su hablar en lenguas. Hechos
2:4: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”.
Cuando
ustedes tienen la verdad, no necesitan defenderla, todo lo que necesitan hacer
es atestiguarla. No hay nada por lo cual disculparse ni hay que adulterar la verdad. Cuando no se tiene la verdad es
cuando hay que discutir y esforzarse por defender lo que se tiene.
Aquellos
que han nacido de nuevo del Espíritu de Dios y están llenos del poder del
espíritu santo deben ser testigos. Esta es la instrucción que el señor les dio
a sus apóstoles poco antes de ser recibido en el cielo. Ellos le debían ser
testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra y
por supuesto que lo último de la tierra incluye los lugares donde vivimos hoy
ustedes y yo.
Hechos
1:9-13:
Y
habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube
que le ocultó de sus ojos.
Y
estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he
aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas,
los
cuales también les dijeron: Varones galileos [Noten muy cuidadosamente “varones
galileos”. De los doce apóstoles sólo Judas era de Judea, todos los demás eran
de Galilea.*], ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido
tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.
Entonces
volvieron [los varones galileos, los once apóstoles] a Jerusalén desde el monte
que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de
reposo.
Y
entrados [los apóstoles, en Jerusalén], subieron al aposento alto, donde
moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo
hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo.
* Victor Paul Wierwille. La Biblia me lo dice. Volumen I. Estudios sobre la vida abundante (American Christian Press. New
Knoxville, Ohio, EE.UU., 1979). Capítulo 16 “Cuándo Judas se ahorcó”.
Estos
son versículos de gran importancia. Nos informan que el aposento alto era un
lugar donde los apóstoles moraban. En otras palabras, éste era un lugar donde
se hospedaban, donde dormían. En la tierra oriental de la historia bíblica,
ninguna mujer era jamás permitida en los dormitorios de los hombres; ni se
permitía un hombre en los dormitorios de una mujer. Aun la limpieza del
aposento alto estaba a cargo de un sirviente varón. La Biblia dice
específicamente que el aposento alto era el lugar donde los apóstoles moraban.
Es donde dormían. Es donde se quedaban a pasar la noche.
Quiero
que recuerden que no es el día de Pentecostés acerca del cual la Palabra de
Dios está hablando en Hechos 1:13. Está hablando acerca del día de la
ascensión. En ese día los apóstoles regresaron al aposento alto donde vivían, y
ahí se hospedaron mientras esperaban “la promesa del Padre”, que es igual a ser
“bautizados con pneuma hagion”, que
es equivalente a ser “investidos con poder desde lo alto”. Esto iba a suceder
“dentro de no muchos días”. Durante aquellos días, los días de espera, los
apóstoles usaron el aposento alto como su vivienda.
El
próximo versículo es un relato en la Palabra de Dios de sucesos entre el día de
la ascensión y el día de Pentecostés.
Hechos
1:14:
Todos
éstos [todos los once] perseveraban unánimes [con unidad de propósito] en
oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus
hermanos.
No
dice que todos éstos perseveraban unánimemente en oración y ruego en el
aposento alto. No pudo haber sido en el aposento alto porque había mujeres
presentes. ¿Dónde podría haber pasado esto?
Pasando
a Lucas 24:53, tenemos evidencia de la localidad del derramamiento del don.
Aquí dice con respecto a los apóstoles que ellos “estaban siempre en el templo,
alabando y bendiciendo a Dios”. ¿Cómo podrían estar siempre en el templo y aun
así estar en el aposento alto? Algunas personas han dicho que esto es una
contradicción, pero no lo es. Esto quiere decir que estaban en el Templo cuando
se suponía que estuvieran allí. ¿Cuándo se suponía que estuvieran allí? En las
horas de oración. ¿Cuáles son las horas de oración? Estas las conocemos de los
pasajes en el Antiguo Testamento al igual que las costumbres modernas de los
judíos y también de los mahometanos. Hay cinco horas de oración a las cuales se
refiere la Biblia, que corresponden aproximadamente a nuestras 6 a.m., 9 a.m.,
12 del mediodía, 3 p.m., y 6 p.m.
El
relato completo del derramamiento del don proveniente del Espíritu Santo en el
día de Pentecostés está escrito en Hechos 2: 1-13. Los versículos 14-47 del
mismo capítulo asientan lo que Pedro dijo a la multitud reunida a modo de explicación
de lo que había pasado. El principio del discurso de Pedro, como aparece en el
versículo 15, establece la hora exacta marcando el punto culminante del
derramamiento: “Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto
que es la hora tercera del día”. La hora tercera del día era una hora de
oración, correspondiente a nuestras 9 a.m.
¿Dónde
fue vertido el don de Espíritu Santo? No en el aposento alto, porque el
aposento alto era la vivienda de los apóstoles, sino en el Templo, la casa de
Dios, el lugar donde ellos estaban “siempre” en las horas de oración. Esta
documentación de “la hora tercera del día” nos da la hora exacta, al igual que
el lugar, donde el don proveniente del Espíritu Santo fue recibido. Ninguna
interpretación privada puede cambiar la verdad según está asentada claramente
en la Escritura.
En
algún momento entre las horas primera y tercera, en el día de Pentecostés, el
derramamiento del don proveniente del Espíritu Santo ocurrió exactamente según está escrito en Hechos
2:1-4. Las horas primera y tercera del día eran horas de oración cuando los
apóstoles no hubieran estado en el aposento alto, sino en el Templo.
La
razón por la cual todos hemos creído que Pentecostés sucedió en el aposento
alto es que hemos sido enseñados erróneamente. Yo creo que fuimos enseñados
esto a causa de las palabras “la casa” usadas en Hechos 2:2. Lean este pasaje
cuidadosamente y noten que no dice que llenó todo el aposento alto donde
estaban sentados. Específicamente dice que “llenó toda la casa donde estaban
sentados”. Jesucristo mismo habló del Templo como “la casa”, “Su casa”; en
Lucas 19:46, él dijo: “Mi casa es casa de oración…” Esta última declaración es
un eco de lo escrito por el profeta Isaías en donde el Señor llamó Su casa una
casa de oración.
Isaías
56:7:
Yo
los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus
holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será
llamada casa de oración para todos los pueblos.
Dios
había prometido a través de los años que Él Se encontraría con Su pueblo en el
Templo; y así en el día de Pentecostés Él vino a Su casa y dio su don de pneuma hagion a los apóstoles en espera.
Estas noticias, de acuerdo con Hechos 2:6, hicieron “estruendo”, y una multitud
se juntó para ver y oír lo que estaba sucediendo. El aposento alto no hubiera
podido acomodar una multitud, pero una multitud se podía juntar en el Templo,
la casa de oración.
Para
aquellos de nosotros que sinceramente creemos que la Palabra de Dios es la
Voluntad de Dios, y que quiere decir lo que dice y dice lo que quiere decir, no puede haber
duda acerca del momento y el lugar del suceso de Pentecostés.
Antes
de considerar específicamente los versículos en Hechos 2, palabra por palabra y
línea por línea, debemos dedicarnos a una observación más de la Palabra de
Dios. Aún necesitamos saber quiénes y cuántos estaban presentes para recibir el
derramamiento en Pentecostés.
Para
documentar esta verdad debemos regresar a Hechos 1:15 donde leemos: “En
aquellos días…” ¿Qué días? Los días entre la ascensión y Pentecostés mientras
los apóstoles esperaban la promesa del Padre.
Hechos
1:15:
Y
en aquellos días Pedro levantándose en medio de los hermanos (y los reunidos
eran como ciento y veinte en número)…
“En
aquellos días”, antes del día de Pentecostés, Pedro se levantó y “los reunidos
eran como ciento veinte”. Esto dice específicamente que Pedro se levantó aquí
durante el intervalo entre la ascensión y Pentecostés, y en ese momento había
“…como ciento veinte”. Es sorprendente la importancia de esto para cualquier
estudiante de la Biblia que sinceramente quiere dividir correctamente la
Palabra de Dios y entenderla. En uno de esos días, antes del derramamiento,
cuando había como ciento veinte presentes, Pedro les habló con respecto a la
selección de uno de ellos para remplazar a Judas y ser uno de los doce
apóstoles. Este fue el cumplimiento de la Escritura. Después de haber orado, de
acuerdo con Hechos 1:26: “les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y
fue contado con los once apóstoles”. En el siguiente versículo, Hechos 2:1, la
primera palabra en el texto griego es kai
que significa “y”. Esta es una conjunción que enlaza los acontecimientos
concernientes a la selección de Matías como apóstol con los acontecimientos de
Pentecostés, “[Y] cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos…” “Todos”
¿quiénes? “Todos” se refiere al sustantivo asociado más cercano que es los once
apóstoles y Matías que fue contado con ellos.
No
hay ningún pasaje en la Biblia que diga que había ciento veinte personas
reunidas en el aposento alto el día de Pentecostés esperando para recibir el
don proveniente del Espíritu Santo. Esto es altamente significativo para un
entendimiento de los sucesos ocurridos en el derramamiento proveniente del
Espíritu Santo.
Hechos
2:1-4:
[Y]
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos [los doce apóstoles]
unánimes juntos [en el Templo].
Y
de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el
cual llenó toda la casa [el Templo] donde estaban [los doce apóstoles]
sentados;
y
se les aparecieron [a los doce apóstoles] lenguas repartidas, como de fuego,
asentándose sobre cada uno de ellos.
Y
fueron todos [los doce apóstoles] llenos del Espíritu Santo [pneuma hagion], y comenzaron a hablar en
otras lenguas, según el Espíritu [el
pneuma] les daba que hablasen.
En
la ocasión del derramamiento en el día de Pentecostés, sólo los doce apóstoles
recibieron en manifestación el don proveniente del Espíritu Santo. En los
versículos 6 y 7 tenemos el relato de
una multitud reuniéndose para ver y oír lo que sucedía.
Hechos
2:6,7:
Y
hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno
les oía hablar en su propia lengua.
Y
estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos
que hablan?
Esto
es una prueba más de que sólo los doce apóstoles recibieron el don, porque no
todos los discípulos que constituían el grupo de cómo ciento veinte tenían que
ser necesariamente galileos; pero Matías y los otros once apóstoles eran
galileos. El versículo 14 añade más luz y penetración.
Hechos
2:14:
Entonces
Pedro, poniéndose en pie con los once…
Esto
está de acuerdo con el relato de que Matías fue contado con los once apóstoles,
haciendo doce. Las palabras “estaban todos”, “estaban sentados”, “se les
aparecieron”, “cada uno de ellos”, “fueron todos llenos”, “comenzaron” y “les
daba que hablasen”, que aparecen en Hechos 2:1-4, se refiere a los doce.
No
hay duda, no hay pregunta, no hay discusión acerca de qué fue dado el día de Pentecostés – pneuma hagion, poder desde lo alto – ni acerca de dónde ocurrió el derramamiento
proveniente del Espíritu Santo – en el Templo; ni hay pregunta acerca de quién recibió el derramamiento en
Pentecostés, a saber, los doce apóstoles. Esto elimina todas las adivinanzas y
simplemente permite a la Palabra de Dios ser la Voluntad de Dios, pues dice lo
que quiere decir y quiere decir lo que dice.
Ahora
estamos listos para leer con precisión el relato en los primeros cuatro
versículos de Hechos 2.
Hechos
2:1:
[Y]
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos [los doce apóstoles]
unánimes juntos [en el Templo].
El
derramamiento del don proveniente del Espíritu Santo en Pentecostés había
estado en camino desde la caída del hombre relatada Génesis 3, pero nunca “llegó” hasta el día de Pentecostés. A
través del Antiguo Testamento vemos varias manifestaciones del Espíritu en
operación y vemos el orden del programa de Dios haciendo ocurrir la venida del
poder proveniente del Espíritu Santo; pero el don nunca llegó hasta Pentecostés, acerca de lo cual leemos
en Hechos 2. En este día los doce apóstoles estaban en el Templo porque era una
hora de oración, y estaban todos unánimes; estaban todos con unidad de
propósito; estaban orando.
Versículo
2:
Y
de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba…
La
palabra “cielo” está usada en la Biblia queriendo decir cualquier lugar sobre
la tierra. El estruendo “como de un viento que soplaba” por lo tanto vino de
sobre la tierra. Un traductor lo ha traducido más precisamente como: “Vino del
cielo un sonido de un fuerte respirar”.*
* Pnoês no es “un viento”, sino “un
respirar”.
Esto
está de acuerdo con lo que Jesús dijo a los apóstoles, según aparece en el
Evangelio de Juan antes del día de la ascensión.
Juan
20:22:
Y
habiendo dicho esto, sopló [aspiró], y les dijo: Recibid el Espíritu Santo [pneuma hagion].
¿Hubieran
podido recibir los discípulos el don proveniente del Espíritu Santo en aquel
momento? No, pues fue antes de Pentecostés cuando Jesús dijo esto. Y hay una
ley absoluta para el mundo espiritual al igual que en el mundo natural, y esa
es que nadie puede recibir nada antes
de que esté disponible. El poder proveniente del Espíritu Santo o el don
proveniente del Espíritu Santo no estaba disponible hasta el día de
Pentecostés, de otro modo Jesús no les hubiera tenido que decir que esperasen.
Entonces, ¿qué hacía Jesús de acuerdo a Juan 20:22? Estaba instruyendo a sus
discípulos: “…sopló [aspiró]…” Él les estaba diciendo qué hacer cuando el
momento llegara; se suponía que aspiraran con fuerza en el momento apropiado.
Hechos
2:2:
..el
cual llenó [¿Qué llenó? Este fuerte respirar de los apóstoles.] toda la casa
[el Templo] donde estaban sentados.
Los
apóstoles en el Templo estaban en la postura común de la hora de oración. No
estaban gritando; no estaban haciendo ruidos fuertes ni rogando ni suplicándole
a Dios. Estaban sentados. Por favor recuerden que la Palabra de Dios dice:
“estaban sentados”. En otras palabras, estaban decentes y en orden como todas
las cosas deben ser si van a estar de acuerdo con la precisión de la Palabra de
Dios. Sin embargo, la postura no tiene nada que ver con recibir algo de parte
de Dios. Los dones espirituales no dependen de costumbres o formatos hechos por
el hombre. Recibimos de parte de Dios por nuestra creencia.
Versículo
3:
y
se les aparecieron [a los doce apóstoles] lenguas repartidas, como de fuego,
asentándose sobre cada uno de ellos.
No
dice que las lenguas repartidas eran
fuego, pero parecían como de fuego.
“Lenguas repartidas como de fuego” es el fenómeno que ocurrió en el día de
Pentecostés.
La
diferencia entre fenómenos y lo que
la Palabra de Dios garantiza a todos
debe ser comprendida. Lo que Dios ha prometido en su Palabra Él no es sólo capaz de hacer, sino que Él lo hará cada vez que una persona crea. En
otras palabras, cada promesa en la Palabra de Dios está disponible y accesible
a cada creyente en el momento en que él cree. Esto está garantizado. Dios no
puede romper Su Palabra cuando creemos. Nada que esté garantizado en la Palabra
de Dios y que esté hecho disponible a cualquiera y a todos los que quieran creer
es un fenómeno. Dios no hace acepción de personas, sino de condiciones
solamente. Cuando llenamos las condiciones, Su Palabra siendo Su voluntad se
manifiesta.
Pero
Dios, siendo Todopoderoso, puede ir más allá de Su Palabra al tratar con la
gente. Cuandoquiera y dondequiera que Dios vaya más allá de lo que está
garantizado a un creyente en su Palabra, tales manifestaciones son fenómenos.
Pero esos sucesos que vayan más allá de la garantía no pueden contradecir Su
Palabra revelada. En esas ocasiones en la Palabra de Dios, y sólo en esas
ocasiones cuando Dios va más allá de los que está garantizado a todos, es un fenómeno lo que sucede.
Por
ejemplo, la escritura en la pared en la fiesta de Belsasar fue un fenómeno,
porque no está garantizado en la Palabra de Dios que cada vez que un rey
malvado tenga una fiesta va haber mensajes escritos en la pared. Es la
prerrogativa de Dios el darle a cualquier hombre o a cualquier creyente
fenómenos si Él así lo desea. Pero Él no puede hacer menos de Su Palabra cuando
un hombre cree. Dios puede hacer más, y si lo hace y cuando lo hace por
cualquier individuo, es siempre un fenómeno.
El
fenómeno en el día de Pentecostés fue que “les aparecieron [a los doce
apóstoles] lenguas repartidas como de fuego”. “Las lenguas repartidas como de
fuego” no les están garantizadas a todo creyente; por lo tanto, es un fenómeno.
Esta verdad que les he expuesto encaja con toda presentación fenomenal de Dios
a través de toda la Palabra de Dios.
En
la frase “lenguas repartidas como de fuego, asentándose sobre cada uno de
ellos”, la palabra “asentándose” es muy interesante. Según estudiamos la
Palabra de Dios, descubrimos que en un número de ocasiones cuando algo estaba
terminado, totalmente completado, se usa la palabra “asentándose”. Por ejemplo,
después de seis días de creación, Génesis 2:2 dice: “y [Dios] reposó [se
asentó]”. La actividad creativa de Dios estaba totalmente terminada. Después de
que Jesucristo había dado su vida, había sido resucitado y había ascendido al
cielo, él quedó “sentado a la diestra de Dios”, como relata Hebreos 10:12.
Cuando la redención del hombre fue completada, Jesucristo quedó “sentado”
En
el día de Pentecostés el don proveniente del Espíritu Santo “llegó”, en su
totalidad – no faltaba nada. Por eso Hechos 2:3 dice: “…asentándose sobre cada
uno de ellos” El derramamiento fue completo – fue de lleno. Desde entonces Dios
nunca ha dado más porque Él dio el paquete completo en el día de Pentecostés.
Hoy cada persona que así lo desee puede
ser renacido y lleno del don proveniente del Espíritu Santo porque éste está
aquí.
Versículo
4:
Y
fueron [los doce apóstoles] todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a
hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Fueron
todos llenos de pneuma hagion, el don proveniente del Donador. Ni uno fue omitido. Ni uno recibió menos que otro, ni
ninguno recibió más.
La
palabra “del” en la frase “llenos del Espíritu Santo” es una contracción de las
palabras “de” y “el”. El articulo “el” precediendo pneuma hagion en Hechos 2.4, no se encuentra en ninguno de los
textos críticos griegos. Los traductores de la Versión Reina-Valera añadieron
el artículo. La Palabra dice específicamente que fueron todos llenos de pneuma hagion. En Hechos 1:4 y 5 y en
Lucas 24:49, aprendimos que los apóstoles fueron instruidos a esperar el poder
desde lo alto. Ellos obedecieron la Palabra de Dios y fueron llenos del don
proveniente del Donador, que es poder espiritual inherente, dunamis, el nuevo nacimiento, “Cristo en
vosotros”. Los apóstoles fueron todos llenos del don. Y una vez que una persona
tiene el don, lo puede operar y poner en manifestación. El versículo 4 dice
esto.
Hechos
2:4:
…todos…comenzaron
a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
¿Quiénes
comenzaron a hablar? Los doce apóstoles comenzaron a hablar. El verbo
“comenzaron” está en tercera persona plural en el versículo 4 y enfatiza la
verdad de que fueron los doce apóstoles los que comenzaron a hablar – no el
Espíritu Santo. El Espíritu Santo no comenzó a hablar pues dice que los
apóstoles “comenzaron a hablar…” Los doce apóstoles que acababan de recibir el
don hablaron por medio del poder de Dios que se les acababa de dar como un don.
Y cuando comenzaron a hablar, hablaron “en otras lenguas…”
Habiendo
recibido el don, pneuma hagion, ellos
tenían entonces la habilidad de manifestar externamente el poder inherente que
habían recibido, y hablaron en lenguas un idioma desconocido a su
entendimiento. La razón por la cual los apóstoles podían hablar en otras
lenguas era que habían recibido el don proveniente de Dios; ellos no habían
recibido el don de hablar en lenguas, sino el don de pneuma hagion, espíritu santo. Esta verdad es importantísima.
Fueron los apóstoles por sí mismos quienes hablaron pero lo que hablaron fue
“según el Espíritu [el pneuma] les
daba que hablasen”. ¿Le dio el Espíritu a las mentes de los apóstoles las
palabras que ellos hablaron? No. Dios siendo espíritu solamente le puede hablar
al espíritu.
Pentecostés
fue la primera vez en la historia que hombres habían sido renacidos y llenos
del poder proveniente del Espíritu Santo, haciendo posible que Dios le comunicara
a los espíritus de ellos lo que sus mentes no comprendían. Así ellos pusieron
en evidencia el don a través de la manifestación de hablar en lenguas. El gran
milagro de Pentecostés no fue el hecho
de que los apóstoles hablaron en lenguas, sino lo que hablaron, que fue “según
el Espíritu les daba que hablasen”. ¡Qué versículo tremendo y preciso! Es
sorprendente como Satanás pudo haber cegado nuestros ojos a esta simple, pero
grande y magnifica verdad tan bellamente expresada en este versículo.
En
cuatro versículos de la Palabra de Dios nos informa del maravilloso
derramamiento del don proveniente del Espíritu Santo en el día de Pentecostés.
Hechos 1:5 predice este evento especifico que ocurrió de una vez y para
siempre: “Vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo [pneuma hagion]”. Y entonces Hechos 2:1-4
relata el momento histórico de ese suceso. Noten cuidadosamente que después de
Pentecostés no hay instrucciones de esperar para recibir el don proveniente del
Espíritu Santo. Ya que Dios dio pneuma hagion
como un don, este pneuma hagion está
aquí para que cualquiera reciba en cualquier momento.
Versículo
5:
Moraban
entonces en Jerusalén judíos,* varones piadosos, de todas las naciones bajo el
cielo.
* La palabra “judío” y sus derivados según se usan en
la Versión Reina-Valera deben entenderse siempre con significado “de Judea” o
“de la religión de Judea”. La palabra “judío” tiene varios significados
modernos que no se aplican a los eventos bíblicos.
Es
importante notar que de acuerdo a la Palabra de Dios, judíos por religión (de
la religión de Judea) eran los únicos presentes en el día de Pentecostés, y
fueron los únicos que recibieron el don proveniente del Espíritu Santo en aquel
momento. Los doce apóstoles eran galileos. Había muchos otros presentes en
Jerusalén en aquel tiempo porque era la Fiesta judía de Pentecostés, de la cual
se habla en el Antiguo Testamento como la Fiesta de las semanas o la Fiesta de
las primicias (primeros frutos). Más tarde veremos como se da el don
proveniente del Espíritu Santo a los gentiles, pero no en el momento del
histórico derramamiento en Pentecostés.
Versículo
6:
Y
hecho este estruendo…
La
importancia de este derramamiento fue tan sorprendente para aquellos judíos,
“varones piadosos”, que estaban presentes para esta Fiesta de Pentecostés, que
noticias de lo que había ocurrido en el Templo se divulgaron a través de la
ciudad como un reguero de pólvora.
Versículo
6:
…se
juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su
propia lengua.
Lo
que confundió a estos hombres fue lo que estos doce apóstoles hablaban en
lenguas, como dice en el versículo 4. Las lenguas en las cuales estaban
hablando les eran desconocidas a los doce apóstoles, pero las lenguas no les
eran desconocidas a los oyentes. Cada uno de los “varones piadosos” oyó a los
apóstoles “hablar en su propia lengua”.
La explicación de esto es muy sencilla. Los apóstoles fueron los que hablaron
en lenguas, pero lo que hablaron no vino de sus mentes ni de conocimiento
humano. Este es el milagro de Pentecostés: que los oyentes entendieron todo lo
que los apóstoles estaban hablando en lenguas. Lo que los apóstoles hablaron
fue proveniente de Dios que es el Espíritu Santo. Ellos hablaron “según el
Espíritu les daba que hablasen”. La acción de hablar era responsabilidad de los
apóstoles. Lo que ellos hablaron era responsabilidad de Dios.
Versículo
7,8:
Y
estaban [la multitud que se juntó] atónitos y maravillados, diciendo: Mirad,
¿no son galileos todos estos que hablan?
¿Cómo,
pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos
nacido?
¿De
qué estaban atónitos y maravillados? Estaban maravillados al oír sus propios
idiomas y dialectos hablados por estos apóstoles galileos, cuya lengua nativa
era el arameo norteño.* En aquel tiempo los otros Judíos (de la religión de
Judea) tenían muy poco respeto por los galileos pero en esta ocasión su fluidez
al hablar en lenguas fue algo sorprendente que no podía ser negado. El hecho de
que los apóstoles hablaran en lenguas que les eran extrañas a sí mismos pero
reconocibles a la multitud visitante fue en verdad unos de los milagros de Pentecostés.
*Estos galileos no conocían ningún idioma más que el
suyo. El arameo norteño era diferente del arameo sureño, y en el tiempo de la crucifixión
fue la forma de hablar de Pedro lo que hizo que la criada lo identificara como
uno de los discípulos de Jesús. (Mateo26:73).
Los
próximos 3 versículos enumeran la gente que estaba presente proveniente de las
varias naciones del mundo.
Versículos
9-11:
Partos,
medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en
el Ponto y en Asia,
en
Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y
romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos,
cretenses
y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.
¿Qué
les oyeron hablar? Oyeron a los doce apóstoles que hablaban en lenguas “hablar
las maravillas de Dios”. Cuando hablamos en lenguas, que es la evidencia
externa en el mundo de los sentidos de la presencia interna del don proveniente
del Espíritu Santo, nosotros también hablamos “las maravillas de Dios”. Los
judíos que dieron este testimonio con respecto a los galileos que hablaban en
lenguas, no habían ellos mismos renacido todavía del Espíritu de Dios, ni
tenían amor en sus corazones hacia los galileos; sin embargo su testimonio de
lo que estaba ocurriendo era innegable: estos hombres hablaban las maravillas
de Dios.
Versículo
12:
Y
estaban todos atónitos [como fuimos informados en el versículo 7] y perplejos,
diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?
Naturalmente
que estaban perplejos porque no podían entender cómo galileos podían hacer
esto; y cuando una persona no entiende, no puede hacer otra cosa sino estar
perplejo. Esos judíos sinceros preguntaron sorprendidos: ¿Qué significa esto?
¿Cuál es su propósito? ¿De qué se trata?
Versículos
13,14:
Mas
otros, burlándose, decían [aquellos que simplemente eran insinceros, se
burlaron y dijeron]: Están llenos de mosto.
Entonces
Pedro, poniéndose en pie con los once [de nuevo los doce apóstoles], alzó la
voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en
Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
En
otras palabras, Pedro se levantó con los once y habló en nombre de todos los
doce apóstoles. Él dirigió sus palabras a los varones judíos y a todos aquellos
que estaban habitando en Jerusalén en este tiempo de la Fiesta judía de
Pentecostés. El propósito de los burladores era mofarse de los apóstoles –
hacer que se vieran ridículos. Pedro ignoró su escarnio y respondió como si fuera
una seria acusación; de este modo toda su burla y toda su mofa perdió su
impacto sobre los creyentes
Versículo
15:
Porque
éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera
del día.
Las
nueve de la mañana, que era una hora de oración, era demasiado temprano para
que estuvieran ebrios.*
*La acusación burlona del versículo 13-“Están llenos
de mosto” – plantea la cuestión de si este “mosto” era de contenido alcohólico,
“vino”, o simplemente era el jugo de uvas exprimidas recientemente, “mosto”,
entendido en su sentido normal. De todos los varios textos y traducciones que
he estudiado, no he podido adquirir
suficiente evidencia como para hablar conclusivamente en cuanto a esta
situación.
En el versículo 13 en la frase “llenos de
mosto”, ¿Por qué se usa la palabra “mosto”?
¿Es el “mosto” más intoxicante que el
vino? Ciertamente que no. Pero el versículo 15 entonces presenta un problema,
ya que Pedro dice: “…éstos no están ebrios, como vosotros suponéis”.
¿Por qué la gente los supondría ebrios
si era solamente jugo de uva lo que estaban tomando? “…Es la hora tercera del
día” complica la cosa porque ellos nunca celebran con las primicias de jugo
nuevo de uvas temprano en la mañana sino siempre después de la duodécima hora
(6 p.m).
Jeremías 25:10 tiene una presentación
descriptiva que puede ser entendida solamente cuando entendemos las costumbres
y prácticas orientales. “Y haré que
desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de
desposado y la voz de desposada, ruido de molino y luz de lámpara”.
La gente oriental celebra dando gracias,
cantando, dando palmadas y tocando tambores en las primicias del maíz y del
arroz. Se reúnen en la era al finalizar el día, cocinan algunas de las
primicias del maíz o del arroz, se las comen y se regocijan. Esta es la “voz de
gozo”.
La “voz de alegría” es las primicias de
la cosecha de uvas, cuando se reúnen después de la comida vespertina, exprimen
el jugo de algunas de las primicias de las uvas, llamado “mosto”, lo beben, y de
su corazón se regocijan, cantando y alabando a Dios en voz alta.
La “voz de desposado” es: Juan 14:1-4.
La “voz de desposada” es: Ruth 3:5.
El “ruido del molino” se refiere al
moler de trigo o maíz al rodar la muela superior del molino.
La “luz de lámpara” se refiere a aquella
lámpara que está encendida perpetuamente y que nunca se permite que se apague.
Representando la presencia de Dios que es luz Eterna.
Versículo
16:
Mas
esto es lo dicho por el profeta Joel.
La
pregunta naturalmente surge acerca de que es “esto” y que es “lo”. Una
traducción literal y precisa de acuerdo con el uso en el contexto seria:”Mas
esto es como aquello que fue dicho por el profeta Joel”. La palabra “mas” pone
a lo que sigue en contraste. La palabra “esto” es enfática, indicando que la
cita de Joel 2:28-32 se usa para probar que la acusación de ebriedad en el caso
del actual recibimiento del pneuma hagion
no tiene ningún fundamento así como tampoco una acusación de ebriedad tendría
fundamento en el caso de la profecía de Joel acerca del derramamiento futuro.
La palabra “después” en Joel 2:28 traducida “en los postreros días” en Hechos
2:17, indica que la profecía de Joel no está citada para probar que esta
experiencia presente era su cumplimiento. Más bien, está citada para mostrar
que al igual que la escena futura profetizada no podía ser atribuida a
ebriedad, así esta escena presente no podía ser atribuida a ebriedad tampoco.
Luego
Pedro prosigue a dar un mensaje comenzando en el versículo 17 de Hechos 2. A
menudo me maravillo con este mensaje porque Pedro no tuvo tiempo de ir a su
oficina y preparar su sermón antes de leer el manuscrito a sus críticos.
Entonces, ¿cómo le fue posible salir de repente con tal presentación como la
que encontramos en los versículos 17 y siguientes de este segundo capítulo de
Hechos? La respuesta es muy simple. En primer lugar, él había estudiado la
Palabra de Dios antes de esta hora; y segundo, él estaba ahora lleno del poder,
el don, proveniente del Espíritu Santo, Jesús había dicho que hombres llenos
del don de Dios no necesitarían preocuparse por lo que dirían, pues en esa
misma hora les sería dado. El mensaje de Pedro en su idioma es casi profecía
pura, no prediciendo sino proclamando en esta instancia.
Recuerden
que el mensaje de Pedro estaba dirigido específicamente a los judíos por
religión. En el versículo 36 Pedro se acerca a la conclusión de su mensaje.
Hechos
2:36:
Sepa,
pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Otra
verdad que me sorprendió fue el cambio en la personalidad de Pedro. Unas
cuantas semanas antes de esto, en el tiempo de la crucifixión de nuestro señor
y salvador Jesucristo, Pedro, que le había dicho al señor cara a cara: “no te negaré”, lo había negado y
también había huído cuando los soldados vinieron a capturar al señor. Después
de la resurrección, Pedro, con el resto de los apóstoles, estaba tras puertas
cerradas “por miedo de los judíos”, como dice Juan 20:19. Ahora Pedro se para
calmadamente ante estos mismos judíos y los acusa con palabras enérgicas: “este
Jesús a quien vosotros crucificasteis”. Él no dice: “a quien nosotros crucificamos” sino “a quien
vosotros crucificasteis”.
Eso
que cambió a Pedro de un discípulo vacilante a un apóstol que era absolutamente
intrépido y atrevido fue el recibir el don proveniente del Espíritu Santo en el
día de Pentecostés. El pasaje en Hechos 2 es lo único que se encuentra entre la
resurrección y el denuedo de Pedro como lo encontramos relatado en este
versículo trigésimosexto. Lo único que yo he visto que remueve el miedo,
cambiando un alma temerosa a una que es audaz y confiada, es el recibir el don
proveniente del Espíritu Santo.
Versículo
37:
Al
oír esto [aquellos de la casa de Israel, judíos por religión], se compungieron
de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué
haremos?
Cuando
los judíos oyeron el milagro de los galileos hablando en lenguas “las
maravillas de Dios”, estuvieron sorprendidos y preguntaron: “¿Qué quiere decir
esto?” Ahora bajo el poderoso sermón de Pedro estaban convencidos de su culpa
de haber crucificado a Jesús y dijeron: “¿qué haremos?”
Versículos
38:
Pedro
les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón [debe ser “remisión"] de los pecados...
Pedro
les instruyó a arrepentirse. Cuando nos arrepentimos recibimos la remisión de
pecados; no perdón, sino remisión. Todos los pecados que están sobre el
individuo que se arrepiente son remitidos, borrados en el momento de la
salvación.*
*”Arrepentirse” no es confesar sus
pecados, sino confesar al que salva del pecado, el Señor Jesucristo. La
confesión de pecados es obras; por lo tanto, arrepentimiento no puede ser
sinónimo de confesión de pecados pues Efesios 2:8 y 9 nos dicen que la
salvación es por gracia, no por obras, “Arrepentirse” es confesar con su boca
el señor Jesús y creer en la parte más interna de su ser que Dios levantó a
Jesucristo de entre los muertos. Pues con la parte más interna de su ser,
ustedes creen para justicia y con su boca se confiesa para salvación (Romanos
10:9,10), Así pues, el arrepentimiento es para el pecador no salvo; la
confesión de pecados es para el pecador salvo (1 Juan 1:9).
Un hombre natural está muerto en delitos
y pecados sin Dios y sin esperanza en el mundo, cuando confiesa con su boca el
señor Jesús, creyendo que Dios lo levantó de entre los muertos, él es bautizado
en el nombre de Jesucristo. Este bautismo es vida eterna. Cristo en ustedes, la
esperanza de gloria, y sucede una sola vez. Así pues, el nuevo nacimiento es
ser bautizado en el nombre de Jesucristo que incluye todo lo que ese nombre
representa.
Versículo
38:
…y
recibiréis [lambanō, recibir en
manifestación] el don del [proveniente del] Espíritu Santo [pneuma hagion].
La aseveración especifica de Pedro, “y recibiréis”, en
este uso gramatical significa: “y recibiréis [absolutamente; lambanō, manifestar, mostrar en
evidencia] el don del [proveniente del] Espíritu Santo [pneuma hagion]” quien es el Donador. En otras palabras, Pedro dijo
que uno que se arrepiente recibe remisión de pecados, y entonces él debería
absolutamente manifestar, lambanō,
hablando en lenguas. Esto fue lo que los apóstoles manifestaron en el día de
Pentecostés cuando recibieron el don, espíritu santo, proveniente del Donador,
Espíritu Santo.
¿Cuál fue la evidencia en el mundo externo de los
sentidos de que el don proveniente del Espíritu Santo había sido recibido en
Pentecostés? La evidencia fue hablar en lenguas. En esta ocasión cuando Pedro
estaba predicando, el hablar en lenguas era todo lo que Pedro conocía como
evidencia de lo que prosigue cuando un hombre es renacido y recibe remisión de
sus pecados; entonces un creyente debería manifestar, lambanō, el don, hablando en lenguas.
Noten cuidadosamente que en el día de Pentecostés, en
el derramamiento del don proveniente del Espíritu Santo, Pedro dio un sermón a
la gente reunida. Él no tuvo tiempo de preparar un manuscrito. Él simplemente
habló la maravillosa palabra de Dios como le fue dada, que tanto conmovió a los
oyentes que dijeron: “que haremos?” Pedro no respondió: “Sean bautizados en el
Espíritu Santo”. Él sabía por revelación divina que el bautismo del o
proveniente del Espíritu Santo había sido dado a él y a los otros apóstoles, y
desde Pentecostés en adelante no habría cuestión de ser dado el don de Dios
otra vez, sino sólo cuestión de un hombre recibir lo que ya había sido dado. Por
lo tanto, Pedro les instruyó a arrepentirse, ser bautizados en el nombre de
Jesucristo para la remisión de sus pecados, “y recibiréis [lambanō] el don del [proveniente del] Espíritu Santo [pneuma hagion]”, No hay más bautismo del
espíritu santo, ahora es un recibimiento de lo que Dios hizo disponible el día
de Pentecostés. Aquí hay una verdad tremenda que debe ser reconocida de acuerdo
con la precisión de la Palabra de Dios. Frecuentemente hoy en día todavía oímos
gente hablando de ser “bautizados con el
Espíritu Santo”. Deberíamos saber, si estamos leyendo las Escrituras con
precisión, que la frase “bautizados con el Espíritu Santo” no se usa nunca en
la Palabra después del día de Pentecostés* ¡Más de mil novecientos años de
tener la Palabra revelada de Dios y algunos aún no la leen con precisión!
Algunas personas están más influenciadas por la tradición que por las
enseñanzas de las Escrituras.
*Hechos 11:16 usa estas palabras, pero como una cita
aludiendo al suceso relatado en Hechos 2.
Versículo
2:39:
Porque
para vosotros [Israel] es la promesa, y para vuestros hijos [los hijos de
Israel], y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios
llamare.
¿No
es maravilloso? Pedro aquí explica que la promesa según dada en el versículo 38
es primero a Israel y a los hijos de Israel, entonces a todos los que crean.
“Para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”.
¿Les ha llamado Dios? Si ustedes se han arrepentido y han recibido remisión de
pecados, si ustedes son cristianos, renacidos de Su Espíritu, Dios les ha
llamado. La promesa es que recibiréis, lambanō,
el don proveniente del Espíritu Santo si oyen Su voz y Le aceptan. Como
resultado, por lo tanto, les será dado poder para manifestar, lambanō, la realidad interna de la
presencia del don hablando en lenguas “las maravillas de Dios”.