CAPITULO 5
Cómo recibir el espíritu santo,
pneuma hagion
Antes
de que podamos recibir cualquier cosa de Dios primero debemos estar seguros de
que es la voluntad de Dios que lo tengamos. Si no estamos seguros de que Dios
quiere que tengamos el espíritu santo, no podemos recibir, pues entonces no
estamos seguros de que el poder está disponible. Así pues, debemos conocer la Palabra de Dios antes de poder hacer la voluntad de
Dios.
Además,
debemos deshacernos de todo temor en lo que concierne al espíritu santo y al
hablar en lenguas. Nadie que tema puede creer; y sin creencia, es imposible
recibir ninguno de los dones de Dios. Todos los dones espirituales son
recibidos y operados en el individuo por creencia.
Si
ustedes tiene una profunda hambre espiritual para recibir en manifestación el
poder desde lo alto y para tener la habilidad sobre la cual ustedes leen en el
Libro de Hechos y a través de todo el Nuevo Testamento, ustedes pueden recibir
el poder mientras leen este capítulo. Es posible recibir el espíritu santo en
cualquier momento después de saber lo que Dios ha hecho disponible y saber cómo
recibirlo. El don de espíritu santo ha sido dado de una vez y para siempre, y
no necesitan esperar para recibirlo. Sólo
creer.
Notemos
la orden general dada a la Era de la Iglesia para recibir este poder desde lo
alto, según está expuesto en la Palabra de Dios por Pedro en su gran sermón,
poco después de que el espíritu santo fue dado en Pentecostés.
Hechos
2:38:
Pedro
les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón [remisión] de los pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo [el pneuma hagion].
La
frase particularmente importante para nosotros es: “recibiréis el don del
Espíritu santo”. Un don es algo que no se puede ganar ni por el cual se puede
trabajar, porque en el momento en que empezamos a trabajar para lograrlo deja
de ser un don y se convierte en salario o recompensa por la labor. Si obtenemos
cualquier cosa porque hemos hecho algo bueno o virtuoso, entonces es una
recompensa al mérito. Él dar poder desde lo alto fue otra demostración de la
gracia de Dios y no una recompensa por los logros. Él da gratuitamente, no
porque lo merecemos, sino por Su bondad amorosa y nuestra gran necesidad. No
somos más merecedores de recibir el espíritu santo de lo que lo somos de recibir
cualquier otro de los dones de Dios. Todos son dones por gracia dados a
personas necesitadas por un Dios que ama.
Lucas
11:13:
Pues
si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto
más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo [pneuma hagion] a los que se lo pidan?
En
la Palabra, el recibir el espíritu santo está en la categoría de dádivas. Aquí
Lucas dice que vuestro Padre dará. Esto fue hablado antes de Pentecostés. Después de Pentecostés la idea de dar el
espíritu santo nunca se menciona. Dios, el Espíritu Santo, dio el don, pneuma hagion, espíritu santo, de una
vez y para siempre en Pentecostés. De ahí en adelante ha sido un asunto de que
el hombre reciba por creencia.
¿Quieren
ustedes recibir? Ya no es una cuestión de que Dios haga su parte; Él la ha
hecho. Ahora es cuestión de que ustedes hagan su parte para recibir.
La
palabra “recibir” se aplica a la acción de parte del que desea obtener algo. Ya
que hablar en una lengua desconocida es la manifestación externa inicial de la
realidad interna y presencia del espíritu santo, debemos contar con hablar otra
lengua inmediatamente después de recibir el espíritu santo. Como no podemos
hablar dos idiomas al mismo tiempo, debemos poner a un lado todo pensamiento de
hablar palabras en un idioma que conocemos y operamos por nuestro
entendimiento. Hablamos un idioma inspirado por creencia.
No
podemos cometer un error en nuestra búsqueda. Recuerden 1 Samuel 16.
1
Samuel 16:7:
Y
Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su
estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre;
pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el
corazón.
No
podemos estar equivocados en los ojos de Dios mientras creamos correctamente. Él
no le va a retener las cosas buenas a Sus hijos que buscan y creen.
Recuerden
que el Espíritu Santo es Dios, y que Él ha hecho posible que Su don, espíritu
santo, habite en nosotros. Dios mandó el espíritu santo como un don de amor y
gracia para Su gente no porque seamos dignos de él o lo merezcamos, sino porque
tenemos hambre y necesitamos habilidades espirituales desesperadamente para
pelear una buena batalla y correr la carrera de la vida con poder, es decir,
con Su habilidad.
Gálatas
3:5:
Aquel,
pues, que os suministra el Espíritu [el pneuma],
y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el
oír con fe?
Quiero
que noten particularmente las palabras “os suministra”. Cuando yo enseño a una
concurrencia, yo les “suministro” la Palabra, yo les doy la Palabra.
Hechos
8:18:
Cuando
vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el
Espíritu Santo [pneuma hagion], les
ofreció dinero.
El
espíritu santo puede ser ministrado directamente y con certeza absoluta. Yo he
ministrado el espíritu santo muchas veces a hombres y mujeres de varias
educaciones denominacionales o religiosas, y nunca he visto una falla si el
candidato cree para recibir. Cuando un candidato es instruido y entiende que la
Palabra de Dios es la Voluntad de Dios y actúa consecuentemente, no puede
fallar.
Algunas
personas me han dicho: “Sí, yo sé que los apóstoles podían ministrar y
ministraron el espíritu santo, pero, ¿quién es usted?” Entonces les recuerdo
que yo, como creyente nacido de nuevo lleno del poder de Dios, soy un
administrador de la multiforme gracia de Dios, y ministro con la habilidad que
Dios me ha dado.* Ananías, quien ministró el espíritu santo a Saulo de Tarso,
era también sólo un creyente.
*1Pedro 4:10,11: “Cada uno según el don que ha
recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme
gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si
alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea
Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por
los siglos de los siglos. Amén”.
Sé
que el espíritu santo puede ser recibido en manifestación sin la presencia de
ninguna otra persona o sin la imposición de manos, pero nunca sin creencia.
Yo
instruyo a la gente a recibir el espíritu santo de la siguiente forma. Es sólo
un método, pero Dios lo ha bendecido y la gente ha recibido por medio de él.
1.
Pónganse tranquilos y quietos. “Estad quietos y conoced que yo soy Dios”. Los
mayores cargamentos de la vida vienen sobre aguas tranquilas.
2.
No le supliquen a Dios por el espíritu santo. Está aquí. El poder ha estado
aquí desde Pentecostés. No hay espera necesaria.
3.
Reclinen su cabeza hacia atrás y aspiren profundamente. La Palabra
“inspiración” también significa “aspiración”.
Por
creencia, ustedes pueden aspirar el espíritu. Abrir sus bocas y aspirar
profundamente es un acto de creencia que Dios honra.
Salmos
81:10:
…Abre
tu boca, y yo la llenaré.
Salmos
119:131:
Mi
boca abrí y suspiré, Porque deseaba tus mandamientos.
El
texto griego de Hechos 2:2, “como de un viento recio”, debería ser traducido
“como de un fuerte respirar”. Relajación y aspiración son claves vitales para
recibir el espíritu santo en manifestación. Jesús nos dice específicamente en Juan
7 que bebamos el espíritu santo.
Juan
7:37-39:
…Si
alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El
que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua
viva.
Esto
dijo del Espíritu [pneuma] que habían
de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo [pneuma], porque Jesús no había sido
glorificado.
En
Job 29:23 leemos: “Y abrían su boca como a la lluvia tardía”. Debemos abrir
nuestras bocas para beber. Este es un paso útil hacia el recibir en
manifestación el poder espiritual desde lo alto. Si usted hace esto, usted
realizará la manifestación.
En
el Evangelio de Juan, Jesús dio instrucciones de último momento a sus apóstoles
antes de su ascensión.
Juan
20:22:
Y
habiendo dicho esto, sopló [en,
adentro; sopló hacia adentro, aspiró], y les dijo: Recibid [lambanō] el Espíritu Santo [pneuma hagion].
Ya
que el espíritu santo, el poder desde lo alto, no fue dado hasta Pentecostés,
ellos no podían haberlo recibido en ese momento. Por lo tanto “recibid”
significaba más tarde, en el día de Pentecostés.
4.
Finalmente, oren esta oración: “Padre, yo recibo ahora el espíritu santo, el
poder desde lo alto, que Tú hiciste disponible por medio de Jesucristo”.
Habiendo
llevado a cabo estos cuatro sencillos pasos para recibir el poder del espíritu santo, ustedes deben ahora por
su propia voluntad, mover sus labios, su lengua, su garganta; ustedes deben
hacer sonidos, formar palabras. Pero las palabras que ustedes hablen serán
según “el Espíritu les da que hablen”. Lo
que ustedes hablen es asunto de Dios; pero que hablen es asunto de ustedes.